Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 2, No. 17, Agosto del 2000
Ñukanchikmi kanchik, kaypimi kanchik
Nosotros somos, aquí estamos
Movimiento de Organizaciones Indigenas de Quito, MOIQ
Presencia milenaria
Hemos estado en Quito desde siempre, desde que tenemos memoria, y aún antes.
Dicen que estamos aquí unos once mil años. Pero claro, en esos tiempos no estábamos aquí como
MOIQ, teníamos nombres que se perdieron o que quizá están ocultos.
Dicen también que esta tierra era tierra para los viajeros de todos lados, dicen que venían del sur, de
las tierras frías del altiplano, de más allá de los desiertos; dicen que venían también del norte, de la
tierra de los mayas; venían también del mar y de las selvas tropicales del oriente.
Las gentes traían algodón y achiote, conchas spondylus y tejidos coloridos, papas y camotes, maíz
blanco, amarillo, rojo y negro. En fin, dicen que en estas tierras, llamados por el Taita Inti, venían
viajeros a cambiar sus productos y rendir ofrendas a la Pacha Mama.
Y así vivimos por siglos y milenios, aclimatamos el maíz, domesticamos la papa y el camote,
aprendimos de las virtudes curativas de las plantas, también de cómo juntarlas en el cultivo y en la
comida y así enseñamos a otros que traían también sus sabidurías y las cambiaban con las nuestras.
Pero llegaron otros que no venían a enseñar o a aprender, venían a cambiar las lágrimas del sol y de
la luna por espejos, venían a cambiar culturas que vivían en comunión con la naturaleza por otras que
se basaban en la explotación de esa naturaleza.
Y nos impusieron costumbres, religiones y valores y nos enfrentaron entre hermanos y convirtieron
a la tierra en una mercancía y al hombre y la mujer en esclavos.
Y pasaron quinientos años en los que hemos vivido de espaldas entre nosotros mismos y hemos sido
extranjeros en nuestra propia tierra.
Y ahora queremos vivir frente a frente a nuestros hermanos y juntar nuestros brazos y nuestras
inteligencias para crear un país nuevo, un país en el que la solidaridad y la equidad, el respeto y la
comunión con la naturaleza sean las normas de vida.
Como una de las herramientas indispensables en esta minga creamos el MOIQ (Movimiento de Organizaciones
Indígenas de Quito).
La minga: herencia de nuestros abuelos
Uno de los valores fundamentales de nuestra cultura es la solidaridad, nuestros pueblos originarios
basaban sus relaciones en el cuidado del grupo, el ayllu era el núcleo alrededor del cual se
desarrollaba la vida, nunca fue el individuo el determinante, siempre lo fue la comunidad.
La minga, que aún conservamos, se ha convertido en símbolo de nuestra cultura y en síntesis de
nuestros valores.
Cuando venimos a la ciudad, por trabajo o estudio, es la solidaridad de los hermanos que nos
antecedieron la que nos hace menos duros los primeros meses y años, es un pariente, un paisano,
un compadre, quien nos indica dónde debemos ir a vivir, es quien nos lleva al puesto de trabajo
en la construcción, en el mercado, en la fábrica o simplemente en la calle.
Así también nace, con la solidaridad, la necesidad de organizarse , por eso nace el MOIQ como
organización de segundo grado a la que luego se juntan varios grupos culturales, asociaciones e
incluso comunas de los alrededores de Quito.
Desde los primeros días la unidad fue un objetivo central de nuestro trabajo, una obsesión, por eso
nuestra posición firme junto a la organización de los quichuas, el ECUARUNARI y por supuesto
junto a la CONAIE.
Construyendo chaquiñanes
Dicen nuestros sabios que hemos empezado a vivir una nueva época, que la época de la oscuridad,
después de quinientos años, empieza a cambiar, empiezan los tiempos de la luz.
Las sociedades nacionales de América dicen haber perdido la década del ochenta, nosotros la
encontramos y logramos forjar en ella las herramientas para tejer la unidad de los pueblos.
Durante estos años de estudio, de discusión, de análisis, se fue creando el proyecto político de los
pueblos indígenas y se fueron encontrando respuestas y formulando nuevas preguntas.
Como parte de ese proyecto, el movimiento indígena dejó de luchar por sus intereses particulares
y se abanderó de los intereses de los pobres, de los desempleados, de los olvidados, de los
marginados.
Una herramienta más fue creada, el Movimiento Plurinacional Pachakutik Nuevo País, el
Pachakutik, como lo conoce la gente, ha ganado poco a poco espacios hasta convertirse en parte
fundamental de la vida política nacional.
Ahora el Estado ecuatoriano no puede más prescindir de nosotros, ahora los gobiernos tienen que
conversar con nosotros, ahora las autoridades tienen que aprender a escucharnos, poco a poco
están haciéndolo, solamente les falta entendernos, ya lo lograrán.
Como parte del movimiento indígena el MOIQ ha participado en las jornadas de análisis, discusión
y de lucha que nuestras organizaciones nacionales han resuelto. Hemos participado en los
levantamientos, marchas, asambleas y congresos, y además hemos provocado la discusión de
nuestra propia problemática, la relación de los pueblos y organizaciones indígenas con el medio
urbano, la aculturación y pérdida de valores de nuestros pueblos y la recuperación y
fortalecimiento de nuestra cultura y lengua.
Semilleros de identidad
Desde fines de los ochenta se oficializa la educación intercultural bilingüe en el país, y son las
organizaciones indígenas quienes toman bajo su responsabilidad la educación de sus pueblos, a partir
de sus propias culturas y lenguas.
La educación intercultural bilingüe nació y creció en el medio rural, especialmente para atender la
educación primaria, aunque la alfabetización bilingüe de adultos tuvo también su espacio. De esta
manera, la educación y la organización de los pueblos se dieron la mano y se fortalecieron
mutuamente.
El espejismo urbano produjo un incremento vertiginoso de las migraciones hacia las ciudades. Los
pueblos indígenas se vieron enfrentados a una lucha dura y desconocida, bajo condiciones en que sus
referentes culturales aparentemente eran dejados de lado, para priorizar la supervivencia en un medio
inhóspito, cruel y degradante.
En este contexto, va tomando forma una necesidad igualmente fuerte para los desplazados: la lucha
por su supervivencia como pueblos originarios que no quieren quedarse en el lamento del pasado sino
que tienen propuestas para el presente y para el futuro.
En la ciudad ya no están cerca nuestros abuelos, ya no podemos acariciar la tierra con nuestras
manos, ya no podemos saludar en alta voz en nuestras lenguas y nuestros guaguas no se enterarán
siquiera de dónde vinieron sus padres.
Surge así la necesidad de abrir espacios para la educación como elemento trascendental en el camino
de recuperar nuestra herencia.
Juntando manos y corazones
La forma de ver, de actuar, de organizarnos, de resolver los problemas y de plantear nuestro
destino, siempre ha sido unitaria, integral, equitativa, en el marco de la justicia.
Con la conquista de los europeos se interrumpe nuestra forma de coexistir, los pueblos indígenas
empiezan a entregar su esfuerzo a otro. No podemos acceder a nuestros territorios milenarios, nos
encierran en fronteras imaginarias de países, provincias y cantones y pretenden cortar nuestras
raíces y la existencia misma de nuestros pueblos.
Para el MOIQ, Quito no es el espacio asfaltado, ni solo aquello que aparece desde 1534. Es la
inspiración, la energía, el espacio sagrado que nos llama a luchar como opción de vida para que los
seres que habitamos estas tierras podamos tener continuidad. En este espacio están los puruháes, los
otavalos, los cañaris, los guarangas, los chibuleos, los salasacas, los saraguros, en fin, pueblos que
han resuelto levantar la bandera de la unidad en la diversidad desde el medio urbano.
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