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Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 11, No. 129, Diciembre del 2009

Dudas necesarias sobre el discurso del presidente


Natalia Sierra

Los radicales de izquierda que no creen en las petroleras, las mineras, el mercado y las transnacionales que se vayan…

Esta declaración fue dada por el presidente Rafael Correa en su cadena radial del sábado 7 de junio. No quiero dar una opinión acerca de esta declaración sólo deseo hacer algunas preguntas para dejarlas correr y que encuentren respuesta en los lectores de este pequeño texto y de pronto también dejar correr ideas.

¿Desde cuándo y por qué la izquierda está fragmentada, digamos dividida entre la izquierda moderada o nueva izquierda y la izquierda radical?, ¿qué es lo que el presidente está entendiendo por radicalidad? ¿Cuál es la frontera, el límite, qué separa estas dos izquierdas y qué justifica usar el adjetivo de radical en oposición a moderado? Yo entendía que la izquierda es radical o no es izquierda, así muchos grupos políticos no radicales se hayan atribuido la nominación de ser de izquierda, ¿sabíamos que eso era la socialdemocracia? En fin… las cosas parecen cambiar dependiendo quien tiene el poder de la palabra.

Según entiendo para el Presidente Correa lo que define la radicalidad de la izquierda en este país es su oposición a un modelo productivo extractivo (petrolero o minero), al mercado y a las transnacionales. Antes de seguir, aclaremos que, si mal no entiendo, el mensaje del presidente acusa, juzga y condena a eso que él ha nominado la izquierda radical, con lo cual marca de forma definitiva la diferencia entre su ser político de “izquierda moderada” y su proyecto político de “izquierda moderada” con el ser político de izquierda radical y el proyecto político de la izquierda radical.

Hecha esta necesaria aclaración sería bueno preguntarse cuándo y dónde se forjó esa izquierda que proclama una revolución sobre la base de mantener un proyecto productivo extractivo y depredador de la naturaleza, de aceptar la economía de mercado y sobre todo, que defienda la presencia de transnacionales en el país.

Tampoco es fácil entender las contradicciones claramente visibles en el discurso que el presidente ha pronunciado desde la época de su campaña electoral. Es un gobierno que se ha declarado antineoliberal y yo suponía que una de las principales luchas en contra del neoliberalismo era aquella que se ha llevado adelante en contra del modelo extractivo.

La lucha antineoliberal en todo el mundo ha combatido la presencia de las transnacionales no solo en las economía nacionales de los países pobres, sino su presencia en todo el planeta; hemos sido testigos del daño que la presencia de estas corporaciones han hecho en los países pobres e incluso en los países ricos: pobreza, hambre, exclusión y expulsión social, o ¿acaso hay transnacionales buenas y transnacionales malas?, ¿transnacionales con rostro humano y otras inhumanas? ¿Y el asunto es saber escoger bien a cuales les permitimos entrar en nuestro país?

Entonces, de lo que entiendo la izquierda moderada, a la que el presidente representa, acepta la extracción de recursos naturales como el petróleo y los minerales, eso si de “manera limpia”, es una izquierda ecológica…. Como ecológicos son los consorcios transnacionales de agrocombustibles, al fin y al cabo no quieren contaminar el aire con combustibles tóxicos, o las empresas que compran servicios ambientales en un afán ecológico de cuidar el aire. De manera limpia o no, hay que preguntarse quién tiene la tecnología para la explotación de minerales y petróleo, ¿el Estado o las transnacionales?

O quizás se espera la presencia de las transnacionales ¿buenas? Quizá por eso no se piensa, por ejemplo, terminar las concesiones de agua hechas a inter-agua en Guayaquil, o quizás por eso se renegoció con PORTA, quizás son transnacionales con rostro humano propias de un capitalismo con rostro humano.

Con esto me pregunto: esta izquierda moderada que acusa, juzga y condena a la izquierda radical, por ser extremista, por pedir lo imposible, por querer otro mundo, por exigir que se vayan dando los pasos necesarios para una transformación real, ¿tiene la potestad de acusar a la izquierda radical de neoliberal, de ser parte de una estrategia de la Central de Inteligencia Americana, de ser conspiradora y desestabilizadora del orden social?

Es curioso que movimientos sociales, grupos sociales e individuos que toda su vida han estado bregando por la transformación social, que incluso han sido perseguidos, torturados y asesinados, sólo por querer un mundo distinto, ahora sean acusados de atentar en contra de la revolución. Resulta por decir lo menos irónico…

No se ha puesto a pensar señor presidente que de pronto ser radical no es ser estúpido, no es ser neoliberal, menos aún conspirador de la CIA, es quizá querer que los cambios realmente sean de raíz, que una revolución no sea una caricatura de revolución, no sea una simulación de revolución, sino que sea una revolución. Aunque usted no lo crea señor presidente la izquierda radical, como usted la define, y créame no es un insulto más bien un halago, no es imbécil, nunca ha pedido que por obra y gracia de una varita mágica se dé la transformación, pero si exige que el objetivo de la revolución sea el anticapitalismo, que el objetivo de la revolución sea trascender esta totalidad capitalista.

Es obvio que la revolución es un proceso harto complicado, difícil y largo, porque enfrentamos intereses demasiado poderosos, pero si el deseo de Otro Mundo, realmente otro es grande y si sabemos juntarnos en un proyecto de transformación real todos los sectores que nada tenemos que perder en este mundo y todo por ganar en otro, créame que la cosa se hace más fácil, pasito a pasito y con la paciencia andino-indígena que culturalmente nos caracteriza.

Por último, sería bueno saber, señor presidente ¿a dónde quiere que se vayan esos que según dice son radicales, esos que no quieren explotar la naturaleza, esos que no quieren transnacionales que succionen la riqueza del país, esos que quisieran vivir en una sociedad solidaria, equitativa, recíproca y no en una sociedad de mercado donde el valor supremo es el dinero y la competencia?

A dónde nos vamos a ir si ésta es nuestra tierra, aquí nacimos, aquí vivimos, aquí amamos, aquí luchamos, aquí sufrimos, aquí están enterrados nuestros muertos, todos nuestros antepasados, este es nuestro lugar; y créame que no somos neoliberales, no somos de derecha, no somos agentes, quizá muy locos, si, y créame no queremos boicotear la revolución, pero esa revolución suya es como dice el filósofo slovenio una revolución sin revolución, es algo así como tomar café descafeinado, pero al fin eso quizás se justifica por salud. Aún hay tiempo señor presidente para que deje de ser un moderado de izquierda y se haga un radical, seguro que todo el pueblo lo apoyará. Un radical que ponga con todo el pueblo, las bases sobre las que se levantará en el futuro el Otro mundo.


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