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Editorial La corrupciónLas décadas de la restauración democrática, si bien, se ha logrado la apertura y vigencia de la institucionalidad, no es menos cierto que esta etapa histórica se ha caracterizado en ser un débil ensayo de la practica democrática. Ha sido un resucitar de los mismos partidos políticos tradicionales, remozados de pintorescos maquillaje políticos, pero todos animados por los mismos intereses de la vieja aristocracia, la oligarquía y la burguesía quienes han controlado, manipulado y vilipendiado el país de los doce millones, seiscientos mil ecuatorianos. ¿Son ellos acaso, los culpables de la corrupción política, de un país que se ha degenerado en todas los ordenes, niveles, esferas y dimensiones ?. Pero, es necesario hacernos un examen, una revisión de los momentos en el que ellos, proclamaron a viva voz: de una reactivación del aparato productivo, fuentes de empleo, crecimiento económico, políticas sociales, etc. Empero, cual es la característica importante del Ecuador del siglo XXI. Una pobreza humillante del 86% de ecuatorianos, el 75% de desempleo y subempleo, una expulsión forzosa de más de un millón de hermanos a trabajar fuera de las fronteras del país, un permanente saqueo de los fondos públicos, el 70% del sistema financiero quebrado, feriado bancario, salvatajes bancarios. Y una mañosa y hábil justificación de aquel desastre provocado, la dolarización, el mismo que ya lo estamos viviendo el tan anunciado fracaso. Una relectura del proceso democrático vivido en las dos décadas y más, demuestran que, en todos los períodos, en su turno, habido una cadena de casos funestos de corrupción. La sucretización de la deuda privada en el gobierno de Hurtado, a favor de un círculo de empresarios allegados a su gobierno. El caso eucuahospital, el negociado de los carros de basura, en la administración de Febres Cordero. El negocio de las planchas, en la presidencia de Rodrigo Borja. El bullado caso Dahik en el gobierno de Sixto Durán. La red Peñaranda, los fondos reservados y otros escándalos en el corto periodo de Bucaram. El caso Andrade-Gutierrez el nefasto caso Verduga, en el periodo del interinazgo de Alarcón, Los banqueros corruptos en el defenestrado periodo de Mahuad. Los sobreprecios de los reaseguros en las Fuerzas Armadas, el asunto de drogas en el que tiene que ver la Policía Nacional, caso llamado Hong, la red Emmanuel y los Noboa en el manejo doloso de las partidas presupuestarias en los tres años de gobierno de Noboa. En el mismo contexto, un congreso Nacional que se ha caracterizado por una línea de conducta irregular, inconsecuente con los intereses de los pueblos. No ha sido capaz de resolver sus propios enredos internos, esclareciendo hechos que han denigrado el parlamento en función de depurar y limpiar la deshonra de la institución, ya sea por su acción cundo habido la participación de varios Diputados en escándalos compartidos con el ejecutivo, o por omisión por que jamás existió una acción fiscalizadora seria, para vigilar y corregir hacia el correcto funcionamiento de las demás funciones del Estado. En el ámbito de la administración de justicia, la constante ha sido la de un insólito ejercicio de la impunidad. Durante la última etapa democrática, se ha constituido una cadena de acontecimientos inmorales y dolosos reñidos con la administración de los fondos públicos: coimas, influencias, sobreprecios, atracos, acciones cometidas en contra de la ley y las normas. Ante hechos de tal magnitud, la actuación de la justicia, no ha sido eficaz y diligente. Es decir, que la justicia, ha sido siempre la ausente. La administración de justicia, no ha logrado garantizar una investigación transparente y oportuna. Hemos sido testigos y hasta cómplices de la negligencia con que se actúa. Todos los grandes delincuentes gozan de libertad, prevendas y lujosidades fuera y dentro del país evadiendo la justicia, es más, alguno de ellos son autoridades de la República. Es decir, que todos los hechos imputables y los delitos flagrantes, se han quedado en la impunidad. Pues, el mal de la corrupción, en todas sus manifestaciones ha invadido todos los ámbitos y esferas institucionales del Estado y la sociedad. Entonces, la corrupción ha sido la constante, frecuente y sucesiva en nuestra sociedad y una sociedad en descomposición inminente. A la corrupción lo caracterizamos un mal endémico, para otros amnesia moral. En todo caso, es una agresión brutal a la sociedad. Esto demuestra que en el ejercicio político, en la cotidianidad pública y privada, existe una total ausencia de valores, es el reflejo de un modelo de vida que se ha quedado vacío de moral y ética, y se ha quebrantado lo elemental del ser humano.
En consecuencia, esta descomposición y la crisis económica, política, social y cultural de nuestros pueblos vienen paralelas a todo una descomposición moral y son problemas de carácter estructurales. La desconfianza, la incredibilidad de la ciudadanía en las instituciones democráticas y los gobernantes son males del sistema vigente. Una democracia sin legitimidad y allanada por los intereses económicos, los mismos que han instaurado la ingobernabilidad del país desde las formas corruptas del ejercicio del poder, han generado el desconcierto y el colapso de un modelo de vida y que precisamente, es la agonía de un mal estructural. Por tanto, la corrupción es consustancial con el modelo capitalista, en cuanto la cultura de lo individual, la conducta de la competencia, el comportamiento del consumismo, se genera desde un modelo, que es el modelo capitalista. El hegoismo, el individualismo y el afan de lucro personal ha sido como la doctrina de la sociedad capitalista, esto en contra y desmedro del otro. La boracidad económica, el afán desaforado de concentrar los bienes y servicios individualmente, hace que se utilicen los mecanismos corruptos de adquisición. En este sistema, que es la reproducción del modelo capitalista, no existe los principios básicos humanos, como la solidaridad, la reciprocidad, el comunitarismo. El principio de solidaridad, en el mundo capitalista, tiene otro sentido, que es el de la caridad, menos de la equidad y la justicia, por tanto la ambición de la acumulación individual, es la regla. Por esta razón decimos, que la corrupción, no viene sola, es la consecuencia de un modelo, económico, social y el control ideológico diseñado que se ha afianzado en este mundo unipolar. La cultura del lucro, el consumismo y el enriquecimeinto es funcional obviamente al capital. Desde la perspectiva económica, la globalización, que responde al modelo en mención, es nefasto por la acumulación del capital en sacrificio de grandes sectores poblacionales. La globalización en sí, no apunta al mejoramiento de las condiciones sociales ni políticas en función de las colectividades. Privilegia la apertura de los mercados de bienes y capitales especulativos, en función de una acumulación ilimitada, que tiende a polarizar y profundizar las diferencias sociales ya existentes en el mundo. De este modo se explica, la pobreza crítica que atraviesan nuestros pueblos, el neoliberalismos, que es una receta del capitalismo, apadrinados por el FMI, el Banco Mundial, no es una respuesta adecuada ni para resolver la crisis económica del Ecuador, ni de nuestra América, es más, las políticas del neoliberalismo ha colapsado las economías de América Latina, precisamente en estos últimos tiempos, como se experimenta en México, Argentina, Brasil, Perú, Uruguay, Ecuador, etc. Desde esta perspectiva es necesario levantar acciones que vayan en contra de la corrupción, desde la tarea de la educación de la niñez, la juventud y la sociedad en general, es necesario, organizar y constituir una contraloría social, desde la práctica de valores sociales, desde las culturas indígenas que aún están vigentes. Pero, no es menos cierto que el combate a la corrupción se lo debe implementar desde la raíz, atacando a la estructura misma y el modelo que nos agobia y no tratar de subsanar desde las recetas superficiales o paños tibios que aparentemente desaparecerán algunos males parcial y aisladamente, pero que no serán efectivas para extirpar este modelo de vida, que tanto daño ha hecho a la humanidad. © Los artículos del presente Boletín pueden reproducirse citando la fuente |