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Boletín ICCI
"RIMAI"

Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 2, No. 11, febrero de 2000

Editorial

Seattle y Ecuador: nuevos procesos de resistencia en la sociedad civil mundial

En el mundo en el que vivimos, lo simbólico adquiere una dimensión fundamental. En ese mundo simbólico, dos eventos recientes se revelan como portadores de una significación especial sobre los tiempos que advienen, el uno es Seattle y la emergencia de una sociedad civil global; el otro es la emergencia política del movimiento indígena ecuatoriano, que en el mes de enero destituyó al Presidente demócrata-cristiano Jamil Mahuad y constituyó un efímero gobierno de "Salvación Nacional".

La protesta de diversos sectores de la sociedad civil en contra de las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio, OMC, en Seattle, evidenciaron que sobre las democracias existentes, incluso aquellas de Europa y de Estados Unidos, hay un poder real que no está sometido a ningún tipo de control ciudadano. Es el poder financiero avalizado por las multilaterales de crédito y desarrollo, el FMI, el Banco Mundial y la OMC.

Es este poder el que ha tomado como rehén a las democracias del mundo entero, y que obliga a los países a competir entre sí para otorgar nuevas seguridades y garantías al capital financiero: tributaciones mínimas, exención de controles fiscales, costos de la fuerza laboral reducidos al mínimo, eliminación de sindicatos y de la contratación colectiva, eliminación de regulaciones sobre el medio ambiente, desconocimiento de las diversidades étnicas, etc. Y es contra esta voluntad omnímoda de someter al mundo entero a las leyes del mercado y al control de los grandes monopolios transnacionales, que diversas organizaciones de la sociedad civil, de diferentes partes del mundo, protestaron en Seattle.

Se trata, en definitiva, de constituir una ciudadanía global, que pueda ejercer un control social sobre el poder financiero mundial, y las instituciones y poderes políticos que lo sostienen. Las democracias se construyen desde la ampliación de los espacios públicos y desde el control de la ciudadanía a sus sociedades. La construcción de una sociedad civil mundial, es una utopía que se inscribe cada vez con más fuerza dentro del horizonte de posibilidades de la democracia. En efecto, la globalización no puede ser solo de mercancías y de capitales, es necesario también la mundialización de la democracia, de la ciudadanía participativa y de la conformación de la sociedad civil de carácter planetario. Tal es el núcleo simbólico, cargado de esperanzas, que Seattle permitió vislumbrar.

De otra parte, y luego del estancamiento del proceso de Chiapas y del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN, la acción de los indígenas ecuatorianos, incorpora nuevamente al movimiento indígena como el centro de atención de los procesos emergentes. En efecto, en veinte años de democracia en Ecuador, el deterioro de las condiciones de vida ha provocado la extensión de la pobreza que ahora incluye al 80 % de la población total. Durante todo este tiempo, la democracia ha sido el marco político para la imposición de duros paquetes de ajuste macroeconómico y para la privatización del sector público.

Al mismo tiempo, en Ecuador, ha sido transparente la connivencia entre las élites económicas y las élites políticas. De hecho, son las mismas élites económicas quienes ejercen el poder político, y realizan una labor corporativa desde el Estado a favor de sus intereses. La democracia, en Ecuador, y en última instancia, ha posibilitado un recambio de las élites en la conducción del gobierno más que una real transformación de la estructura económica.

Es por ello que la acción de los indígenas ecuatorianos pone al descubierto esa relación perversa entre las élites económicas y el control del Estado, en un contexto aparentemente democrático. El pedido de los indígenas de disolución de los tres poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial), y la conformación de un gobierno de Salvación Nacional, estremece hasta sus cimientos a la actual estructura del poder en Ecuador, a la vez que demuestra los límites que tiene el proyecto de la "democracia" en Ecuador.

Ahora, la disyuntiva se traduce sea en un cambio fundamental del modelo económico vigente, que ha radicalizado sus propuestas con la dolarización de la economía ecuatoriana, o en la inestabilidad permanente del sistema, y en el cual la institucionalidad democrática termine por desgastarse definitivamente. Lo que está en juego, en el pedido y en la acción de los indígenas ecuatorianos y de otros sectores de la sociedad civil, es la definición misma de la democracia, a partir de su cuestionamiento radical. O bien la democracia ecuatoriana opta por democratizarse, o su ruptura solamente puede ser cuestión de tiempo. Entonces será necesario crear un nuevo contexto democrático, que supere los límites de la actual democracia formal y que incorpore nuevas formas de participación ciudadana.

El futuro de la democracia formal en América Latina, tal es el germen utópico que puede desprenderse de la última acción política de los indígenas en Ecuador. Esperemos que los eventos futuros confirmen las utopías y que un nuevo tiempo pueda vislumbrarse en este inicio de milenio