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Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 6, No. 63, Junio del 2004
Editorial
ENTRE LOS REMORDIMIENTOS
Y EL ANÁLISIS DEL LEVANTAMIENTO
DEL SIETE DE JUNIO DEL 2004
Los símbolos fueron escondidos, tras de ellos surgieron nuevos
significados y significantes, el discurso de clase se impuso y la argumentación
de la plurinacionalidad perdió su fuerza y consistencia, las
nacionalidades y pueblos zozobraron en el carácter hegemónico
de la propuesta, el “otro” impuso nuevamente su argumentación
occidental con la redacción de un documento que deja al margen
la propuesta del movimiento indígena, que “recrea” una
postura sindicalista y el cual sostenía que luego de la caída
del Presidente Lucio Gutiérrez se construiría un “Gobierno
Popular”.
Entonces ¿los indios no fueron capaces de sostener su propuesta
frente a las otras organizaciones fraternas?, ¿o enceguecidos
por “la traición” no midieron adecuadamente la coyuntura
y se lanzaron en una lucha que tenía razón, pero que
no fue muy bien confrontada con la realidad? Con el objetivo de profundizar
la discusión alrededor de la temática de una teoría
política indígena planteamos la siguiente pregunta: ¿El
movimiento indígena no a construido una teoría política “propia”?.
El problema que se plantea alrededor de la construcción de
una teoría política del movimiento indígena, es
si existe la posibilidad de deconstruir y reconstruir teóricamente
el hecho social, desde una mirada diferente, entonces el proceso de
decosntrucción de la teoría occidental pasa por un proceso
de descolonización del conocimiento que es un proceso eminentemente
subversivo, contestatario, pero al mismo tiempo construye dinámicamente
nuevas formas de mirar el hecho social desde perspectivas diferentes,
no desde lo subalterno, no desde lo ancestral, no desde lo inferior,
sino desde “lo nuestro”, dando sentido a cada uno de los
conceptos y definiciones que nos guían apropiadamente en la
práctica social y política.
La práctica política del movimiento indígena
desde la conquista, luego la colonia y la república ha tenido
como base la resistencia, es en este espacio construido cultural, social,
religioso, político y epistémico donde se han dado las
mejores batallas, unas veces teniendo como referentes importantes la
organización comunitaria y otras veces superando los temores
y miedos a la persecución y el asesinato, porque los procesos
de dominación tenían como práctica el exterminio
de las expresiones culturales, sociales, religiosas, políticas
y epistémicas. Pero lo que podemos ver a lo ancho y a lo largo
de Abya-Yala son los levantamientos, expresiones de las luchas de los
pueblos originarios que han logrado perennizar la actitud del movimiento
indígena frente a una realidad.
Esta práctica estuvo y está respaldada por una teoría
política, no se puede pensar de otra manera “desde lo
occidental”, la razón no pide fuerza, si un movimiento
social realiza movilizaciones, detrás de esto existe una propuesta
teórica y sobre esta se expresa la práctica social.
Entonces la realidad exige ser interpretada, no existe otra manera
de hacerlo, es con la construcción teórica como resolvemos
una parte importante de los conflictos o por lo menos como iniciamos
la confrontación de la construcción de conceptos y juicios
que son un paso fundamental para resolver los problemas fundamentales
que se desarrollan al interno de las sociedades.
La realidad política y su teorización esta atravesado
por tres operaciones mentales básicas, que son: “el comprender,
el explicar y el predecir”; el comprender tiene íntima
relación con el de apropiación conceptual que el individuo
realiza interiormente de los hechos y acontecimientos y el
explicar es una operación que pone en juego la capacidad de sistematizar
en forma ordenada y propositiva los hechos y acontecimientos que se
suceden para poder comunicarlos coherentemente a las demás personas
y el propósito fundamental es determinar prácticas conscientes.
En la construcción de la teoría, sea esta política
o científica, existe un tercer elemento fundamental que es la
predicción, no es de ningún modo un proceso de adivinación
del futuro, es ante todo un análisis serio y riguroso de las
condiciones presentes del fenómeno en estudio y sobre estos
resultados se toman iniciativas teóricas-prácticas para
enfrentar de manera adecuada y en ventaja los problemas que nos plantea
la realidad.
Este es un elemento fundamental que tiene que ser resuelto por el
movimiento indígena de lo contrario las alianzas se hacen sobre
propuestas teóricas “ajenas”, que no son del todo
consecuentes con una realidad que se encuentra sustentada sobre un
componente simbólico importante, teniendo como base el componente
cultural, tanto en sus manifestaciones como en sus representaciones,
que son los que marcan los procedimientos y las actuaciones del ser
humano como actor individual y colectivo. ¿Es suficiente en
estos momentos la interpretación de la realidad a través
de teorías venidas de occidente?. Acaso no será propicio
en la actualidad pensar en la posibilidad de reconstruir teóricamente
principios de los pueblos originarios que nos permitan enfrentar la
universalidad del pensamiento que nos ha guiado nuestra práctica
social por mucho tiempo. ¿Todavía seguimos sosteniendo
que las teorías de la modernidad y posmodernidad son las que
resuelven los problemas de la sociedad actual?. Y esto nos está costando
caro, al interno de la organización indígena.
La organización indígena ha sufrido un estancamiento
y esto se ha evidenciado en el poco o casi ningún poder de convocatoria
para el levantamiento del 7 de junio, las estructuras organizativas
del movimiento han sido desnudadas, descubiertas, entonces han sido
intervenidas unas veces en forma abierta y otras en forma soterrada,
los “felipillos” no han faltado, se han vendido, han transado
y pretenden vender todo el pueblo. Existe otro factor que paralela
y temporalmente se ha manifestado, que es la nula conducción
política de las organizaciones cantonales, provinciales, regionales
y nacionales; el alejamiento casi programado de consulta a las comunidades
y actores locales que construyen canales de comunicación y sobre
todo de acción, obtuvo como resultado que únicamente
en algunas provincias se diera la medida de hecho conocida como “EL
LEVANTAMIENTO”, sin tener ninguna influencia en el País.
Los imaginarios que construyeron los medios de comunicación
alrededor de los levantamientos indígenas desde 1990, son
imaginarios que giran en torno al indio alzado, indio ignorante,
indio vengativo, indio impredecible, que no se sabe que va hacer;
así como también a la fuerza orgánica de los
indios, la unidad, el sacrificio, esta manera de estar dispuestos
a todo, y a la posibilidad cierta de construir poder desde los “pobres
del campo y la ciudad”, entonces los levantamientos fueron
en un determinado tiempo el punto orientador por donde debían
transitar los sectores pobres de la sociedad para construir una sociedad
más justa y solidaria.
Entonces lo que sucedió el mes de junio, y que es de conocimiento
general: el poco o casi nada poder de convocatoria de las organizaciones
nacionales, regionales, provinciales y locales fue un hecho que no
puede ser ocultado. Se le puede atribuir el “fracaso del levantamiento” a
la actual dirigencia del movimiento indígena, porque las comunidades
no acataron las resoluciones de la CONAIE y en su debido tiempo las
de la ECUARUNARI. Acaso la dirigencia está más preocupada
por cumplir compromisos de una agenda nacional concertada con las organizaciones
y movimientos sociales del país y por este hecho dejó de
lado las reivindicaciones de las comunidades y organizaciones cantonales
y provinciales.
El alejamiento de la dirigencia y de los representantes del movimiento
indígena en los gobiernos locales de su fuente primigenia es
evidente, a nosotros nos “parece” (no debemos hacer ningún
tipo de afirmación) que la dirigencia, así como prefectos,
alcaldes, consejeros y concejales vuelven a repetir los males que veníamos
presenciando con los anteriores detentadores del poder local (existen
excepciones) como es el clientelismo, la ausencia de planificación,
el dejar intacto la administración de prefecturas y municipios,
talvez lo más grave no tener una orientación política
adecuada para construir desde el poder seccional una propuesta de un
nuevo Ecuador.
Nosotros entendemos que hay factores más graves que deben ser
analizados, y queremos pensar en “voz alta” y hacernos
estas “autocríticas” cuando se detenta el poder
se tiende a pensar desde el dominante y sobre ese pensamiento construimos
la práctica política, pensamos que somos infalibles,
que la nuestra es la última palabra, que nuestro pensamiento
es el mejor argumentado y nos damos la razón a nosotros mismos
o con cuatro o cinco amigos más, las consultas a nuestros compañeros/as
que nos eligieron simplemente no existe, o las hacemos únicamente
para justificar nuestros logros o fracasos.
Nos creemos en la capacidad de tomar decisiones por otros, de determinar
como van a participar nuestros compañeros y compañeras,
de definir iniciativas y estrategias, comportamientos, alianzas y hasta
de elegir las aspiraciones de los “otros”, nos convertimos
en seres superdotados por obra y gracia de nuestra posición
de dirigentes o porque entendemos de manera arbitraria que nuestra
misión está predestinada, que somos las personas encargadas
de dirigir los destinos de nuestra gente para alcanzar el bienestar
individual y colectivo.
Todavía nos quedan los “remordimientos” palabra
que encierra la posibilidad de autocriticarnos, palabra que a pesar
de tener una connotación cristiana, la aceptamos como propia,
y responde a nuestra forma de actuar y pensar, además nos facilita
la construcción de categorías conceptuales que nos permite
comprender la dinámica de la sociedad.
Las categorías de análisis se van construyendo en forma
independiente en la medida en que somos capaces de desconstuir el discurso
oficial y el pensamiento oficializado; en un lenguaje, en una habla,
en un pensamiento auténtico que recoja nuestros imaginarios
y nuestras realidades y que tenga la capacidad de expresarnos en lo
histórico, político cultural y socialmente en este mundo
moderno. Y que se constituya en la base para la construcción
de una propuesta alternativa y de cambio desde el Movimiento Indígena.
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