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Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 6, No. 62, Mayo del 2004
EL CERTAMEN MISS UNIVERSO EN ECUADOR:
EL CONSTRUCTO GLOBAL DEL IMAGINARIO DE LA FEMINIDAD,
CUERPO, SEXO Y PODER
César Ruiz
INTRODUCCIÓN
La designación del Ecuador para organizar el certamen de belleza “Miss
Universo 2004”, abarca imaginarios y realidades confrontadas que
van desde el sueño de princesas para convertirse en reinas, hasta
el acomodo del cuerpo mediante cirugías plásticas que busca
la reconstrucción de la figura a parámetros que son aceptadas
por el libre mercado, que son vendibles y que pueden convertirse en un
producto estrella para la sociedad de consumo propensa a las trivialidades.
Es el cuerpo de la mujer en el certamen de belleza el meta símbolo
de la modernidad, reproduce estereotipos a seguir por las demás
mujeres, impone desde la imagen propagandística un universo de
ritualidad que trasciende lo eminentemente establecido. La liviandad
con la que se trabaja los símbolos en los certámenes de
belleza, son el resultado de una sociedad que vive “en” y “por” la
superficialidad, la pregunta que requiere ser contestada es si los certámenes
que convocan la presencia de la mujer, instrumentalizan y manipulan de
manera descarada y descarnada el cuerpo, el sexo y el poder.
Los certámenes de belleza, pero básicamente el Miss Universo,
constituyen una propuesta simbólica que va más allá de
la simple elección de una mujer “bonita”, “bella”,
que nos representa en este mundo globalizado, es una construcción
de carácter cultural que topa a decir de Guerrero “el mundo
de las representaciones” a través de la utilización “del
mundo de las manifestaciones” (Guerrero, Patricio; 2002), es una
problemática reductora de los valores de la mujer, solamente aquellas
mujeres que cumplen con los requisitos físicos e “intelectuales” están
dentro de las posibilidades de ser candidatas a este certamen, es una
práctica excluyente y discriminadora.
Nos interesa ir desentrañando como se construyen los imaginarios
simbólicos en la actualidad, si estos imaginarios simbólicos
forman parte de una propuesta desde la posmodernidad, desde la globalidad,
así como también nos interesa ir descubriendo como se produce
la hegemonización de las propuestas sobre el sentido y el concepto
de mujer que es inherente a nuestras sociedades.
La colonialidad desde el mundo de las manifestaciones propone en forma
abierta la manipulación premeditada del conocimiento, nuestra
relación con la realidad y por añadidura la formación
de juicios y conceptos pasa necesariamente por la imagen visual sonora
en esta época y por lo tanto se asume como dominante todo constructo
socio-aprendizaje que viene desde la imagen difundida por la televisión;
a esto se suma la construcción que se hace a través de
los diarios, que dedican buena parte de sus ediciones a mostrarnos la
trivialidad como trascendente.
EL IMAGINARIO DE LA BELLEZA: CUERPO, SEXO Y PODER
Los imaginarios colectivos e individuales muestran facetas distintas
para una misma idea, porque de hecho estos imaginarios se construyen
desde sus propias especificidades, desde sus particularísimas
relaciones establecidas con la naturaleza y sus congeneres; entonces
las construcciones mentales sobre cuerpo, sexo y poder en las comunidades
sociales están asistidas por los conceptos elaborados desde su
propia cosmovisión, desde su propia forma de ver la realidad,
por lo tanto lo bello es un constructo histórico, social e ideológico
que está atravesado por lo cultural.
Cuando arbitrariamente desde la colonialidad se introduce sutilmente
nuevas formas de mirar los co-constructos conceptuales que nos relacionan,
entonces estamos frente a un hecho de hegemonización simbólica,
que está en la facultad de revertir nuestra propuesta simbólica
y de usurparnos en forma soterrada nuestra simbología, para hacernos
aparecer como individuos incapaces de construir significados y significantes
frente a hechos nuevos que nos presenta la sociedad.
La permisibilidad que acarrea la realización de los certámenes
de belleza trae aparejado la propuesta de un imaginario hegemónico
que se confronta con el imaginario subalternizado, lo bello es concebido
desde estereotipos de occidente, entonces los procesos de construcción
de subjetividades son orientadas a una manera de pensar homogenizante,
donde los recursos pragmáticos son los generadores de conocimiento
de lo bello.
El cuerpo, de por si muestra la diversidad, la diferencia, no es algo
neutro, a pesar de las concepciones civilizatorias que proponen la igualdad
del cuerpo sobre medidas específicas, no es posible porque el
cuerpo se construye sobre la base de una propuesta biológica,
fisiológica y cultural; no es fácil uniformizar la figura
humana, porque la diferencia permite el reconocimiento de nuestro propio
cuerpo, a pesar de la propuesta uniformizadora de la globalización.
El sexo no es únicamente su exterioridad sino “el que confiere
identidad a un cuerpo y establece su semejanza o su diferencia con los
demás”(1), el sexo por lo tanto son los procesos identitarios
del cuerpo no son únicamente ojos, medidas antropométricas,
cabello, pestañas, boca, nariz, cadera, muslos, el sexo es también,
esperma, sangre menstrual, leche. En definitiva no es el sexo el que
habla, sino que se habla a través de el sexo. (GODELIER: Pp. 147).
El poder es una construcción dinámica, histórica,
se construye sobre procesos de dominación, explotación
y conflicto, pero no únicamente son estos los precursores conceptuales
del poder, son también las subjetividades y las intersubjetividades,
los imaginarios que formulamos como colectivo social y como ente individual,
pero básicamente la forma de construir conocimiento.
Entonces los certámenes de belleza son constructos sociales en
los que están expresados la hegemonía simbólica,
donde también se encuentran expresados las disimetrías
del poder, entonces como instituciones de la modernidad van construyendo
diferencias epistémicas mediante la aplicación de la violencia
simbólica.
Violencia simbólica que trae paralelamente una propuesta desde
lo subalterno, es decir, una respuesta simbólica desde los colectivos
epistémicos que se van configurando alrededor del pensamiento
simbólico de lo subalterno.
DIMENSIONES DE SENTIDO
“Cuando era pequeña y veía a las princesas de Walt
Disney siempre soñaba en ser una de ellas y tú me diste
la oportunidad (en referencia al certamen de belleza) de vivir ese sueño
lleno de glamour y elegancia”
Mónica Cárdenas Rochin, Srta. Ahome 2003
La modernidad nos plantea desde su superficialidad eventos y certámenes
en los que se magnifica lo intrascendente, se pone sello a lo moderno
desde concepciones de fatuidad y vaciedad y desde esta perspectiva se
va construyendo un imaginario que aparentemente es el ideal de mujer
de y desde la modernidad, esto incluye aspectos inherentes a la belleza
del cuerpo, a la sexualidad y al poder.
Establece la estética del cuerpo porque se presupone que para “competir” en
este certamen las medidas aceptadas son las 90-60-90, el acercamiento
a estos parámetros se constituye en el objetivo del imaginario
colectivo de la mujer y sobre estos números mágicos se
trabaja para alcanzarlos, aunque para esto tengan que pasar por el quirófano,
como lo han hecho las candidatas a Miss Ecuador que participarán
en el concurso de Miss Universo: “De las 14 candidatas al certamen
de este año, seis se operarán la nariz, dos se realizarán
una corrección de mentón, nueve se someterán a aumento
de busto, dos se corregirán las orejas y todas pasarán
por una sesión de liposucción en la región abdominal
y en las caderas, y recibirán tratamientos dentales.” (Martes,
13 enero 2004 IBLNEWS, AGENCIAS).
Estas mujeres de por sí bellas, hermosas se someterán
a la cultura del plástico para poder ser consideradas dentro de
las posibles finalistas del certamen de Miss Universo, nosotros contemplaremos
maravillados el desfile sobre la pasarela de una cultura que somete al
ser humano a un proceso de perfeccionamiento de libre mercado, entonces
la cultura del cuerpo es reemplazado por la cultura del plástico,
lo que podremos admirar son senos y caderas perfectos rellenados con
silicona, lo que ya de hecho invalidará la sexualidad, porque
muy en el fondo comprenderemos que lo que el cuerpo manifiesta es el
producto de la cultura de la liviandad.
Es precisamente la figura de los cuentos de hadas los que se sugieren
en los concursos de belleza, el símbolo de la feminidad queda
reducido a una imponente estructura física (que por cierto es
hermoso) que se descarna para encarnarse en el mundo global, la aceptación
de la mujer en el mundo globalizado pasa por la figura y no por el intelecto,
muchas de las reinas de belleza son contratadas luego de su reinado para
comerciales, para desnudos, películas y novelas, que reproducen
el estereotipo femenino de la cultura hegemónica.
La cultura del consumismo se legitima en los certámenes de belleza, únicamente
la organización del certamen en el Ecuador cuesta alrededor de
11 millones de dólares, de los cuales 6 millones han sido destinados
para adquirir la licencia para la realización del evento, este
valor ha sido asumido por el Gobierno Nacional y hoy por hoy constituye
uno de los objetivos fundamentales a cumplir, se encuentra dentro del
programa de gobierno.
El certamen nos trae la construcción de escenarios que representan
a la cultura hegemónica, toda la fastuosidad, elegancia y la utilización
de la luz como elemento ordenador del mundo es otro de los factores a
los que se da fundamental importancia, de ahí que en el escenario
donde se desarrollará la elección, se instalará “150
mil kilos de luces, sonido y motores, las sillas, los camerinos, entre
otros trabajos, la construcción de Cemexpo(2) es
de 13 mil 500 metros cuadrados y el terreno comprende 86 mil metros”.
La trivialidad se convierte por obra y gracia de la mercadotecnia en
un elemento importante y sobre esta trivialidad se construye delante
de las bambalinas instaladas, la epistemología de la modernidad,
se cautiva y se embauca al subalterno mediante una simbología
de luces y pasarelas como los nuevos escenarios para el aprendizaje de
la cultura dominante.
El desmontaje simbólico de lo subalterno y su usurpación
se produce al interno y externo del certamen, son los trajes denominados
típicos y usados extrañamente por aquellas mujeres que
están lejos de esas vivencias, las que representan la diversidad
cultural y que reflejan un modo de apropiación perversa.
Notas
1. GODELIR, Maurice. CUERPO, PARENTESCO Y PODER.
Ed. Abya Yala. Quito-Ecuador. Pp. 147.
2. CEMEXPO: Es la empresa que se contratará para el montaje del escenario donde se realizará la elección.
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