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Un símbolo de la peor historia de EspañaKintto Lucas Juan Carlos, el español al que algunos consideran rey (título que además de ser ridículo para el siglo XXI, no tiene ninguna representatividad popular y ha comenzado a ser cuestionado en la propia España -¿por qué no hacen un referéndum consultando al pueblo español si quiere tener un rey? o ¿si está de acuerdo en que éste sea el rey o cualquier otro?-, aunque sea defendido por ex soldados del franquismo), en la última Cumbre Iberoamericana se enojó con el presidente venezolano Hugo Chávez (éste sí, guste o no, elegido y reelegido por el pueblo de su país) por UNO A 500 años del llamado “descubrimiento de América”, el gobierno español y sus pares latinoamericanos, apoyados por Estados Unidos y los países de la Comunidad Económica Europea, festejan el gran aniversario. Sin embargo, no voy a hablar de ese proceso que, iniciado con la llegada de Cristóbal Colón, llevó a la destrucción de culturas, a la usurpación de tierras y riquezas, a la explotación y casi exterminio de los indígenas. Tampoco recordaré que la conquista se sigue procesando, y que los pueblos latinoamericanos siguen sufriendo la maldición de las riquezas que aún quedan en estas tierras como diría Eduardo Galeano. Que tras el oro, el petróleo, el uranio, se lanzan hambrientas las transnacionales, conquistadoras modernas, descendientes de aquellos que invadieron estos pagos. No quiero recordar eso, ni hablar de los intereses del gobierno español y sus aliados de la OTAN en perpetuar la humillación de nuestro continente utilizando el aniversario como fachada para transformar a España en puerta de entrada de los “inversores” de la CEE hacia América Latina, para lucrar con las privatizaciones. Ni siquiera intentaré rebatir el significado histórico que dan los historiadores colonizados del continente al hecho que denominan “encuentro de dos mundos”. DOS Hay que reconstruir la creatividad de América Latina, comenzando ser América Latina, estructurando un nuevo tipo de sociedad, opuesta a la sociedad capitalista que nos agobia y a la sociedad estalinista que agobió el Este europeo. La nueva sociedad latinoamericana debe tener capacidad de hacerse cargo, con su propias fuerzas y sus propios medios, de una realidad que no es europea ni norteamericana. Una sociedad capaz de saber con qué elementos está hecho este gran país que denominamos nuestro continente, y como podrá ir caminando por ideas, métodos y formas organizativas nacidas de su propia geografía, sin inventarse fantasías. Para eso habrá que pelear mucho y será necesario tener una cabeza abierta, capaz de contrarrestar el proyecto de las clases dominantes que siguen limitando las posibilidades a una solución de la problemática económica, en la medida que llevan al continente a ser objeto de políticas ajenas a nuestro ser, como la privatización, bloqueando así la potencialidad de las mayorías de constituirse en sujeto político de sus propios intereses. Para comenzar a construir esa nueva sociedad es necesario que los sectores revolucionarios, junto a la gente, tropiecen con la historia real, comprobando que donde se creían predominantes las ideologías globalizantes o totalizadoras presenciamos la transición hacia el dominio de otras formas comunicativas, como la cultura en general, el arte, las religiones, las costumbres, las diversidades, los submundos y la subjetividad del pensamiento. ¡Cuidado! Esto no significa el fin de las ideologías, sino un estudio más abierto, menos cuadrado de sus influencias en la actualidad. La llave del circulo opresor de América Latina no está solo en la política y la economía, sino también a nivel subjetivo de la sociedad. Esto obliga a estudiar, resignificar y aprehender todo lo que represente la cultura latinoamericana -mitos, creencias, leyendas, la verdadera historia- para que, vinculándola a un quehacer liberador, se puedan extraer alternativas propias de un camino en el que -rescatando la vigencia del socialismo- se tenga en cuenta al ser humano con todas sus potencialidades y debilidades. Con todos sus mundos, vivencias y creencias. Y así partir hacia a la construcción de un nuevo ser humano más solidario, más colectivo, más unido y más respetuoso de las individualidades y las diversidades. Un ser con una verdadera identidad. Debemos reconfirmar el espíritu que nos haga saltar de la fatalidad impuesta a la esperanza cierta, en palabras de Galeano. TRES Es necesario realizar una contraconquista y conquistar con el pueblo, el lugar y el poder donde reside el dominio de la subjetividad, que señalando como debe ser el nuevo mundo, sabrá decir como debe ser el nuevo pueblo y cuál es su misión en la dirección de una nueva sociedad. Coordinación General: José Luis Bedón Con el Apoyo de Subvencionado por: Dirección: Teléfonos: (593 2) 2900048, 3203715, 3203732 © Los artículos del presente Boletín pueden reproducirse citando la fuente |