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Año 1, No. 6, septiembre de 1999 Editorial Neoliberalismo y movimiento indígenaLa nueva estructurade poder mundial condiciona a todo tipo de pensamiento, de reflexión yde análisis a la aceptación acrítica de sus premisas y de suscategorías. Este totalitarismo del pensamiento ha sido denominado como el"pensamiento único". La nueva ortodoxia hace delmercado y del neoliberalismo los referentes bajo los cuales debencomprenderse todos los fenómenos de la historia humana. Para este "pensamiento único", inclusola diversidad y la enorme complejidad de los pueblos y nacionalidadesindígenas, pueden ser comprendidas bajo los parámetros del neoliberalismo. Pero no solo que pueden ser comprendidas, sino que incluso sepropugna que el neoliberalismo puede ser la mejor solución a losproblemas que actualmente aquejan a los pueblos indígenas. En virtud de que el neoliberalismo propone la eficiencia y latransparencia del mercado como mecanismo de regulación social, es apartir del mercado que muchos problemas de los pueblos indígenaspodrían ser resueltos. De esta manera el"pensamiento único" parece haber encontrado lasolución a los problemas de la humanidad. Sin embargo, las cosas no son tan fáciles como las propone eldiscurso neoliberal. En primer lugar, porque la eficiencia es unacategoría totalmente alejada de la cosmovisión indígena, al menos,de los pueblos indígenas que habitan el Ecuador. La eficiencia necesita de su contraparte,el denominado desde las ciencias sociales como homoeconomicus, es decir, el hombre racional, que busca la eficienciaen la consecución de sus fines, altamente individualista y que ha sido construido por lamodernidad y por el sistema capitalista. Los pueblos indígenas han sidoy son aún las víctimas permanentes de esa racionalidad, de esa eficiencia y de esesistema. Ha sido, precisamente, en virtud de la eficiencia del homo economicus que se llevó adelante la el sometimiento a lospueblos indígenas de América. En segundo lugar, está la concepción comunitaria de vida que notiene nada que ver con la propuesta individualista que subyace al discursoneoliberal. De hecho, la historia demuestra que la formación delmercado ha significado la destrucción literal de toda forma de vida comunitaria. Lo hizo la dictadura dePinochet en 1989, cuando prohibió por decreto la existencia comunitariade los hermanos Mapuches. Lo hicieron las dictaduras de Guatemala queexterminaron físicamente a las comunidades indígenas. Mercado y Comunidad sontérminos contrapuestos y que históricamente han estado confrontados. En tercer lugar, está el problema de la aceptación del Otro, esdecir, el reconocimiento de la Alteridad. El discurso neoliberal debereconocer que la racionalidad y la eficiencia del homoeconomicus es solamente un tipo de racionalidad humana. Que frente a esaracionalidad existen otras formas de racionalidad que tienen todo elderecho a existir y a pervivir en su diferencia radical. De no hacerlo, eldiscurso neoliberal aceptaría reconocerse como excluyente. Y ello lo lleva a posiciones racistas.Pero si el discurso neoliberal acepta que existe otra forma de racionalidadque no es precisamente la suya entonces debe relativizarse, es decir, debe aceptar al Otro. Y toda su propuesta notendría sentido, porque estaría obligado a aceptar las otras formasde organización social que no tienen nada que ver con el neoliberalismo, como son lasformas comunitarias de vida de los pueblos indígenas. En cuarto lugar están las relaciones de poder y que parecen noformar parte del discurso neoliberal. El mercado no es un sitio libre derelaciones de poder y de dominación. Todo lo contrario, allípredomina la ley del más fuerte. Todos los mercados del mundo están controlados por poderosos interesesparticulares a quienes no les interesa para nada el bien común. Por estas razones, propugnar el neoliberalismo como opción posiblepara los pueblos indígenas releva de una ideología imbricada con elpoder. Para los pueblos indígenas la opción está justamente, enoponerse a este tipo de ideologías y en la búsqueda de reconocimientos de nuestras diferenciasradicales y en la aceptación de que solo asumiendo la diversidadpodrá construirse lo nuevo, lo diferente, y a partir de allí laconstrucción de una sociedad verdaderamente racional, justa y, sobre todo, queaprenda a convivir en el respeto a la diferencia. |