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Explotación minera en el EcuadorFelipe Guayasamín Para decir no a la ley minera, propuesta por el gobierno actual, lo más prudente es partir de un reconocimiento y análisis histórico de lo que ha sido la explotación minera a lo largo de la historia. La minería es una práctica productiva milenaria, de muchos pueblos en el mundo ¿cómo lo hacían? y ¿hacia dónde dirigían esta explotación? Trataremos de contestarnos conociendo esta práctica productiva desde nuestros pueblos. Por ejemplo los pueblos de la época pre-incásica de lo que hoy conocemos como territorios de América Latina, explotaban minas de cobre, oro y otros metales, desarrollando una metalurgia compleja, con técnicas de procesamiento, aleación y laminación extraordinarias, productos que eran dirigidos a prácticas religiosas, ornamentales y de intercambio, donde el concepto de acumulación aun no existía, debido a que eran sociedades que basaban y ordenaban su quehacer social en parámetros complementarios y de respeto a la vida, por lo que la naturaleza era vista como una totalidad, en la que el hombre estaba integrado, por lo tanto, la práctica minera andina de esos tiempos, era considerada como el cultivo al interior de la madre tierra (pachamama), cultivo que como cualquier otro, debía responder al mantenimiento de la vida comunitaria. Laborar en la extracción minera, para estos pueblos exigía una relación de intercambio entre el runa y la pachamama, de allí la interpretación que podemos darle al término anta-chacra, que traduciendo podemos decir chacras o sembríos de cobre, incluso podemos según el arqueólogo Luis R. González, en su trabajo “El Arte del Cobre en los Andes Prehispánicos. Historias de poder, brillos y colores”, llegar a deducir que el nombre de la cordillera de los Andes, provenga del Kechwa “Ante” esto es cobre, denunciando la relación de complementariedad y de reciprocidad, que los pueblos tenían en la práctica minera. Para confirmar lo antes dicho, podemos citar el hallazgo encontrado en 1899, por el ingeniero francés Mauricio Pidot, que investigando en “La Descubridora”, que hoy forma parte de Chuquicamata, descubrió el cuerpo de un minero indígena naturalmente momificado por la acción de las sales del cobre y la sequedad del lugar. Por su aspecto mineral y su color verde, se lo llamó “El hombre de cobre”. Su postura indicaba que se trataba de un minero que había sido sorprendido y asfixiado por un derrumbe mientras trabajaba al interior de un socavón. Junto a la momia había rudimentarias herramientas de trabajo, capachos de cuero para llevar el mineral y otros enseres. Una prueba radiocarbónica indicó que el hombre debió haber estado trabajando en las proximidades de Chuquicamata alrededor del siglo VI de esta era. Este hallazgo representa el primer testimonio humano de los pioneros de la explotación minera del desierto de Atacama. Es, también, una señal, de la presencia del hombre hurgando dentro de las entrañas de la tierra en busca de cobre. La arqueóloga Heather Lechtman, especialista en metalurgia del MIT, nos habla de la utilización de los productos mineros en los pueblos andinos pre hispánicos, los cuales no eran utilizados mayormente para la elaboración de armas, ni para la construcción del transporte, ni para herramientas agrícolas, pues esta última se la realizaba basadas en el estudio de los ciclos o temporalidades de la tierra por lo que no fue estimulada la herramienta metálica. A pesar de ello la metalurgia fue la tecnología más compleja que emprendieron las sociedades precolombinas andinas y la característica común de ésta a lo largo de todo el territorio andino fue su utilización, dirigida a fines simbólicos y estéticos, representaciones del quehacer mítico, político y cognitivo, prácticas de enorme importancia para los pueblos de los Andes. Es trascendente observar, que el desarrollo de una técnica tan compleja, como lo fue la minería y la metalurgia en los pueblos andinos prehispánicos, no fue desarrollado con fines acumulativos y de dominación, a diferencia de los pueblos europeos que junto a la conquista de América se nos trajo, no solo la jerarquía política y económica, también el menosprecio al cobre y la sobre valoración del oro y la plata. La conquista introdujo por primera vez, la obsesión acumulativa de la explotación minera, pues traían consigo, una organización social basada en la riqueza monería regida por el oro y la plata, visión que según las crónicas de la conquista en América andina, levantaron mitos fabulosos sobre los tesoros del INKA, sin embargo la evidencia histórica nos indica que habría sido el cobre, el material con el cual los pueblos prehispánicos alcanzaron sus mayores logros técnicos y expresivos. ¿Cómo y qué mecanismo utilizaban para extraer los metales? Partiendo de las evidencias, de que ya se vivía una zonificacion de la explotación minera, en la costa norte del Perú se practicó la aleación del cobre y el arsénico; en el área sur andina, la del bronce con estaño, y en la esfera Tiwanaku, una modalidad de bronce ternario, producido por la aleación de cobre, arsénico y níquel. La extracción de estos metales se lo realizaba por medio de la extracción subterránea o lavado superficial en los ríos, técnicas que en ningún momento causaban el rompimiento y la devastación del medio natural a gran escala. Podemos decir que los efectos eran directos para el ser humano sobre todo cuando analizamos, que esta técnica se la utilizó hasta mediados del siglo XX, pero debemos hacer una o dos diferencias fundamentales de la explotación minera, antes y después de la conquista. La primera ya la hemos planteado, la utilización del producto mismo de la práctica minera era dirigido a elementos de representación simbólica, política y conceptual, a diferencia de lo que llamamos tiempos de la colonia y tiempos republicanos en América hispana, donde la explotación minera estaba y está dirigida a la acumulación mercantil y monetaria. Si el sentido de la explotación de la minería en la colonia, era distinta a la de los pueblos prehispánicos, la forma o las técnicas utilizadas también eran distintas, se utilizaba la vida de los mineros, nuestro pueblo morían como lo han contado varios autores, cumpliendo con un turno de trabajo genocida, criminal y devastador del ecosistema, por la explotación a gran escala que posibilitó en gran parte el desarrollo de la industria, tecnología y capital de Europa. Mientras Europa vivía en el siglo XIX cambios científico tecnológicos, gracias al crecimiento mercantil y monetario incentivado con el oro, la plata, el trabajo y los productos de América, varias de nuestras huakas habían ya perdido su vida, su verdor, muestra de ello es el gran Potosí explotado desde el siglo XVI. Para el siglo XX, el avance tecnológico y el desarrollo de la mecánica, que permitían el movimiento de enormes cantidades de material, permitió la utilización de la dinamita para desbrozar las minas, técnica a la que hoy llamamos “cielo abierto”, técnica que se la aplica en más del 60% de la minas en el mundo, devastando riquísimos ecosistemas, provocando deforestación, contaminación del aire, del suelo y el agua. Si analizamos, el fin, o el objetivo de la explotación minera, a partir del siglo XX, en América ha sido y es la acumulación monetaria, mal nefasto de todos los sistemas económicos levantados sobre la explotación de los seres humanos, la cosificación y mercantilización de la naturaleza; bajo estas máximas se realizó la minería en la colonia y se sigue realizando en lo que hoy conocemos como República, épocas que responden a sistemas económicos, feudal y capitalista respectivamente. Para que la acumulación sea posible en este proceso de producción, tienen que cumplirse la formula Valor de producción=costo +beneficio El valor de producción se le obtiene mediante la valoración del yacimiento, por lo tanto depende de la naturaleza, características de mineralización, costo de mano de obra y transporte, lo que nos permitirá analizar los costos de explotación. Entonces, los costos de explotación dependen de muchos factores, naturales y sociales, por ejemplo: la distancia del yacimiento en relación a las vías de transporte y de consumo, pues si la distancia es considerable, se tendrá que asumir o minimizar en lo posible los gastos, otro factor es la decisión a tomar, si la explotación se la va a realizar a cielo abierto o de manera subterránea, se debe tomar en cuenta que la primera opción significa menos costo, pero niveles de contaminación muy altos. La explotación a cielo abierto por lo tanto se ve muy ventajosa para las transnacionales, pues baja el costo de producción y eleva el beneficio, por ello Latinoamérica y sus gobiernos en convenio con estas empresas prefieren la explotación a cielo abierto, a pesar de que esto signifique ir contra todos los derechos humanos y colectivos, escritos tanto en nuestra constitución como en niveles internacionales. Explotación a cielo abierta significa: alto grados de impacto ambiental, social y cultural, pues para obtener los minerales es indispensable deforestar y remover la capa superficial de la tierra, que da vida a la flora y la fauna. A través de esta destrucción se llega a extensos yacimientos de minerales contenidos en rocas, las cuales hay que pulverizar, aplicar cianuro, agua y zinc para precipitar el metal requerido. Se requiere de equipos que las compañías importan sin pagar impuestos. La explotación minera modifica severamente la morfología del terreno, apila grandes cantidades de material estéril, contamina la capa friática, destruye bosques, áreas cultivadas, viviendas, etc. Puede alterar el curso de los ríos, destruir la pesca y crear lagunas o pantanos con aguas tóxicas. El aire lo contamina el polvo, los combustibles tóxicos y vapores de gases de cianuro, mercurio o dióxido de azufre utilizados. El ruido producido por las explosiones, trituración, generación de energía y transporte es otro proceso de contaminación. En la explotación se utilizan enormes cantidades de agua, el equivalente al consumo de agua de 30.000 familias. Agua que no tiene costo económico para las compañías, aunque provoca el desecamiento de la zona Sin embargo a esto para los años 90 del siglo XX, La minería en Latinoamérica, cobró un nuevo auge, debido a la disminución de la producción en Canadá y EEUU, el alza de precios del oro y otros metales que significó esta crisis, puso en jaque a las compañías transnacionales de la minería, obligándolas a buscar alternativas de explotación a bajo costo. Latinoamérica, reunía los requisitos que permitieran a las transnacionales mineras cumplir con los objetivos “a menor costo de explotación mayor beneficio”, la existencia de leyes que favorecían a las compañías transnacionales, la debilidad en la protección ambiental y laboral, y la desinformación y limitada organización de la población que sería directamente afectada, eran y son las condiciones ideales de explotación. Han pasado dos décadas y la explotación minera capitalista, en América sigue practicándose con total libertad a pesar de tener códigos legales, tanto a nivel de los estados nacionales como a nivel internacional, a pesar inclusive de la fortaleza organizativa conciente de los daños ambientales y culturales que han causado a lo largo de la historia colonial y republicana, encrudeciéndose en los últimos tiempos. Entonces es necesario analizar si la explotación minera es realmente el problema. Creo firmemente que no, los pueblos y nacionalidades que vivimos en el Ecuador y en Latinoamérica, no estamos en contra de la explotación minera, estamos en contra del ¿para qué? de la explotación minera, pues ello determina la forma de la explotación. Con la intención de no dar espacio a las elucubraciones o malos entendidos de esta última reflexión, es necesario citar algunos argumentos que han surgido luego de esta reflexión. -No a la explotación minera, porque son las trans-nacionales, ligadas a los países desarrollados las que se benefician, debido a su necesidad industrial y de mercados, sin importarles el daño, ecológico, cultural y social que puedan producir, por lo tanto el beneficio no es colectivo. -No a la explotación minera porque, está orientada por la ganancia y la acumulación, por lo tanto niega, invisibiliza la vida, al mismo tiempo que la elimina; la vida que no se resume en los seres humanos, trasciende a la naturaleza y al futuro del planeta. - No a la minería, porque nos prostituye a la hora de defender nuestra tierra, ofreciéndonos pagar por los daños ecológicos causados. La idea no es indemnizar, el objetivo es no alterar la vida del planeta. -No a la minería porque la única salida que nos han dado los gobernantes nacionales y supra-estatales es la ley, que puede ser negociada, interpretada y por último violada. -No a la minería porque siglos de explotación, no nos ha servido para mirar otras fuentes de obtención de metales y minerales que ya existen en los grandes botaderos de chatarra y que procesarlos para reciclarlos, no beneficia como seguir desbrozando la naturaleza. - No a la minería porque responde a un sistema económico social, basado en la propiedad privada, la acumulación de la riqueza y la explotación del ser humano y la naturaleza. - Y por ultimo no a la minería porque va en contra de nuestros principios fundamentales, la vida, la comunidad y el planeta aconteciendo en relaciones de reciprocidad.
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