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Año 2, No. 14, mayo del 2000 Construimos la vida, llamando a la pazPor: Vicenta Chuma Entre los pueblos de la nacionalidad quichua ha persistido una tradición en cuanto al liderazgo de mujeres desde la comunidad. La historia habla de mujeres que han trascendido: Lorenza Abimañay, Micaela Bastidas, Dolores Cacuango, Tránsito Amaguaña; pero, asimismo calla muchos nombres que no lograron atravesar la barrera impuesta por un silencio que nos recorta aún la memoria. Las mujeres hemos podido mantener en gran medida la cultura de nuestros mayores, recrearla en la cotidianidad, nutrirla de la vida de las generaciones que hemos habitado estas tierras, y contribuido a mantener vivos nuestros principios y nuestra ética. La presencia de la mujer es permanente en todas las actividades dentro de las comunidades; por lo general somos las mujeres quienes seguimos acunando a los huahuas (niños) con canciones quichuas, quienes le hablamos a la Pachamama (madre tierra), ofrendamos al momento del parto nuestra propia fertilidad para devolverle los frutos que alimentaran a nuestra familia, somos quienes -con tristeza- damos alas a los hijos para que vayan a que las ciudades, que casi nunca los devuelven. En las mingas y asambleas crece la participación de la mujer, pues, al mantener en mucho los ejes de lo comunitario en nosotras, podemos proponer y ejercer justicia, promover la equidad en los repartos de aguas, trabajo, cucayos, orientación; y, también, proporcionar la reflexión muy ligada a las costumbres antiguas, a la necesidad de fortalecer la familia. El trabajo de muchas mujeres, acompañadas y acompañando en este camino que el movimiento indígena ha ido construyendo durante años de resistencia, ha ido fructificando. Una necesidad apremiante para las mujeres era la de formarnos mejor, capacitarnos como líderes, tener elementos para poder aportar en mejor manera a la comunidad, la organización y la crianza de los hijos. Sin embargo, siempre nos íbamos quedando rezagadas de la educación, de la participación más activa; cargando a los hijos íbamos a las acciones, a las mingas, a las reuniones; pero, éramos cada vez más conscientes de que nos faltaba una preparación. Estas consideraciones llevaron a que las mujeres quichuas, agrupadas en la Ecuarunari, empezásemos a experimentar propuestas de formación política, desde el año 1996. En 1997 se logra conformar nuestra experiencia de Escuela de Formación de Mujeres Líderes Dolores Cacuango, y ahora este espacio es una constante para la reflexión, la vivencia compartida, la puesta en común de nuestras aspiraciones, conocimientos y demandas. A las mujeres Quichuas nos preocupa el deterioro y empobrecimiento extremo que nuestras comunidades, igual que el resto de excluidos del país ha sufrido en este último lapso, a partir de la crisis de los bancos, que recayó en las débiles espaldas del pueblo. Es más, la carga más pesada siempre recae sobre la mujer, la jefa de hogar, la comunidad indígena, así que a más de una preocupación, es un eje de lucha el combate a la pobreza. El último año, las condiciones de pobreza al agravarse, han ocasionado una alta salida de nuestros hijos de las escuelas y colegios, una disminución gravísima de nuestra alimentación, así como el deterioro de las relaciones y vida social en nuestras parroquias y comunidades, inclusive. Creemos que el gobierno nacional, al seguir impulsando medidas económicas que a nombre de salvar una macroeconomía que se desentiende de los verdaderos hijos de este país, esta derrumbando las posibilidades de futuro de nuestros pueblos. Creemos que llega a la provocación este gobierno que otorga créditos y regalos a los banqueros corruptos, que intenta subir los costos de los impuestos, que va a subir los precios de la gasolina y el gas. Estamos profundamente adoloridas y preocupadas por esta falta de conciencia social, por la aplicación de un modelo económicos que desatiende las necesidades humanas. Pensamos que mantener estas medidas económicas, anunciando además la llegada de otras más gravosas para los pobres, se asemeja a un llamado a la confrontación, y hemos escuchado con mucha alarma y dolor, que muchos desde la impotencia a la que nos conduce el empobrecimiento y la rabia, piensan que se han de buscar formas de enfrentar este llamado inconsecuente de los gobernantes del Ecuador. Frente a esta realidad, denunciamos esta provocación del gobierno, exigimos la búsqueda de alternativas reales a la economía nacional, y sobre todo queremos hacer un llamado comprometido a la paz en nuestro país, a una paz que se vaya construyendo desde la dignidad, el desarrollo sustentable e integral, el reconocimiento de la diversidad, y el cimiento de un estado plurinacional. Queremos llamar a la paz, mientras otros llaman a la confrontación entre hermanos, un llamado a una paz y un desarrollo que se basen en la comprensión y el verdadero diálogo intercultural. Nos hacemos eco entonces de las resoluciones de nuestro XV Congreso de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador, en el sentido de convocar a todos y todas las ecuatorianas/os a un gran diálogo, del que nazca un acuerdo mínimo para avanzar, buscando alternativas y propuestas realmente viables para nuestro diverso, plurinacional y trabajador país. Con el ejemplo de nuestros mayores, por nuestra historia de dignidad y resistencia levantamos nuestra propia voz y decimos: construyamos con tolerancia y diálogo un futuro Ecuador Plurinacional, Equitativo, que mirando sus verdaderos rostros y necesidades avance como referente para el mundo entero. |