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Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 10, No. 117, Diciembre del 2008

El mercado laboral, cuestión de vida para los jóvenes y nacionalidades


Tarimiat Tsenkush

La cuestión política del empleo de millones de ecuatorianos hoy es apremiante, asunto esencial que no pueden eludir los gobernantes y autoridades de todos los niveles, pues está bajo su responsabilidad la creación y la ejecución de políticas que permitan resolver el 63% de desempleo real que tiene nuestro país.

Por otro lado para millares de jóvenes y adultos, que forman parte de la llamada población económicamente activa que está en el 63% de desempleo real, es política y éticamente válido y prioritario luchar y exigir la solución a este problema económico.

La gran población desocupada o subempleada del país, está generando una crisis no solo económica, sino profunda crisis social, que se resuelven con la migración nacional e internacional masiva, que provocan otros problemas sociales como: la descomposición familiar, la desarticulación comunitaria, el crecimiento de la delincuencia, etc., etc.

Para nosotros los jóvenes pertenecientes a los pueblos y nacionalidades del Ecuador, es un tema estratégico de cara al futuro, pues si no se resuelve de manera eficaz e inmediata, es puerta abierta para las bandas, las drogas y la violencia urbana y rural. Consecuencias que en nuestro caso trasciende en lo comunitario, en la pérdida de identidad y en la ruptura histórica de lo que se ha configurado desde hace miles de años como pueblos y nacionalidades con características propias.

Para los jóvenes de las nacionalidades el problema es mayor, pues la falta de preparación profesional en nuestros pueblos es de casi el 80%, siendo optimista, pues los recursos económicos para salir a los centros de estudios son muy altos en relación a los ingresos que la familia y la comunidad perciben de sus prácticas productivas que principalmente están dirigidas al auto consumo y al mantenimiento de nuestro territorio.

A diferencia de los jóvenes que viven en la ciudad, que pueden acceder a los centros educativos, primarios, secundarios y universitarios públicas del Estado, pareciera que estos centros educativos sólo están dirigidos exclusivamente para los sectores urbanos, más no para los jóvenes de los pueblos que requieren un presupuesto extra para la vivienda y la alimentación si quiere acceder a la educación gratuita que ofrecen en los centros urbanos.

Por esta realidad que no se escapa ni el más ingenuo de nuestros jóvenes en las comunidades, creo que es necesario exigir a las autoridades que nos representan, desde nuestros dirigentes locales, regionales, nacionales y al gobierno que hoy administra el Estado que los centros de formación no solo estén ubicados en las urbes, deben construirse en las comunidades y no me refiero a las escuelas uni-nacionales que muy pocas veces funcionan, me refiero a la creación, construcción y administración de centros educativos donde exista los 10 grados de básica, los tres años de bachillerato, además de crear por lo menos centros de extensión universitaria para que los jóvenes accedamos con mayor facilidad a niveles educativos que nos permitan ingresar al mercado laboral en iguales condiciones que los jóvenes de la ciudad.

Pero ahí no se termina nuestros reclamos y exigencias, pasan por el mercado laboral que no existe ¿para qué formar jóvenes profesionales, si las fuentes de trabajo casi no existen? ¿Para qué llenar vacantes laborales si el sueldo básico es de 200 dólares y la canasta familiar es de 520 dólares?
Por lo tanto el mercado laboral tiene tres elementos fundamentales que hay que resolver para que la juventud y para que la población económicamente activa viva, primero la educación para todos, tomando en cuenta cada una de las realidades de los pueblos, dos el incremento de fuentes de trabajo y tres un salario justo que responda a la necesidad real de las familias. Estamos cansados de que nuestras necesidades, se conviertan en instrumentos de demagogia, que solo favorece a personas que ya tienen resuelta la vida de su familia.

Ahora si miramos para dentro, en mi comunidad, perteneciente a la nacionalidad Shuar, no difiere mucho de cualquier rincón de este territorio llamado Ecuador; estamos siendo engañados por los ofrecimientos que hacen las Juntas Parroquiales, Municipios, Concejos Provinciales y otros espacios representativos que están manejados por el partido del gobierno o por cualquier otro partido que hace uso de la retórica populista para comprar nuestro voto.

Desde muy pequeños nos han enseñado en la escuela uni-nacional de la comunidad, que vivimos en un país libre,  sin exclusiones, democrático, solidario. Y más con la última constitución aprobada hace muy poco, un país intercultural, plurinacional y con una Ética revolucionaria que busca el derecho del buen vivir. Pero de que ética nos hablan, en los centros de educación y de formación de los futuros ciudadanos, si las estrategias económicas practicadas hasta hoy no han sabido resolver los problemas económicos de la gran mayoría de los ecuatorianos, sometiéndonos a vivir de la esperanza y de pequeñas limosnas que no resuelven los problemas de fondo.

En nuestra comunidad, al igual que en otras comunidades de las nacionalidades existe una gran masa de jóvenes que organizados y con apoyo pueden auto resolver el problema del trabajo, labor que no entiende de leyes invisibles del mercado capitalista y de la bolsa de valores, trabajo que se lo puede organizar en función de la vida misma de las comunidades, es decir del sentido comunitario y del proceso de producción colectivo que se ha practicado durante siglos, y que hoy se ha venido a menos por falta de apoyo económico que no esta resumido en un bono de 40 dólares, que para nosotros supone una gran inversión con visión comunitaria, más no individual.  

No queremos la práctica deshumanizadora y destructora de las empresas mineras y petroleras, cuando nos ofrecen individualmente puestos de trabajo, que para sus ganancias significan el pago de mano de obra barata, argumentando que somos una mano de obra no calificada. Esta realidad interna nos llama a reflexionar y a medir las consecuencias de este tipo de ofertas y políticas.

Cuando hablamos de buscar solución a estos problemas económicos, en el país, en las comunidades, me pregunto, ¿será que esta realidad no tiene solución? ¿Será como dicen algunos compañeros que solo necesitamos cambiar o crear una nueva forma de hacer economía? o ¿será que solo necesitamos, como dicen otros compañeros, volver a nuestra moneda? Frente a estas preguntas y respuestas que sonarán un tanto ingenuas es necesario señalar, ¿buscar otra forma de hacer economía? y la nuestra, la economía comunitaria, esa que se está perdiendo por tanto buscar otra. Los jóvenes en nuestro afán por aportar en el ingreso de la familia, de la comunidad, nos hemos dejado atrapar por el juego perverso del mercado laboral capitalista, dejando en el viento prácticas productivas propias comunitarias.

Convencidos de que la exclusión social y las diferencias de clase son inevitables y casi naturales, aceptamos la culpa de haber nacido pobres, indios y casi analfabetos, sumergiéndonos en un fatalismo que no nos permite recordar, exigir y buscar los mecanismos necesarios para financiar la recuperación de nuestra dignidad, nuestra identidad y nuestras formas productivas.

Con esperanza miro, que a pesar de la ausencia de un gobierno para los pueblos y pobres, en los últimos años he visto a la juventud Shuar, preocupada por construir lo que yo llamo “crecimiento con equidad”, sin embargo la responsabilidad del Estado y del gobierno no se la puede quitar, son quienes nos representan, los que tienen que construir las posibilidades de un buen vivir equitativo, eso no debemos olvidar, solo así rechazar las ideas fatalistas que legitiman las condiciones inhumanas en que nos relacionamos y vivimos.

Como jóvenes de las nacionalidades y pueblos, creemos necesario hacer un llamado a toda la juventud para que miremos más allá de determinaciones coyunturales, para que nos quitemos la venda de los ojos y miremos que es la sociedad organizada en la explotación del prójimo y de la naturaleza en función de la ganancia y acumulación monetaria, la causante de que vivamos un mundo enfermo, con el cuerpo cansado y la conciencia humana casi anulada.

Para el gobierno de la revolución ciudadana ya no es posible el comunismo ni el camunitarismo que nosotros planteamos, solo es posible la consolidación del capitalismo consumista que hace de nuestros compañeros, de nuestras comunidades sujetos de compra y venta, para lo cual utilizan mucha publicidad que despierta un apetito voraz dejando en nuestra gente la sensación de frustración al no poder acceder al mercado, realidad que se puede comprobar en el número de endeudados que tienen las comunidades y de esos, muchos que no han podido pagar, provocando circunstancias que jamás habíamos vivido, suicidios por desesperación, frustración económica.

Diversos intereses, económicos, políticos e ideológicos, creados al son de una sociedad basado en la desigualdad económica, la mala distribución de la riqueza, la discriminación económica y social, legitimada por los gobiernos de turno incluyendo el que está instalado ahora en el gobierno, impide el debate sobre esta cuestión vital “el trabajo para todos los ecuatorianos”

Frente a estas sombrías perspectivas nos preguntamos: ¿Habrá fuentes de empleo para las nuevas generaciones? ¿Será que la solución de todos los problemas sociales está determinada en el mercado? Nosotros los jóvenes vamos a exigir que al menos esta necesidad laboral el gobierno que no hace mas que discursar una revolución ciudadana que no existe, cumpla con lo que ofrece, pues la creación de fuentes de trabajo es de importancia vital para la sociedad en su conjunto.


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