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Editorial 20 años, el retorno de los ciclos“Este momento, al recordar los 20 años del levantamiento, es como cuando nosotros iniciamos un tejido. Un nuevo tejido, con otros diseños, de esta época, y que aún no hemos terminado y es importante hacer una gran minga para terminar el diseño de ese tejido, que se ha quedado en la mitad, para llegar a tener ese vestido nuevo, ese poncho nuevo que todos y todas estamos esperando. Ese tejido es el sueño, la esperanza de la liberación y ejercicio de nuestros derechos. El sueño y la esperanza de tener una vida con dignidad para todos y para todas” Blanca Chancosa- dirigente indígena La sangre de la tierra se expande, avanza por las avenidas de las ciudades. Un aire ancestral retorna a los sitios ultrajados, a los sitios pisoteados. Como el lodo que baja del páramo, los pies que fertilizan los suelos dejan el suelo del olvido. Las raíces fuertes lo cubren todo, cubren las estructuras de la colonia. Son raíces que cantan, son extensas y antiguas. Tienen voces y ecos. Resisten al olvido del mundo del Capital, resisten a la agresión persistente. Resisten. En 1990, la herencia de la vida en comunidad, el legado de la organización se vio en el retumbar de los pasos sobre las ciudades, sobre las carreteras. Eran nuestros muertos, nuestros vivos, era nuestra historia viva en las retinas de las gentes. Quemaba, ardía como fuego purificador en un campo desierto. Se reía, nuestra historia larga, nuestra presencia de lucha se reía en los rostros de aquellos quienes querían detenernos. La piel de la montaña inundó plazas, iglesias, gobernaciones, carreteras. Y entonces, los pueblos del Cóndor alcanzamos la reforma agraria. Recuperamos la tierra arrebatada a nuestros padres y abuelos. Ahora, es la hora de mirar el ciclo cumplido. Veinte años después, pisamos sobre las huellas que dejamos sin borrar. Con el sentir de la memoria a flor de piel, nos miramos, volvemos sobre los pasos andados. Abrigados, cobijados por la misma lucha, los hijos de la tierra recordamos nuestra historia. Escuchamos y aprendemos. En un foro que inauguró los festejos, en el auditorio de CIESPAL, el 20 de Mayo, volvimos a ver los rostros, la unidad: shuk yuyailla, shuk shungulla, shuk makilla runakashpa kanakanchik. Un solo pensamiento, un solo corazón, un solo puño siendo seres humanos. Celebramos nuestra memoria, la que hace nuestra voz resonar y nos hace permanecer. Tomamos impulso, alimentamos ese fuego que nunca se apaga, hablando de lo vivido, retomando sentidos, incendiando nuevos corazones. Nuevos ojos herederos hablaron al mirar esa lucha, aprendieron y buscan las huellas en el camino. Veinte años han pasado desde el levantamiento indígena en el Ecuador y lo recordamos, lo agradecemos y seguimos pensando en las luchas. Suena el churo, suenan las bocinas. Jóvenes, adultos, niños y niñas nos juntamos como la paja del páramo, como la lluvia al río, como el maíz a la mazorca y como nuestras manos a la tierra. Resonamos, renovamos, recordamos y seguiremos luchando. Consejo Editorial: Subvencionado por: Con el apoyo de: Dirección: Teléfonos: (593 2) 2900048 © Los artículos del presente Boletín pueden reproducirse citando la fuente |