|
Editorial Los retos de una verdadera izquierda en el siglo XXIFrente a la utilización mercantil de los medios de comunicación, y a la reducción de una sociedad civil politizada a una masa poblacional simplemente informada, debemos construir lazos de irreverencia política, frente a este gobierno que ha usurpado en el discurso nuestras luchas, mostrándose de rojo, cuando viste de verde, al servicio de un proyecto capitalista que prioriza la propiedad privada de los grandes medios de producción, comprometiendo los recursos naturales, la soberanía y la existencia misma de nuestros pueblos. Los trabajadores, obreros, estudiantes, campesinos, indígenas, del campo y la ciudad, debemos trabajar para crear la unidad de los pueblos y caminar juntos, construyendo el poder de una gobernabilidad comunitaria, diversa pero unida, bajo un proyecto político único. Quienes caminamos en las arenas de la producción real, sosteniendo una economía ficticia, basada en el valor de cambio, somos responsables de encontrar mecanismos que desdibujen los llamados colectivismos, propios de la sociedad pos moderna, debemos mirar hacia atrás sin resentimientos y temores para desenredar ideológicamente la maraña colectivista que nos entregó el capitalismo a inicios de los 90, cuando llorábamos frente a un supuesto cadáver, perdiendo referencias. Frente a tal ilusoriedad, nos quedamos divididos en colectivos, de mujeres, de hombres, trans-géneros, indios, barrios, comerciantes y más; y, no es que esté mal colectivizarnos, lo perverso de esta diversidad agrupada es que trabajemos individualmente por reivindicaciones colectivas, ciegos frente a la verdad que nos puede unir, que hace de todos una misma identidad, capaz de enfrentarse a desarrollismos, neoliberalismos y socialismos del siglo XXI, que no son más que fases del capitalismo, o corrientes políticas encaminadas a sostener un sistema económico consagrado a la propiedad privada, fuente de desigualdad social. Buscar voluntades para crear una agenda política común, para terminar con este sistema económico no es el camino, puesto ha dado muestra de ser nefasto no solo para el ser humano sino también para el mismo planeta, fuente de riqueza para ellos y fuente de vida para nosotros; debemos ir más allá de voluntades políticas que se unen por cuestiones coyunturales. La visualización de los elementos comunes que nos convierten en comunidad, diversa pero unida por el nexo del trabajo, nos permitirá no solo crear alianzas, nos permitirá construir un proyecto común, ¿acaso los hombres, las mujeres, los trans-géneros, los indios y más, no son trabajadores explotados ya sea desde la fábrica, del campo, o desde la deuda bancaria que nos transforma en obreros generadores de riqueza para el capital financiero? Es el trabajo que ha sostenido, a costa del hambre, la desnutrición, la ignorancia y la muerte, la economía que ellos llaman irreal; es tal la ambición de acumulación que no basta la plusvalía generada por el obrero en la fábrica y en el campo, la necesidad de acumulación no tiene fronteras, ni límites cuantitativos, busca en el mercado incrementar su ganancia, sin considerar que a la larga, el trabajo real no podría sostener por mucho tiempo tal mentira. Se les fue de la mano, el reinado de una economía basada en el capital financiero, realidad mundial que en primera y en última instancia afectará solo al obrero, un obrero que silente y alienado de su identidad productiva, necesita desmarañar los colectivismos que nos han dividido, y que nos han maniatado la posibilidad de construir un proyecto político que nos convoque a todos. Coordinación General: José Luis Bedón Subvencionado por: Con el apoyo de: Dirección: Teléfonos: (593 2) 2900048, 3203715, 3203732 © Los artículos del presente Boletín pueden reproducirse citando la fuente |