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Boletín ICCI
"RIMAY"

Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 2, No. 14, mayo del 2000

Editorial

El XV Congreso de la ECUARUNARI y la definición del proyecto estratégico de los pueblos indígenas

Al interior de las estructuras organizativas del movimiento indígena ecuatoriano, la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa, ECUARUNARI, constituye, a no dudarlo, la organización indígena de los pueblos kichwas más grande y más representativa. Su organización interna se conforma por la integración de trece estructuras provinciales que agrupan a un número significativo de organizaciones de segundo grado. La ECUARUNARI, jugó un rol protagónico de primer orden durante los eventos del mes de enero del presente año, cuando sus bases decidieron participar activamente en el Levantamiento Indígena, que produciría la destitución del ex Presidente Jamil Mahuad. Durante la década de los noventa, ha sido precisamente esta organización indígena la que ha estado en la base de los levantamientos y movilizaciones realizadas por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE.

A partir de la emergencia política del movimiento indígena, la sociedad civil ecuatoriana ha prestando más atención a las particularidades organizativas y políticas de los indígenas. De hecho, la CONAIE es ahora una de las organizaciones con mayor peso y trascendencia en el escenario nacional. La sola evocación de su nombre implica una serie de referentes a propósito de los indios y de su proyecto político. Puede afirmarse que la CONAIE ha ido consolidando su presencia política de tal manera que ahora es un referente obligado en la construcción de la democracia en el Ecuador.

Sin embargo, la ECUARUNARI, como organización filial de la CONAIE, ha jugado un papel más bien discreto, básicamente para consolidar y posicionar a nivel nacional e internacional a la CONAIE. Son los últimos acontecimientos políticos del Ecuador los que han provocado una creciente preocupación de la sociedad ecuatoriana sobre la organización indígena nacional, y, particularmente, sobre el rol, estructura, objetivos y conformación de la ECUARUNARI.

Ahora bien, la organización indígena del Ecuador, incluyendo la ECUARUNARI, se halla en un momento de profundas definiciones políticas y organizativas. Por una parte está el proceso de Consulta Popular convocada por la CONAIE, cuyo contenido fundamental es la crítica radical a la democracia existente y la búsqueda de nuevas formas de participación social que aseguren una democracia más pluralista, tolerante y participativa. Y, por otra parte, está el proceso electoral a celebrarse a fines del mes de mayo de 2000, por el cual el movimiento indígena pretende consolidar su presencia electoral y asegurar el control de varios poderes locales.

Ambos procesos generan sus propias dinámicas y las respuestas que se adecuen a estas dinámicas a veces entran en conflicto con el proyecto político que ha sido delineado por el movimiento indígena. En efecto, mientras que por una parte se deslegitima a la democracia existente convocando a una consulta popular que exige la revocatoria del mandato para los miembros de la Corte Suprema de Justicia y del Parlamento Nacional, por la otra, se utilizan los mismos canales de participación que hace posible la democracia ecuatoriana para acceder al control de los poderes locales, al menos de aquellos que por sus condiciones geográficas y demográficas tienen una alta incidencia de población indígena.

Esta aparente contradicción será, sin duda alguna, el leit motiv de la estructura de poder vigente en el Ecuador para deslegitimar políticamente al movimiento indígena ecuatoriano. En virtud de que el proceso electoral tiene una lógica que no se corresponde a aquella de la organización y movilización, y tomando en cuenta, además, que se ha ido construyendo a lo largo de la historia del país redes clientelares en las que predominan formas de manipulación social, las elecciones generalmente se adecúan más a la lógica de los caciques locales que dominan políticamente sus espacios, que a una lógica de participación y consciencia política. De hecho, existen multiplicidad de factores y mediaciones entre la democracia realmente existente y el movimiento indígena ecuatoriano y la sociedad civil en su conjunto. El caso es que para el movimiento indígena, a pesar de los evidentes logros que conseguirá en este proceso electoral, su leve incidencia en el porcentaje de votación nacional será uno de los handicaps que se utilizarán desde la retórica del poder para deslegitimar su presencia política, y reducirla a los límites de la acción gremial.

Tal es en el corto plazo, el escenario nacional en el que debe trabajar el ECUARUNARI. Sin embargo de ello, existe al interior de esta organización un horizonte a más largo plazo, y del cual la sociedad civil ecuatoriana, al igual que la estructura de poder, desconocen casi por completo, y que es uno de los procesos estratégicos más importantes del movimiento indígena ecuatoriano. Es el proceso de reconstrucción y de reconstitución de los pueblos de la nación kichwa.

Este es un proceso inédito, cuyas implicaciones son profundas y que se inscribe como un eje de acción que estructura la acción política del mediano y del largo plazo. Es desde la visión de reconstrucción y reconstitución de los pueblos, que la ECUARUNARI, piensa elaborar sus estrategias de acción tanto de la coyuntura cuanto del largo plazo.

Es por ello que las lecturas que pueden hacerse sobre la acción política del movimiento indígena, serán incompletas si no se toma en cuenta la importancia estratégica que tiene el proceso de reconstrucción de los pueblos. Pero entender este proceso implica sumergirse en las particularidades y complejidades del movimiento indígena ecuatoriano, sobre todo de los pueblos de la nación kichwa. Y la organización comprometida en llevar adelante este proceso es, justamente, la ECUARUNARI, de allí la importancia que obtuvo la celebración de su XV Congreso, y la definición que tuvo la elección de la nueva dirigencia.

Se estaba jugando, en esa oportunidad, un proyecto estratégico al largo plazo, en el cual la democracia ecuatoriana deberá redefinir sus contenidos más esenciales, transformándose en una democracia que posibilite el respeto a la diferencia, la soberanía efectiva en la conducción de los destinos de los pueblos, la tolerancia y la justicia.