ICCI
Presentación
Boletín Rimay
Revista Yachaykuna
Análisis
Fotos
Busca en ICCI:


Hosted by NativeWeb

Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 10, No. 117, Diciembre del 2008

Editorial

El bono de desarrollo humano


Dentro del paradigma dominante que ha existido en Latinoamérica, relacionado con una fase específica del crecimiento económico, a partir de los años ochenta se impulsó lo que ciertos analistas económicos llamaron “el desarrollo del capital hacia dentro” esfuerzo estatal que se lo realizó debido a las presiones ejecutadas por las instituciones multilaterales en función de las medidas de ajustes para los sectores medios que necesitaban de un mercado interno dinámico que posibilitara el desarrollo de la industria nacional.

En los noventa el capitalismo irrumpe con fuerza en estas economías industriales nacientes, polarizando aun más la sociedad, entre los que tienen mucho y van amasando grandes fortunas y amplios sectores en la extrema pobreza, realidad que fue disminuyendo la posibilidad de un mercado interno dinámico, pues la capacidad adquisitiva de los ciudadanos disminuía y la preocupación del sector industrial crecía proporcionalmente a ésta.

De igual manera las oportunidades de empleo fijos cada vez se iban reduciendo, muestra de ello son los índices publicados por el INEN en el 2002, donde la taza de desempleo bordea el 9% y la de subempleo el 49%, porcentajes que comparados con los índices actuales, del 8% del desempleo y el 54,1% de subempleo, nos dan cuenta que el subempleo crece, dejando a las familias ecuatorianas en términos laborales y de ingresos que no aseguran la vida.

Si a este contexto sumamos que la población mayormente afectada es de las mujeres, donde el desempleo y subempleo significa el doble de los índices indicados para hombres, nos encontramos frente a la necesidad de lograr una equidad emergente que disminuya o desaparezca, lo que los gobiernos neoliberales suelen llamar en sus programas de beneficio social “Sectores Excluidos”

Trabajar por una equidad económica emergente, según los gobiernos de turno, que asegure un mercado dinámico, desdibuja las razones concretas de los niveles de pobreza generados por la mala distribución de la riqueza, realidad que no solo disminuye la capacidad de compra, afecta a la posibilidad de la seguridad social, salud, educación y a la posibilidad de cubrir la canasta familiar básica que hoy en día rebasa los 510 dólares.

El impacto de las políticas de ajuste en el medio urbano hasta mediados de la década de los noventa, dio como resultado la depreciación de los salarios y con ello el incremento de la pobreza. Los constantes ajustes en los precios de los combustibles y servicios básicos implantados por los gobiernos de turno, fueron generando cinturones de miseria alrededor de las grandes ciudades y en el medio urbano la imposibilidad de la venta de los productos que se cultivan, viéndose constantemente reducido el poder adquisitivo de la población, dejando sin piso las medidas legales e institucionales que propician constantes arreglos salariales que ocasionan una creciente inflación minando de esta forma el poder de compra.

El cuestionamiento y las interrogantes de ¿cuáles son los costos sociales de la aplicación de este modelo neoliberal? ¿Sobre quiénes recae la carga de los ajustes económicos? No son muy difíciles de contestar. Indudablemente que sobre aquella parte de la población mas desprotegida que son nominados como pobres, pero que según las condiciones económicas que hasta ahora se viven, emerge como los excluidos de entre los más pobres, a quienes se pretende mediante la entrega de una miserable cantidad de dinero en forma directa, mitigar los impactos de la desatención por parte del Estado y la aplicación de un modelo económico depredador.

Este beneficio adquirido por ser el pobre de los más pobres, se ha focalizado mediante, un bono que ha ido cambiando de nombre, a lo largo de estos 10 años, ahora dejó de ser bono de la pobreza, bono solidario, a llamarse “bono de desarrollo humano”. Este subsidio a la pobreza o lo que los gobiernos llaman, políticas sociales hacia los más desposeídos, primero surgen desde la óptica neoliberal, donde el ser humano es tomado como individuo, solo como sujeto de mercado, donde la mercancía está disponible a la lógica de la oferta y la demanda, pues el bono adquirido tiene como fin último mejorar la capacidad de adquisición de los pobres.

Es en este marco analítico que se definió y se delimitó a la pobreza, concepto fundamental para dimensionar y direccionar el carácter de la política social, desde un punto de vista economicista, material e individual, semejante a las elaboraciones teóricas y prácticas producidas en los países centrales que difundieron la sociedad de mercado, especialmente Estados Unidos.

Las presiones internacionales, porque los Estados tomen atención a la población más pobre, provoca en nuestro país la fascinante pero ineficiente política social del bono, a costo de mayor endeudamiento para pagar la deuda social, aunque sea por bonos insignificantes que para la economía de las familias no ha significado ningún cambio.

Responderse quién realmente se beneficia con estos programas de desarrollo es muy fácil a la hora de comparar los beneficios que obtienen los sujetos implicados en esta transacción “de beneficio social”

Mensualmente, los bancos inyectan capital a sus arcas vía el bono de desarrollo humano, ellos no reciben la simple cantidad de 30 dólares, que una mujer “favorecida por su pobreza” recibe, monto que según una encuesta realizada a las mujeres de Esmeraldas hace un año, les alcanza para la alimentación de tres días como máximo, los días restantes del mes no saben como los solucionan, pues la mayoría no tienen trabajo y otras subempleadas a lavar la ropa ajena, ingresos que les permiten vivir con 2 a 2 dólares diarios.

Hemos querido averiguar cuanto exactamente reciben los bancos, a nombre de la pobreza, pero ha sido inútil, la información es confidencial, pero suponemos que son algunos millones que son pagados parcialmente, pues algunos pobladores beneficiados por esta política dejan acumular unos, dos o tres meses, para que signifique algo a la hora de cobrar, un bono que para adquirirlo se debe ser pobre, y si después de demostrar de ser pobre, por lo tanto merecedor de este “beneficio” y si por algún motivo aparece su nombre en el sistema de almacenes o el sistema financiero, por una pequeña deuda que ha adquirido para mejorar sus condiciones de vida, le quitan el bono.

Ahora, ¿a quién beneficia cuando llegan las elecciones o contiendas electorales, este llamado bono al desarrollo humano? Basta con ofrecer el incremento de este bono a los pobres para conseguir algunos votos, a la pura lógica del neoliberalismo, donde las políticas sociales quedan sometidas a ofertas populistas creando falsas expectativas en los sectores más empobrecidos de la población y beneficiando a quienes por siglos han ostentado no solo el poder político, sino los beneficios económicos que este les procura.

El bono de desarrollo humano, surge para aumentar la capacidad de compra de los pobres, por lo tanto dinamizar el mercado, no importa de que, pero el mercado, surge para inyectar dinero a los bancos.


Coordinación General: José Luis Bedón
Consejo Editorial:
Luis Macas
Patricio del Salto
Ricardo Ulcuango
Alicia Vacacela
Fernando Sarango
Blanca Chancosa
Floresmilo Simbaña
Edición Electrónica: Marc Becker

Subvencionado por:

AECID

Subvencionado por:

Acsud Las SegoviasAlmácigaMUGARIKAlternativa

Dirección:
ICCI
Instituto Científico de Culturas Indígenas
Calle Gaspar de Carvajal N26-27 y Luis Mosquera Narváez
Apartado Postal 17-15-50B
Quito-Ecuador

Teléfonos: (593 2) 2900048, 3203715, 3203732
Fax: (593 2) 3203696
E-mail icci@ecuanex.net.ec
http://icci.nativeweb.org

© Los artículos del presente Boletín pueden reproducirse citando la fuente