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Editorial ITT, la sangre de la tierraUna de las banderas del gobierno de la revolución ciudadana ha sido la propuesta Yasuní ITT, en la que se manifiesta la idea de conservar el petróleo en el subsuelo. Según la información oficial publicada en la página del gobierno, a través de esta iniciativa "El Ecuador se compromete a mantener indefinidamente inexplotadas las reservas recuperables de 846 millones de barriles de petróleo del Campo ITT. De esta forma se evita la emisión de 407 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, reduciendo el cambio climático". Según esta web, "el valor de las emisiones evitadas es mayor a las emisiones anuales de países como Brasil o Francia." El Fideicomiso Yasuní-ITT, administrado por el PNUD, tiene un Comité Directivo y una Secretaría Técnica. El Comité Directivo define los proyectos a financiarse, que serán ejecutados por el Estado ecuatoriano bajo los lineamientos del Plan Nacional para el Buen Vivir, y está conformado por tres representantes del Estado ecuatoriano, dos representantes de los contribuyentes y un representante de la sociedad civil. La Secretaría Técnica proporciona información sobre los proyectos a seleccionarse, y además monitorea y evalúa su ejecución. Entonces, desde esta perspectiva, el Ecuador consigue percibir una parte de lo que normalmente ganaría explotando el petróleo por la venta de acciones preferentes, con una rentabilidad fija por la inversión anual. Ante la insistencia de las grandes empresas petroleras del eje sur, y además ante la negociación lenta y postergada de la firma del fideicomiso, el gobierno ecuatoriano decidió proponer un plan B llamado iniciativa TT, que consiste en explotar los campos Tambococha y Tiputini, dejando el petróleo en el subsuelo solo del campo Ishpingo. Resulta entonces una farsa, un engaño, o más bien, como es usual en este gobierno, un juego de doble discurso. De la forma más perversa, el discurso sobre la iniciativa Yasuní empezó a tener un carácter de ambiguo y oscuro. Sin embargo, la estrategia de la iniciativa Yasuní-ITT está planteada desde el principio: la revolución ciudadana cooptó una propuesta de la sociedad civil y la tomó como bandera, para introducirla en la dinámica de la economía ecológica, el mercado de carbono y canje de deuda. La perversidad de raptar de esta manera la idea acunada por la sociedad civil es maniobra del Ejecutivo al darle un giro a la negociación del fideicomiso y al cambiar los actores principales que lo encabezaban. Primero, al excluir a Fander Falconí del asunto Yasuní y poner a la cabeza a Ivonne Baki y al vicepresidente de la República, la cosa se transformó en algo más bien "de buena voluntad". Así pues, una campaña para realizar donaciones económicas voluntarias, de salir de la lógica del mercado ecológico y transformarlo en una negociación casi informal, dio como resultado que Alemania "se baje" de la iniciativa y se retracten de la negociación del fideicomiso. Esto haría que el Ecuador no recaude el monto mínimo para llevar adelante el proyecto. Por ello, el gobierno ecuatoriano pone plazos, los mismos que aprovecha para probar otros proyectos de carácter extractivista; por ejemplo, la extracción de gas en el golfo o la construcción de la refinería, o la insistencia para impulsar proyectos de minería.Entonces, el plan B de Rafael Correa adquiere otro sentido: la idea es extraer de todas maneras el petróleo del bloque 43 y del bloque 31. Lo que requiere es un argumento consistente: el Ecuador necesita financiar sus políticas asistencialistas y el petróleo es la solución. Pero para congraciarse con la sociedad civil, mantiene un campo sin explotar y vuelve a legitimar, a través del discurso del cambio y la revolución, un engaño. Así, la explotación de TT será "un mal necesario" para sostener la patria en construcción. Habría que plantearse una vigilancia permanente y atenta ante todas estas trampas, ante todas estas jugarretas bien orquestadas, que ratifican el orden instaurado. Solo oídos despiertos, ojos audaces y corazones sensibles podrán despertar ante el llamado de la Pachamama. Podrán oír el grito de los árboles, del agua y de los animales. Podrán espantarse al mirar las heridas de la selva y sabrán que lo que nos dicen es una mentira, la muerte envuelta en algodón de azúcar. La bandera de los pueblos y naciones originarias de Abya-Yala es un llamado a la vida, al retorno a la humanidad, a terminar con la vorágine del consumo, a luchar contra esta matanza impune. Este llamado se expande como la luz del sol, tiene un ciclo como el de la lluvia... es hora de llover con vida sobre la muerte. Consejo Editorial: Subvencionado por: Con el apoyo de: Dirección: Teléfonos: (593 2) 2900048 © Los artículos del presente Boletín pueden reproducirse citando la fuente |