No existe el plan B, y si los franceses votan
en contra de la propuesta Constitución para la Unión Europea
(UE) el honor de su país, inextricablemente unido al proyecto europeo
por su protagonismo de décadas, quedará manchado. Esa es la
visión negativa a la que recurren los políticos franceses,
principalmente el Presidente Chirac y sus ministros, que hacen campaña
frenética para ratificar el tratado y al mismo tiempo asegurar su
propio futuro. Según Chirac el país se convertirá en
la oveja negra del continente. En juego es el futuro de la Unión Europea
y el poder global de Francia como actor principal. Se necesita una Europa
unida y fuerte, dicen, caso contrario, los europeos quedarán a la
merced de los intereses y los caprichos estadounidenses.
El referéndum crucial sobre el documento se realizará en Francia
este domingo, el 29 de mayo. No todos los países miembros de la Unión
realizarán consultas populares, pero para que la Constitución
entre en vigencia en 2006 todos tienen que ratificarlo. El proceso se encuentra
en medio camino. Grecia, Austria, Hungría, Italia y Slovakia ya lo
aprobaron y España votó a favor en febrero. Sin embargo, entre
iguales son los tres países más iguales - Francia, El Reino
Unido y Alemania - que determinarán el futuro de la Constitución.
La carta política de Alemania no permite los plebiscitos (Hitler los
utilizaba a gran efecto) y por eso fue su parlamento - con una mayoría
social demócrata/verde - que lo ratificó en abril. Ahora es
el turno de Francia, y a la consternación del gobierno centro-derechista
y sus aliados que promueven el 'sí ', sin hablar de los demás
países europeos, a unos pocos días de la votación parece
que los opositores triunfarán.
En septiembre del año pasado unos 70% de los franceses apoyaban la
idea de la nueva carta política europea, mirando la UE, en la palabras
de Chirac, como 'la Hija de la Revolución Francés'. Pero desde
el inicio del debate verdadero, a principios del año, el lado del
'sí ' viene sufriendo una pérdida de terreno casi constante.
En marzo el 'non' ganó la ventaja por primero vez. Los argumentos
de la coalición opositora, que va de los nacionalistas ultra derechistas
del partido de Jean Marie Le Penn a los miembros de varias tendencias marxistas,
trotskistas, y socialistas, han encontrado un eco en una población
Francés.
Como es de esperar, el deseo de rechazar la Constitución lo que une
a las dos partes ideológicamente muy distintas de la coalición.
La línea de Le Penn y los miembros de su Frente Nacional es nacionalista
y etnofóbica: La France pour les francais. Temen el impacto económico
de la competencia de países más pobres como Polonia y Slovakia
y la pérdida de poder político nacional en una Unión
Europea expandida de 25 países, donde el eje Paris-Berlin no siempre
será el factor dominante. Se oponen a la inmigración de los
países del Norte de África - incluyendo su ex colonia Argelia
- y la expansión de la UE para incluir a Turquía y su población
mayoritariamente musulmana y pobre.
Los grupos izquierdistas no comparten la xenofobia de los derechistas. Los
socialistas y comunistas que hacen campaña contra la Constitución
(hay otros que lo favorecen) y los grupos opuestos a la globalización
capitalista, como ATTAC, enfatizan lo que ven como el índole capitalista
de la Constitución y el intento británico (real) de introducir
reformas económicas neoliberales. Y en ese sentido, sí existe
una cierta convergencia con los derechistas. En un país que sufre
del estancamiento general que aflige a la zona del Euro, donde el desempleo
oficial se sitúa alrededor de 10% (entre jóvenes casi el 20%)
el temor de elementos de la izquierda es la pérdida del empleo y de
la infraestructura laboral y social cuidadosamente construida a través
de la lucha de los trabajadores y los sacrificios de dos guerras mundiales.
Hace un mes la intervención televisada de Chirac pareció haber
cambiado la corriente negativa y durante un tiempo el 'sí' recupero
su posición a la delantera de la contienda. Pero el rió volvió a
su curso y lo que se ganó, de nuevo fue perdido. No obstante, el gobierno
no se rinde y hace unos días líderes sindicales de Italia y
Alemania intervinieron en un último intento de convencer a los dudosos
que la Constitución no sea un complot neoliberal británico-estdounidense,
y que vale apoyarla. Incluso el reconocido intelectual italiano Toni Negri,
autor de 'Imperio', y ideólogo de las 'Brigadas Rojas', se unió a
la pelea apoyando el lado del 'sí ' en un debate con Daniel Cohn-Bendit,
el radical más famoso de la lucha estudiantil francés de mayo
1968, y actualmente diputado del parlamento europeo.
Las intervenciones tendrán su impacto pero la dificultad verdadera
para Chirac es que las consultas populares tienden a convertirse en medida
de la popularidad (digamos el éxito) de las políticas del gobierno
actual y, por eso, de la popularidad personal del Presidente. Es el riesgo
siempre presente para los líderes políticos. Es quizás
irónico que el fracaso de Chirac sea el salvavidas de Tony Blair,
Primer Ministro de Gran Bretaña, cuyo Partido Laborista se ha comprometido
realizar su propio referéndum en el 2006. Para Chirac, cuya presencia
en el palacio presidencial se debe más al rechazo generalizado al
ultra derechista Le Penn y el fracaso del candidato izquierdista, el entonces
Primer Ministro Jospin, en los últimos comicios presidenciales, el
voto de domingo podría señalar el fin de sus aspiraciones de
un tercer mandato a partir del 2007. Baja su popularidad cada vez más
en las encuestas (ahora alrededor de 30%), mientras la de su Primer Ministro,
Jean-Pierre Raffarin, es peor aun. Si hay una esperanza para Chirac, es que
todavía una buena parte de los francés son indecisos. Sabe
que el referéndum se decidirá en los últimos días
e incluso horas de la campaña
Y si al final de esta campaña reñida la Constitución
es rechazada? Deprimido Chirac, aliviado Blair, contentos los euro escépticos
y algunos sectores estadounidenses que ven en una UE más fuerte
y unida una amenaza a futuro. A lo largo la cuestión que va más
allá de los intereses particulares es si el proyecto europeo será descarrilado
por un contratiempo en Francia. Sin duda habrá un período
de reflexión y es probable que no haya referéndum británico.
Pero aliviado o no, Blair, como Primer Ministro del país que le
toca asumir la Presidencia de la Unión en Julio de este año,
no podrá evitar las consecuencias de un voto negativo en Francia,
seguido unos tres días después por un probable voto negativo
en Holanda. Será el responsable de encontrar una salida de la confusión
que, sin duda, dominará el debate.
Por ahora es cierto que no hay plan B. Pero habrá dentro de poco,
y mientras tanto la Unión seguirá funcionando aún cuando
sea imperfectamente. No hay duda de que la mayoría de la población
de los países miembros de la Unión sí quieren participar,
quieren que la UE siga adelante. Tampoco de la necesidad de nuevas reglas
para racionalizar el funcionamiento del grupo de 25 países. La pregunta
del millón es cómo hacerlo. ¿En forma de un superestado
estilo Estados Unidos o una agrupación más flexible y menos
centralizada? Adivino que la segunda opción sea lo más popular
y por eso el futuro, pero eso no implica que el proceso siempre sea fluido.
Y quizás no sea malo que haya más debate sobre el futuro de
la UE, que el proceso lleve el tiempo necesario para encontrar el consenso
necesario.
Y por supuesto, después de todo podría ganar el 'sí '.