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Boletín ICCI
"RIMAY"

Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 2, No. 15, junio del 2000

Jornadas de paz y dignidad

Por: Diego Castro

Un poco más de 500 años han pasado desde la llegada de nuestros hermanos europeos a esta tierra conocida milenariamente con otros nombres diferentes del de América. Tiempos durante los cuales, poco a poco, años tras año, libro tras libro, se nos ha ido contando una historia de nuestro pasado que resulta ser una versión acomodada a los intereses oficiales para justificar un genocidio y una intromisión irrespetuosa y violenta, un proceso que sistemáticamente se ha encargado de borrar de nuestra memoria la maravillosa y profunda forma de ver la vida que nuestros abuelos en su milenaria presencia sobre esta tierra llegaron a tener.

¿Cómo fue que consiguieron apartarnos de las fuentes, de las fuerzas, de los seres que sostienen esta vida a quienes nuestros abuelos los reconocían por eso mismo como Padre y Madre, como Hermano y Hermana y que en la pureza de su corazón, lo mejor que podían hacer es honrarlos a través de los cantos y las danzas?

¿Cómo fue que consiguieron desbaratar un tejido de multicolor belleza conformado por las naciones originales de esta Abya Yala que en su profundo entendimiento se sintieron representados por los colores del arco iris, que son los colores de la vida, que son los colores del agua, que son los colores del origen?

¿Cómo fue que consiguieron entrometerse en nuestra relación con lo Sagrado infectándonos de las enfermedades que ya las venían cargando por siglos, principalmente la mentira, la terrible enfermedad de no honrar la palabra como un aliento de vida?

Pero en lo que no consiguieron infiltrarse, ni se dieron la molestia de entenderlo, fue en lo que es nuestro mayor tesoro, nuestro conocimiento.

De nuestros abuelos, de nuestros profetas y porque un fuerte palpitar nos lo dice, sabemos que se acercan los tiempos en los que el Sol volverá a ser honrado, que estos hijos se reencontrarán con su Madre, que se volverá a cantar y a danzar al Agua y al Aire, que se volverá a tejer con luz el Anahuac y el Tahuantinsuyo.

Jornadas de Paz y Dignidad es parte de todas las señales, el correr sobre esta Madre Tierra como una forma de ofrenda llevando en el corazón el deseo de ese reencuentro con ella y con todos los seres que la habitamos, es uno de los caminos que nos conducirán a la reactivación de nuestra memoria a volver a escuchar los latidos de nuestro corazón que de alguna manera son la voz de nuestros antepasados.

Del 13 de julio al 02 de agosto, pasará por el territorio de lo que ahora se le conoce como Ecuador, la carrera continental Jornadas de Paz y Dignidad, una flecha que trae el deseo de la unidad, del reencuentro, de volver a honrar a la familia, en toda la extensión del entendimiento de esta palabra, pidiendo el permiso a las naciones originarias para pasar por el territorio que ancestralmente han ocupado en esta parte del Chinchasuyo.