ICCI
Presentación
Boletín
Cumbre
Fotos

Boletín
ICCI

Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 1, No. 8, noviembre de 1999

Editorial

La CONAIE y la constitución de un nuevo sujeto político

En 1986 fue creada la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, CONAIE, que aglutinaba a su interior a las organizaciones indígenas regionales más representativas de los pueblos y nacionalidades del Ecuador, como son, el ECUARUNARI (Confederación de los pueblos de la nacionalidad Quichua) y la CONFENAIE (Confederación de los pueblos y nacionalidades de la Amazonía), entre las más importantes. Para ese entonces, la creación de la CONAIE no suscitó mayores comentarios dentro del ámbito político y social de nuestro país.

En efecto, desde la creación de la república en 1830, para el discurso dominante, los indios simplemente no existían, como Garabombo el Invisible, aquel heroico personaje creado por el escritor peruano Manuel Scorza, los indígenas eran invisibles para la visión oficial. No tenían el derecho a existir dentro del imaginario y del discurso político dominante. Su cultura se reducía al folklore y su lengua no era otra cosa que un "dialecto". Para los sectores más radicales de la sociedad, el problema indígena, en cambio, se reducía a la "cuestión agraria". Los indios eran vistos como campesinos y su lucha tenía un carácter reivindicativo, luchaban por la tierra.

El nacimiento de la CONAIE coincide con las una de las épocas más negras de la historia contemporánea del Ecuador: la brutal y feroz represión al pueblo ecuatoriano que, incluso, adquirió características de terrorismo de Estado, llevado adelante por el régimen social cristiano de León Febres Cordero, y que cerró todos los espacios críticos de la sociedad, además de generar un miedo social que desmovilizó la capacidad de respuesta y que, finalmente, contribuyó a desarticular al movimiento obrero, hasta entonces, el opositor más radical a la imposición del neoliberalismo. Sin embargo, es en este contexto que se logra organizar y constituir al actor social más importante de la década de los noventa: el movimiento indígena ecuatoriano.

Efectivamente, es a partir de las estructuras organizativas creadas desde la CONAIE que se va a articular la unidad estratégica de varios actores sociales, que confluirán en la creación de la Coordinadora de Movimientos Sociales del Ecuador, a no dudarlo, uno de los sujetos políticos más importantes de esta década.

A inicios de los años 90, la CONAIE organiza el primer levantamiento indígena de la era contemporánea e incorpora al escenario nacional a un actor social nuevo: los indios y sus organizaciones. La sociedad ecuatoriana no sabe cómo asumir al movimiento indígena, de hecho, sus primeras reacciones van desde el miedo hasta el menosprecio. La propuesta de pluriculturalidad y de plurinacionalidad no son aceptadas por la sociedad y se cierran filas en contra de ellas. Se ve en el pedido indígena de plurinacionalidad un atentado contra la integridad del Estado Nación Ecuatoriano. Desde el Presidente de la República, pasando por las cámaras de la producción, las cámaras de los agricultores, medios de comunicación, sectores políticos, etc., todos coinciden en rechazar la demanda indígena de pluriculturalidad, y frente al levantamiento indígena de 1990 se opta por la violencia y la represión.

En realidad, lo que el movimiento indígena reclamaba era el reconocimiento a la profunda diversidad que estructura el estado nación conocido como Ecuador. El Ecuador no era un espacio homogéneo en el cual solo existía un norte, aquel de la modernidad capitalista. Existían también pueblos enteros fuera de esa modernidad capitalista que reclamaban el derecho a existir y a pervivir en su diferencia radical.

El debate político empieza a transformarse y se van incorporando, gracias al movimiento indígena, temas y problemáticas nuevas. La plurinacionalidad se convierte en un eje estratégico del movimiento indígena que sobrepasa a las demandas reivindicativas por la tierra y que incorpora nuevas dinámicas políticas y organizativas a la CONAIE y a sus filiales. Se trata, en definitiva, de aceptar la alteridad que representa el mundo indígena, en un contexto de una sociedad profundamente cerrada, racista, autoritaria y excluyente.

La marcha de los pueblos indígenas de Pastaza en 1992, y los actos para conmemorar los quinientos años de lucha y de resistencia, otorgan al proceso de constitución de la CONAIE, una dimensión nacional e incluso internacional. La organización indígena comienza a constituirse en un referente obligatorio para comprender la realidad ecuatoriana.

Para 1994, el rol de la CONAIE será vital para impedir la aprobación de la Ley de Desarrollo Agrario, propuesta por el gobierno conservador de Sixto Durán Ballén. La iniciativa gubernamental apuntaba a la modernización capitalista en el agro, destruyendo a las comunidades indígenas y convirtiéndolos en fuerza de trabajo para las agroindustrias y la agroexportación.

La CONAIE, en esta oportunidad, no solo que organiza políticamente al movimiento indígena para frenar el intento de privatización de la tierra y la destrucción de las comunidades, sino que, además, asume un carácter propositivo. En efecto, la oposición al proyecto neoliberal de privatización del agro y de modernización capitalista, se enriquece con la realización desde las propias organizaciones indígenas, de un proyecto de ley de desarrollo agrario y un proyecto de ley de aguas. Son las primeras iniciativas de un proceso de legislación que tiene como base la participación democrática de los pueblos y nacionalidades indígenas. Sobre la base del diálogo y del consenso, prácticas tradicionales en el mundo indígena, se construyen dinámicas organizativas diferentes y alternativas. Son estas prácticas las que estarán a la base de los procesos políticos de los años 1996-90.

Efectivamente, es en la coyuntura de 1996-1999, que la CONAIE tendrá un rol protagónico en la vida nacional y que marcará su transformación de actor social en sujeto político. En esta coyuntura, se definen, de una parte, procesos políticos organizativos en los cuales el movimiento indígena es el elemento central para la conformación de la Coordinadora de Movimientos Sociales del Ecuador y sus jornadas de lucha en contra de la imposición neoliberal.

Pero, de otra parte, se configuran procesos políticos electorales que transformarán radicalmente el tradicional escenario político nacional. Es en este periodo que se conforma el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik-Nuevo País, que ganará para el movimiento indígena ecuatoriano, por vez primera en nuestra historia, cerca de un 10% de la representación parlamentaria, varios poderes locales y varios espacios institucionales, entre ellos, el actual CODENPE. Es en esta coyuntura que se logra la aprobación del convenio 169 de la OIT.

La constitución del Movimiento Pachakutik-Nuevo País, es un desafío para el movimiento indígena ecuatoriano. Se pretende una participación política sin tutelajes y sin direccionalidades predeterminadas. Es un espacio nuevo, porque no implica solamente a los indígenas, sino que intenta abarcar al conjunto de la población. El discurso construido desde la práctica indígena y en el cual la plurinacionalidad constituyó un eje estratégico, debe transformarse de tal manera que pueda abarcar a otros sectores, al mismo tiempo, que haga posible una lucha por cambiar nuestra sociedad.

Este nuevo discurso debe hacerse con el pueblo, con aquellos sectores que han sido duramente golpeados por la política económica, y que también sufren por la discriminación social y el racismo económico. Es de esta manera, que la CONAIE, conjuntamente con otros sectores sociales, convocan en 1998 a la Asamblea Constituyente del Pueblo, el ejercicio democrático más representativo de este último periodo.

Así, la CONAIE abrió el espacio social hacia nuevos actores y hacia nuevos discursos. Posibilitó la incorporación de nuevos temas de debate, pero, quizá lo más importante, cuestionó el profundo racismo que atraviesa a nuestra sociedad, que ha construido una estructura de poder asentada en el desprecio absoluto al Otro, en la exclusión total de lo indígena.

La voz crítica de la CONAIE se convierte en un referente de organización y de discurso político para el pueblo en su conjunto. Durante el Levantamiento por la Vida y contra el Hambre, del mes de julio de 1999, fue la CONAIE quien llevó adelante la oposición más radical y más consecuente contra las pretensiones gubernamentales. Fue ella quien posibilitó la negociación, asimismo por vez primera en nuestro país y en condiciones de poder, de un paquete económico de ajuste.

Es por ello que las elecciones de la nueva dirigencia de la CONAIE, en este mes de noviembre, son una cuestión de alcance nacional. Se está jugando, y sin ninguna exageración, el futuro del país. De la nueva dirigencia de la CONAIE dependerá que ésta se constituya en el referente a partir del cual se pueda articular una propuesta para transformar al Ecuador, y construir así un país más justo, más tolerante, más democrático.