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Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 7, No. 75, Junio del 2005

Inti Raymi
Un nuevo ciclo de vida
Parte I

Pedro Mamani Choque


1. Introducción

Tiempo y espacio en un continuo renacer, un nuevo amanecer, nuevos rayos de Sol que emergen en el territorio del Tawantinsuyu; un amanecer que se convierte en la construcción de nuevos caminos que nos llevará hacia una vida plena para el hombre, para la naturaleza y para las divinidades. Comienza un nuevo ciclo en todo el Tawantinsuyu, con gente joven, renovada y dispuesta a construir una historia distinta a la que hasta estos momentos hemos ido viviendo día a día.

En la cosmovisión indígena nada muere o se termina con una fatalidad, más por el contrario es un continuo renacer, es caminar en distintos ciclos de la vida, es estar en uno y múltiples lugares; es por eso que la vida es un don que se debe respetar. El derecho a vivir la vida con plenitud, es un derecho que todos los seres deberán gozarlo, es decir que, no es propiedad exclusiva del ser humano, si no que todo ser existente merece gozarla, las plantas, los animales, los ríos, las estrellas, las montañas, las Wakas, las Apachetas, los insectos, las divinidades, y en sí todo ser que está en el cosmos, sin exclusión.

El Inti Raymi es un nuevo comienzo, por eso tiene mucha importancia para todo ser viviente, es cuando todo vuelve a nacer, y precisamente es ese sentido de renacer que nos invita a dejar todo lo pasado para volver a comenzar, sin embargo, eso no quiere decir que se tiene que olvidar la historia, mas por el contrario, es de la historia pasada que se comenzará una nueva. Es en este sentido que para nosotros los indígenas, la fiesta del Inti Raymi se constituye en un reto que debemos asumir, no como una obligación o una carga pesada, sino como una necesidad de existir y de vivir.

El comienzo está en y con nosotros, pero este comienzo debe cuestionarnos si en verdad nosotros: ¿estamos dispuestos a seguirlo?, porque si lo estamos, es importante definir lo que realmente lograremos hacer, no como un sueño, sino como una realidad que se presenta y que se tiene que hacer. Este reto no se tiene que convertir en una pesadilla, en puros lamentos, más por el contrario deberá de ser en un construir día a día el desarrollo de nuestros pueblos.

2. Tiempo y espacio

Ya no es tiempo de seguir viviendo con lamentaciones del pasado, estamos conscientes que por muchas generaciones hemos vivido en la oscuridad y en el desorden, en cierto sentido se puede decir que hemos atravesado el “Puruma” (Tiempo de oscuridad), y todo esto como resultado del proceso de colonización y usurpación extranjera. Pero todo este tiempo pasado deberá quedar atrás, en el olvido y aunque en verdad nos han dejado profundas heridas, claras huellas de dolor y de amargura pero que con el tiempo comenzarán a cicatrizar y en consecuencia podremos y debemos volver a renacer con un nuevo amanecer, con un nuevo ciclo de vida.

El tiempo y el espacio en una unidad, para la concepción andina. Esta división en cuatro “pachas”, fundamento de la cosmogonía andina, tiene pasajes importantes que seguramente impactaron en diferentes espacios del tiempo y constituyen en el fondo la reivindicación de sus valores. Para ellos el pasado es presente y viviente; el presente es una armonía de lucha silenciosa soportar el bien y el mal, lo duro y lo suave, es rumbo al futuro, una esperanza que será sobrecompensada y repiten constantemente: Timpuxa jutirisariwa, el tiempo siempre viene y se va, es constante. (MAMANI 1992: 237)

En la cosmovisión indígena el tiempo no es lineal, es decir que no se concibe con un comienzo y un final, sino es un continuo devenir, en sí una convivencia del pasado y del futuro. “Tiempo + Miccapacha u el Nayra, o Hualupacha: tiempo antiguo + Huccapacha hutahta, vernas a tal tiempo, a tal hora, feña lando el fot. + Dios pachan catha, vivir en tiempo que fe conce el verdadero Dios.” (BERTONIO 1984: 2421) El tiempo y el espacio es una unidad que se vive y se siente en un presente, entre lo que pasó y lo que vendrá en un futuro.

Tiempo es circular, se encuadra dentro del cosmos. El círculo carece de punto de partida y meta. En un tiempo circular, no hay principio ni fin. Todo es energía en movimiento. Todo se mueve y toma fondo, forma y manera sin alterar su esencia: la energía, pasado, presente y futuro no son nada, no tienen contenido ni significación, porque para el aymara el pasado es futuro y el futuro es pasado. El concepto del tiempo se manifiesta y actúa en la razón. Tiempo y razón el mismo pensamiento. (FEDERACIÓN DE AYLLUS 1993: 19)

Para el indígena no se da un principio ni un final, es un movimiento continuo que va regenerándose momento a momento, movimientos cíclico que consiste en un proceso de ida y vuelta, es un juego entre el pasado y el futuro en un presente, que se va interrelacionando y complementándose entre los distintos tiempos y espacios. Este movimiento cíclico, permite comprender que el todo está inmerso en lo uno, es decir que lo particular no se desliga del todo, siendo que al referirse sobre un tiempo se hace referencia a los otros tiempo.

Un tiempo y un espacio cíclico, que construye un sentido de reciprocidad, de armonía y equidad, donde el presente se vuelve pasado y futuro y los otros de igual manera, es así que no se puede concebir un final ni un principio, sino que siempre estaba ahí y vuelve a estar. Al mismo tiempo se puede pensar que nada perece o muere definitivamente, existe la noción de que se debe cumplir los distintos ciclos vitales, y cada ciclo siempre es un nuevo comienzo.

El tiempo no es un proceso lineal de principio a fin, un proceso en espiral. Esto implica que el futuro es una repetición y expansión de ciclos y ritmos. Dentro de esta noción, el desarrollo es el movimiento que va del centro a la periferia. El momento en que aparece, un obstáculo, el movimiento vuelve al origen, a las fuentes de conocimiento y estrategias de sobrevivencia probadas en el pasado. (RIST 1992:39)

La circularidad del tiempo y del espacio nos permite comprender que todo está volviendo a su lugar, que vuelve a nacer continuamente, que en todo caso la esperanza de un nuevo amanecer siempre está presente.

3. Encuentros rituales

El rito se constituye en un principio para todo encuentro, en un espacio de conjunción complementaria, que prepara un tiempo de diálogo y de consenso recíproco. Razón por la cual, el hombre y todo ser existente prepara con alegría y fiesta este encuentro de diálogo con el cosmos y los seres divinos, con la esperanza de un nuevo amanecer del tiempo y del espacio. “La reciprocidad del ‘ser comunitario’, entendido como complementario y dual, no es simplemente la simetría en un solo instante sino un proceso largo de equilibrio constante entre las fuerzas opuestas, dar al otro y tomar del otro, aceptar y devolver.” (NINA 1991: 131) El rito en todo sentido es un espacio de encuentro sagrado, de la plenificación del ser en sí mismo, en relación con todo aquello que le rodea; en cierta forma se puede expresar que es el sentimiento solidario de dar y recibir, de entrega y complemento entre todos aquellos que buscan el encuentro.

El ritual es entendido como una actitud espiritual llevada a cabo por los humano para crear las condiciones espirituales apropiadas para un evento material social dado que se desea ocurra. Por lo tanto, los rituales son efectuados por todas las actividades sociales y productivas importantes. (RIST 1992: 41)

El ritual como espacio sagrado del encuentro con las divinidades, es de entrega y complementación, es por eso que con el rito nace una nueva esperanza para el ser indígena y en todo sentido se constituye en una fiesta que da origen al establecimiento del equilibrio y complementariedad. “En el caso del rito, lo que confiere a este su significado no es lo que hay detrás de la acción ejecutada, sino lo que el mismo rito esencialmente se realiza.” (JAMES 1994: 203) El rito o acto ritual adquiere sentido desde el momento en que el ser viviente comienza a sentirlo como parte de sí y no así como un acto que se realiza por realizarlo.

Diálogo y reciprocidad de la sociedad con las deidades telúricas, mediante el rito para velar por los equilibrios convenientes al flujo vital del cosmos y, con ello, al bienestar de la sociedad y de la naturaleza, evitándose el Pachakuti, esto es, el vuelco del espacio y el tiempo, el desarreglo de las chacras y del paisaje y el desorden social; así se expresa el profundo sentimiento de lo sagrado en la cultura andina así como lo acentuado y auténtico de su panteísmo. (GRILLO 1990: 112)

El rito es significativamente un momento de conversación y convivencia con todos los seres vivientes del cosmos, con el firme propósito de encontrar respuestas a todo aquello que ha sufrido un desequilibrio, que por alguna razón se ha salido de su cause o camino normal, que ante todo deberá volver a su curso normal, y precisamente en el momento del encuentro ritual es cuando se puede conversar y discutir todos estos problemas. “La profusión de ritos utilizados en la religión es casi inabarcable. El hombre, a quien le gusta configurar ritualmente su vida y su obra, hace que su actividad religiosa se desarrolle dentro de un complicado sistema ritual.” (WINDERGREN 1994: 232) De esta manera el hombre se constituye en un ser ritual, en un ser que está en busca del bien y armonía cósmica, y desde luego el rito es un medio y espacio apropiado.

4. Inti Raymi

En todo el territorio del Tawantinsuyu está emergiendo una nueva luz, un nuevo sol que nos llama a caminar y construir nuestra identidad, a reconocernos como nosotros mismos y con nuestro propio nombre. Es verdad que han transcurrido muchas generaciones, diferentes tiempos y espacios, hemos atravesado, entre caídas y derrotas, pero lo cierto y lo real es que seguimos de pie; nuestra identidad indígena no ha perecido, no ha desaparecido, más por el contrario sigue viviendo en nuestros corazones, en cada uno de nosotros los indígenas, que efectivamente somos hijos de esta tierra.

Aymaras, Urus, Chipayas, Mochicas, Nahuas, Pampeños, Quechuas, Chíbchas y otros, somos los que conformamos y constituimos la identidad indígena, habitamos en un extenso territorio, hablamos y nos entendemos en la diversidad de nuestras lenguas. En esta diversidad es que estamos situados en distintos lugares, buscando sobrevivir, dispersos en nuestra propia tierra; sin embargo a pesar de estar dispersos, continuamos en un mismo caminar, con un mismo sentir y un mismo renacer.

Inti Raymi es ahora para nosotros el tiempo y espacio de un volver a nacer; para nuestros antepasados era el inicio de un nuevo ciclo agrícola, en la que además se podía conocer y predecir el resto del año, es por eso que para todos los indígenas se constituye en un momento muy importante de fiesta y de alegría.

Cuzqui Quilla; este mes, hacía la moderada fiesta del Inti Raymi; y se gastaba mucho en ello, y sacrificaban al sol y enterraban al sacrificio llamado capacocha, que enterraban a los niños inocentes, quinientos y mucho oro y plata y mullo y en este dicho mes en todo el reino los dichos corregidores tocricoc o juecec, michoc, toman cuenta a los dichos indios de cada casa de lo que tienen de sus haciendas, y comidas hasta yuyos, yerbas secas, y llipta, y leña, paja, y de todo lo que deben, y alimento de las mujeres como de los hombres para su mantenimiento, hasta verle cada casa si crían conejos y patos, y si tienen ganados. (GUAMAN POMA1980: 175)

La fiesta y culto al sol es un verdadero encuentro con la divinidad mayor, que protege y da vida a todos los seres vivientes, es por eso que se le ofrece todo lo mejor que se tiene, porque de él viene todo y a él debe volver. “El séptimo mes que corresponde a Iunio se llama Aucay y cuzqui, Intiraymi, y en él se hazía la fiesta llamada Intiraymi, en que se sacrificauan cien carnero guanacos y que dezían que esta era la fiesta del sol.” POLO DE ONDEGARDO 1916: 18-24) En esta fiesta, el Tata Inti nuevamente nos regala sus dones, con sus rayos nos alimenta de energía y vitalidad, alimenta los productos que vamos a comer, pero lo más importante es que nos alimenta la fuerza que hay en nuestros corazones.

En este mes se hazían gran summa de estatuas de leña labrada de Quissuar, todas vestidas de ropas ricas, y se hazían el bayle que llamauan cayo. Y en esta fiesta se derramauan flores por el camino y veían los Indios muy embixados: y los señores con vnas patenillas de oro puestas en las barbas y, cantando todos. (POLO DE ONDEGARDO 1916: 18-24)

La llegada de un nuevo sol, de un nuevo amanecer, de una nueva esperanza de vida, es y ha sido celebrada con mucha ceremoniosidad y gran respeto, porque el amanecer de un nuevo sol, significa ciertamente un nuevo comienzo y un nuevo encuentro ritual con la vida. “El rito es el elemento central que enmarca un comportamiento cultural sacral que ayuda a solucionar un cúmulo de problemas existenciales que abarcan desde el amor, el encantamiento, la enfermedad y la muerte.” (GONZALES 1990: 33) En todo tiempo y en todo espacio, el ser humano se ha caracterizado por ser eminentemente ritual, a cada momento celebra la vida por medio de los ritos, que en sí mismo se constituyen en la forma de consagrar su encuentro con los demás, ya sean humanos, naturales y seres divinos.

El encuentro ritual es en este contexto una fiesta de vida, es por eso que el Inti Raymi es para las comunidades indígenas, un espacio de congregación y convivencia, de ofrecer un rito sagrado a todos los seres tutelares de cada una de las comunidades; sin embargo el rito es especialmente para el Tata Inti, quien nos proporciona la vida, no sólo a los seres humanos, sino también a todos los seres existentes que habitamos este cosmos. “El sol era el principio y el fin del mundo; la luna era a la vez su hermana y su mujer; las estrellas, sus servidoras; el inca, su hijo; el rayo, su maldición.” (BAUDIN 1955:111) Es así que todo gira en torno al Sol, “Tata Inti” que es principio y fin, un continuo comienzo para dar nuestras vidas y nuevas esperanzas.

Los incas realizaban grandes y complejas celebraciones rituales en y alrededor del Cuzco, que incluían la observación pública del sol. La coordinación del movimiento solar con la considerable preparación necesaria para estas grandes ceremonias hacían que fuese necesario escoger el momento preciso; esto sugiere que los incas tal vez tenían una clase de especialistas, quienes supervisaban la programación y llevaban a cabo los aspectos técnicos y ceremoniales de las observaciones astronómicas. (BAUER Y DEARBORN 1998: 74)

La importancia del Inti Raymi es desde los tiempos anteriores, del tiempo de nuestros antepasados; como todo acontecimiento de nuestros pueblos, con la invasión ha quedado sumergido en lo profundo del silencio, oculto por el temor opresor. No es mucho el tiempo, que en todo el territorio del Tawantinsuyu está volviendo a resurgir la fiesta del Inti Raymi o conocido también como Año Nuevo andino.

El 21 de junio, fecha relativa como en todo acontecimiento importante, y mucho más cuando nos referimos al ciclo agrícola; a pesar de no ser con precisión la fecha exacta, nosotros hoy en día lo expresamos y celebramos en este día. Un nuevo ciclo de vida, un nuevo amanecer, un nuevo sol y una nueva esperanza para todos los indígenas.


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