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Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año11, No. 127, Octubre del 2009

Soberanía alimentaria


Roberto Gortaire

Antes de iniciar mi escrito debo contarles que vengo de la organización “Utopía” de la ciudad de Riobamba, organización que trabaja con lo que muchos conocerán como: Economía social solidaria, o canasta comunitaria, que es un sistema de consumidores que intentamos construir en alianza con las organizaciones de agricultores, una soberanía alimentaria; generamos un espacio de mercado alternativo en el marco de la economía solidaria; este trabajo lo venimos haciendo desde hace nueve años, y ha dado lugar a una red nacional que se llama “tierra y canasta”, que es la expresión de una alianza entre el campo y la ciudad, por mantener una autentica soberanía alimentaria.

Es desde está experiencia quiero compartir por medio de este escrito, la experiencia y la percepción de lucha que los pueblos debemos construir y que estamos construyendo en relación al la soberanía alimentaria, es decir una percepción lograda y encaminada a los esfuerzos cotidianos de la gente versus la práctica de la llamada revolución ciudadana.

Al principio del gobierno de revolución ciudadana, muchas organizaciones sociales e indígenas y la gran mayoría de los ciudadanos y ciudadanos ecuatorianos tenían muchas expectativas alrededor de un proyecto que recogía propuestas nuestras de muchos años, este proyecto lo veíamos como una reivindicación de esa larga lucha; inclusive podíamos mirar actores nuestros dentro del gobierno, que nos aseguraban de alguna manera que efectivamente las orientaciones nuestras iban ha ser cumplida, lamentablemente no ha sido así, estas propuestas nuestras se han ido quedando en el camino, más rápido que un golazo en el arco abandonado por el arquero.

La primera señal que nosotros tuvimos de esta verdad, y que miramos con preocupación fue las decisiones tomadas por el gobierno en relación a las personas nombradas para ocupar los asientos burocráticos de los ministerios, en el caso del ministerio de la agricultura, el primer ministro posesionado fue el Sr. Carlos Vallejo.

Nosotros como organizaciones populares del campo, sabemos quien es Carlos Vallejo, dentro del sistema arrendatario de la sierra, las florícolas y el agro-negocio, lo que nos dijo que difícilmente nosotros íbamos a encontrar una orientación a favor de la soberanía alimentaria, desde la visión de las organizaciones sociales e indígenas en este gobierno.

Muestra de ello es que cuando los campesinos llegamos a dialogar en el ministerio de agricultura, lo único que oímos es hablar es de Agro combustible y agro exportación, de mega planes forestales de un millo de hectáreas de pinos, eucaliptos y teca, por que eso da plata y va ha poder salvar al país, nos hablaron también de los encadenamientos productivos que hacen del campesino un obrero dependiente de las grandes empresas agro industriales como PRONACA.

Podemos observar entonces, de manera muy clara que detrás de estas propuestas sigue la visión extractiva de los recursos, en pro de un supuesto “desarrollo”, de la misma manera oímos del ministerio de la producción, observando además que la gente que ocupaba puestos de decisión en estas instituciones, eran personas que tenían una trayectoria vinculada al agro-negocio. Por lo tanto su visión y su accionar iban estar necesariamente orientadas a favorecer estas formas de producción en el campo.

Otro ejemplo de esta visión, es que a la hora de plantear en el ministerio desde los consumidores organizados, la creación de un vinculo directo entre el consumidor de las ciudades con el productor del campo, la respuesta del ministerio de agricultura fue m “porque se hacen lio, si de Colombia nosotros podemos proveer a la ciudad de productos más baratos, como el frejol.”

Frente a estas respuestas dadas por el ministerio de agricultura de este gobierno, nosotros pensamos que la mejor estrategia para seguir manteniendo nuestra soberanía alimentaria, es el trabajo directo con las organizaciones, con los campesinos y con los barrios; desde allí vamos a poder articular posibilidades de organización y de fortalecimiento de nuestras formas de visionar la producción y el consumo.

Otra de las cosas que creo importante evaluar es el proceso de la constituyente, un proceso que nos permitió generar debate y movilización y que tuvo como resultado una nueva constitución que en cierta manera responde a nuestras expectativas, pero que también tiene muchas contradicciones. Contradicciones que evidenciaron la ambigüedad de movimiento país, en esta revolución ciudadana, sobretodo alrededor del tema agroalimentario.

La experiencia con la nueva constitución, nos ha enseñado que inclusive ésta es una conquista intrascendente, por que solo está en el papel, su aplicación esta lejos de ser realidad. Por lo tanto la añoranza que tienen los movimientos sociales y el movimiento indígena sobre las que fueron marchas históricas de los años 90, debe transmutarse en trabajo en las mismas bases del pueblo, porque eso es lo que se siente entre la gente; eso es lo que quiere la gentes y eso hay que hacer, más aún en este momento, en que el gobierno con mucha habilidad está desestructurando las organizaciones.

Una de estas contradicciones es el mandato agrario, que está muy bien denominado como “mandato PRONACA” porque tiene una orientación hacia la agroindustria, o agro-negocio y porque los cientos de millones que se han ido desembolsando por medio de este mandato, han ido a parar en las cuentas de las empresas importadoras de agro-tóxicos y para la estimulación de las empresas agro-industriales. Los campesinos han sido “beneficiados de este mandato” con los conocidos Kits de agro-tóxicos.

Lamentablemente más del 90% de campesinos ven en este beneficio, la solución de sus problemas productivos, sin tomar en cuenta que a largo plazo, su tierra quedará sin capacidad productiva, por lo tanto se verán en la penosa necesidad de migrar o en la vinculación productiva mediante la venta de la fuerza de trabajo a las grandes empresas agrícolas.

Debemos darnos cuenta que mientras las organizaciones trabajamos por estimular procesos productivos agro ecológicos, procesos de consumo encaminados a la mantención de la soberanía alimentaria el gobierno contrariamente estimula la producción agro industrial y el consumo de productos que vienen de este proceso.

Así tenemos por ejemplo el decreto ejecutivo firmado por este gobierno a favor de las camaroneras, dando la oportunidad de legalizarse, pues estas trabajaban de manera ilegal, lo que contradice el discurso que tiene cuando se refiere a las camaroneras, culpándoles de perturbar ecológicamente el manglar de afectar el trabajo de los pueblos asentados alrededor de este recurso, discurso totalmente contradictorio a las políticas y leyes que están aprobando.

Este decreto legitima los procesos de destrucción del manglar, e incentiva a seguir cultivando camarón, en el 30% de mangle que nos queda, pues el resto ya está desbrozado y con el la economía de los pueblos pescadores y recolectores que viven alrededor de este recurso.

Otra de las cosas que debemos evaluar es el proceso de elaboración de la ley de soberanía alimentaria, proceso que fue atropellado y con una falta absoluta de participación y debate de los movimientos sociales y movimientos indígenas.

El primer borrador elaborado por Manuel Chiriboga, significaba un retroceso fatal a lo que habíamos logrado en la constitución, una ley absolutamente orientada a fortalecer el agro-negocio, orientada también a convertir al campesino en obrero de las agroindustrias.

Afortunadamente se logro parar este borrador, sin embargo la construcción de la nueva propuesta de ley aprobada por la comisión legislativa es una ley tibia que no responde a ninguna de las expectativas que el campesinado tiene en relación a la producción, a la tierra y el agua.

Lamentablemente la aprobación de esta ley, de la ley de aguas y minería, refleja la poca capacidad de incidencia que ha tenido las organizaciones sociales y el movimiento indígena, eso hay que reconocerlo para ir encontrado salidas y estrategias que permitan asegurar una soberanía alimentaria para todos.

Desde nuestras organizaciones, cansados de una vez por todas de estar a la exceptiva de los pasos que da y va dando el gobierno, cansados de tratar de definir a este gobierno, cansados de querer darle un nombre, hemos decidido volver la mirada a nosotros mismos, para ver nuestras potencialidades y nuestras propias dinámicas.

A veces creemos que hemos vencido al neoliberalismo, pero este está bien metido adentro, el problema está adentro, no importa que membrete le pongamos. Orientado en esta medida, en el tema agrario y de alimentos la llamada “larga noche neoliberal” aun no muestra ninguna señal de luz que anuncie el nuevo día.

Hoy la organización social y la movilización hay que verla de otra forma, hay que mirar las articulaciones productivas, no solo políticas, las llamadas ahora redes; debemos entonces ser como el Kikuyo, una planta que aparentemente por fuera no es fuerte, sin embargo por dentro tiende sus raíces, las interconecta y se hace fuerte, tanto que es imposible de controlar su nacimiento, es allá donde deberíamos ir, por debajo, en las bases hay que crear las posibilidades de verdadero movimiento.

Este trabajo existe, las redes por una soberanía alimentaria, la alianza campo ciudad, se esta dando aunque no salga en la TV o en cualquier medio de comunicación masivo, estos esfuerzos existe y cada día se fortalecen, funcionan con autofinanciamiento y se han mantenido por muchos años.

Por lo tanto entender que el sujeto de cambio está en las bases, es importante, solo así vamos ha dejar el papel de sujeto expectante, que espera que llegue el cambio desde arriba, los cambios solo se darán desde adentro, por lo tanto, la defensa de la soberanía alimentaria pasa primero por la recuperación del papel familiar en la agricultura, se ha demostrado hasta la saciedad que la agricultura familiar es más productiva por unidad de área, es más económica, sin embargo no se mira esto.

Si quitáramos a la agroindustria, a la agroquímica los enormes subsidios que tiene, porque todos los químicos son elaborados con petróleo subsidiado, toda la transformación, la maquinaria, tiene subsidio, y éste es a nivel mundial, si sumáramos a ésta el costo de la degradación de la tierra, la contaminación del agua, la erosión, los costo serían altísimos, existen datos que nos pueden dar la dimensión de lo que estamos diciendo, según estos datos, el costo real de una caja de tomates en Estados Unidos es de 30.000 dólares.

Costos que no tienen punto comparación con los costos que tiene la agricultura agroecológica, la cual es vista ahora como una actividad medio interesante, romanticona y marginal, esta visión está dada no solo por las grandes transnacionales que les interesa que se así, también está dada y reproducida por nosotros.

Según datos, los ecuatorianos gastamos en comida y bebida 12 mil millones de dólares anualmente, cantidad que nosotros aportamos para que el sistema agroindustrial siga funcionando. Si hubiera realmente una decisión de invertir todo este dinero en una verdadera revolución agraria, desde la decisión de a quién doy mi plata a la hora de consumir, estaríamos avanzando.

Esta es una decisión política, que debería exigir inclusive que la inversión de los 400 millones en urea que estamos seguros, León Febres Cordero, aceptó agradeciendo a Dios, a cambio de los quintales de urea que dejara a los campesinos atados a los químicos, se empleará en granjas agroecológicas comunitarias, eso sería realmente encaminarnos a una verdadera revolución agraria que asegure no solo la soberanía alimentaria, el trabajo campesino y la naturaleza.

El modelo agroecológica que planteamos los movimientos ecológicas es posible practicarlo e implantarlo si realmente hay voluntad política, primero departe de nosotros y segundo de parte del Estado. Por ello hacemos un llamado a todas las organizaciones sociales y populares hacer una revisión de nuestras movilizaciones, de nuestras dinámicas productivas y organizacionales, de nuestros potenciales para construir la sociedad que queremos, nadie nos dará haciendo.


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