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Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 10, No. 115, Octubre del 2008

Editorial

¿Por qué los ecuatorianos hemos dicho sí a la constitución del 2008?


Más allá de la disputa montada entre alcaldes y presidente, más allá del marketing mediático articulado y financiado por el estado ecuatoriano, administrado por el presidente Rafael Correa; más allá inclusive de los ofrecimientos, de los bonos, de las carreteras que se han quedado a medio construir o a medio restaurar, luego de haber dicho si a la constitución elaborada a saltos y a sustos, y reelaborada por la comisión de redacción; más allá de la subida de precios, con un salario de 200 dólares y una canasta familiar básica de 510 dólares, el pueblo ecuatoriano ha dicho sí a la constitución elaborada en Montecristi, porque quiere o guarda la esperanza de “sepultar la vieja estructura del Estado, a la partidocracia, a la oligarquía, al colonialismo, al neocolonialismo y al modelo neoliberal”

¿Irrisorio verdad? Hemos dicho SI, a la constitución porque queremos el cambio estructural del Estado, y claro que es un cambio, ya no tener tres poderes, ahora son cinco, antes el poder estaba repartido entre la función ejecutiva, legislativa y judicial, ahora tendremos las siguientes reparticiones, pero no una verdadera participación popular:

Una función Legislativa, la cual ya no será llamada Congreso Nacional, ahora se llamará Asamblea Nacional, los integrantes ya no se llamarán diputados, ahora los tendremos que llamar asambleístas y lo novedoso es que podremos nombrar a jóvenes de 18 años como dignos representantes de nuestros intereses, y lo decimos por este cambio en la Función Legislativa.

Una Función Ejecutiva, la cual está compuesta por la presidencia, vicepresidencia, ministros de estado e instituciones públicas necesarias para cumplir sus funciones, aclaración que no existe en la constitución del 98, el “cambio estructural del Estado” creo que en parte lo podemos encontrar en el articulo 148, de la constitución que hemos aprobado, articulo en que otorga a la presidencia, ¡ojo! no a la función ejecutiva, a la presidencia, la potestad de disolver la Asamblea Nacional, cuando según su juicio la asamblea se haya tomado atribuciones que no le competen, u obstruya la ejecución del plan nacional de desarrollo, peor aun si hay crisis política interna, cosa que es muy común en nuestro país, verdad?

Si este fuera el caso, la presidencia, durante el periodo de disolución y de restauración de una nueva asamblea, podrá hacer y deshacer leyes, ¿Semejante cambio se llamaría o no cambio estructural? Lo que le faltó a la Asamblea con este artículo es cambiar la nominación de la presidencia por la majestad presidencial, al puro estilo de las monarquías absolutas.

Una Función Legislativa, que ha crecido en nominación, ahora Función Legislativa y de Justicia Indígena, compuesta por la Corte Nacional de Justicia, anulando el nombre pomposo que puede entrar a competir con la majestad presidencial “La Corte Suprema de Justicia” los otros artículos, palabras menos palabras más, los mismos del 98.

Una Función de Transferencia y Control Social, éste si es un cambio estructural del Estado, compuesta por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, la Defensoría del Pueblo, la Contraloría del Estado y las superintendencias, ¿los barrios, las comunidades, los pueblos indígenas, dónde están?

Una función que aun no sabemos cómo, cuándo y con quiénes va a funcionar, pero ya existe en letras en la Carta Magna, lo único que sabemos líricamente es que se encargará del control y la fiscalización del poder público e incentivará la participación ciudadana, ¿Es por eso que guardamos esperanza?

Una Función Electoral, antes mal llamado Tribunal Supremo Electoral, nueva función que está compuesta por el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Contencioso Electoral. El cambio estructural del Estado, nos permite de plano observar que el poder disputado por las oligarquías de siempre, por la partidocracia, ahora tiene más espacios, más puestos donde colocarse.

Terminar con la partidocracia, que no supone empezar con amigocracias; resulta espantoso aceptar que el pueblo ecuatoriano ha dicho sí, a una constitución construida desde personajes que fueron y son de partidos políticos tradicionales, legitimados por supuesto por una asamblea de mayoría gobiernista. Hemos terminado con el si, el último día de la partidocracia y hemos iniciado el primer día de la alianzocracia, pareciera que el dicho sabio de un pensador se repitiera constantemente en nuestra América “Una vez como historia y otra como sainete”.

Lo más triste de esta situación es que la eliminación de la partidocracia, se ha reducido a que los militantes de los partidos políticos que siempre han disputado o han “gobernado” ahora ya no sean parte de éstos, ahora se hayan reunido alrededor de los movimientos sociales, ONGs y movimientos indígenas, para seguir gobernando, si no es así, preguntémonos ¿qué hacen ocupando los ministerios gente del PRE o asesorando la presidencia gente del PSC? Y ¿qué hace un asesor extranjero que aconsejó en la constitución del 98, asesorando la revolucionaria constitución de 2008, (asesor español, Roberto Viciano)?

Refiriéndonos a eliminar el colonialismo, nos resulta irrisorio este objetivo frente a la propuesta de ley minera que ha puesto en consideración el gobierno, que indirecta y conjuntamente con la constitución fue ratificado. Decir que votamos por el si, para eliminar el colonialismo, cuando por medio de esta ley otorgamos a las empresas transnacionales todas las garantías de explotación sin importarnos en absoluto, la desapropiación de nuestros territorios, su contaminación y destrucción, incluyendo en esto la destrucción de nuestra cultura, porque los yacimientos mineros se encuentran mayormente en los territorios de las nacionalidades y pueblos.

¿Cómo hablar de la eliminación del colonialismo o neocolonialismos, cuando nos prometen una consulta previa, en cuanto a la explotación y usufructo de nuestros territorios y a reglón seguido nos dicen que si negamos dicha explotación, el último en decidir es el gobierno?, no se parece eso acaso, a la ley de las indias en América, donde los indios encomendados, tenían protección de la madre patria y en la práctica eran habitualmente esclavizados.

Por lo tanto, podemos decir que la gente, el pueblo, el ser común que camina todas las mañanas a las fábricas, a las chacras, al puesto de venta, ¿votó por el cambio? ¿Podemos asegurar eso? Creemos que no, no somos tan ilusos, es verdad que la maquinaria comunicacional que se ha utilizado nos ha podido vender cualquier cosa, pero no somos tan ingenuos.

La verdad es que votamos por el si, primero para negar y deslegitimar la constitución arbitraría del 98, no porque acomodaron e interpretaron según las leyes capitalistas nuestra propuesta del Sumak Kawsay. Hemos votado por el sí, por la educación gratuita borrada de la constitución en el 98, más no por la simple declaración del Estado plurinacional y la aceptación del Kichwa como idioma oficial de relación intercultural, porque sabemos que para formar un Ecuador Intercultural y Plurinacional necesitaremos no solo cambiar de estructura estatal, sino cambiar de sistema económico.

Hemos dicho sí también porque, la puerta de la interculturalidad jurídica nos queda abierta, sabemos que la confrontación política, ahora cuenta no solo con la movilización, cuenta con un instrumento propio del mismo capitalismo, para exigir la participación del pueblo, sea este chachi, montubio, afro, o cualquier otro. Con esta afirmación no queremos decir que nos han quitado, ni nos han cercenado la capacidad de movilización, este espacio político siempre estará, y es a través de él, que estamos seguros conseguiremos los verdaderos cambios.

Decir si a la constitución, no significa para los pueblos del Ecuador, la tarea definitiva de un ordenamiento económico que responda a la vida plena, es simplemente un caminar midiendo las capacidades del capitalismo para sostener su legitimidad.

Por lo tanto decir si a la constitución capitalista, con una retórica hermosa y escrita con ciertos conceptos planteados desde los pueblos, no significa haber logrado los cambios necesarios, por ello, estaremos vigilantes y seguiremos trabajando por un sistema económico que garantice nuestra vida plena.


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