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Publicación mensual del Instituto Científico de Culturas Indígenas.
Año 3, No. 31, octubre del 2001
Editorial
Construcción política y reconstrucción histórica:
los nuevos desafíos de la CONAIE
La CONAIE, desde sus orígenes a inicios de la década de los ochenta, tuvo que contrastar las
formas organizativas existentes, fundamentalmente de tipo gremial y representación jerárquica y
vertical, con una clara identificación de la perspectiva indígena producto de un proceso sostenido
de debate. El tipo de organización que atravesaba a todos los sindicatos, partidos de izquierda y
movimientos sociales, bajo criterios de funcionalidad, contribuyó a formar una especie de
"organización tipo" y la CONAIE, casi de manera natural, asienta en ella su estructura
organizativa, al mismo tiempo se define como una confederación de nacionalidades, es decir
reconoce la existencia de una diversidad de identidades que tendrán que convivir juntas en la
nueva organización.
Pero la CONAIE también se estructuró sobre dos organizaciones que tenían raíces distintas
aunque convergentes, la ECUARUNARI en la serranía ecuatoriana y la CONFENIAE en la
Amazonía. En efecto, los indígenas que se habían organizado en la ECUARUNARI, pertenecían a
organizaciones de primer grado que tenían alguna vinculación con el sistema de hacienda. La
lucha por la tierra, elemento central de su cosmovisión, era sobre todo una reivindicación de tipo
económico que en los años setenta era la base de una organización de tipo sindical.
En cambio, las organizaciones de la Amazonía ecuatoriana no habían vivido ese proceso de
valorización de la tierra; de hecho, las élites ecuatorianas habían considerado a la Amazonía como
un territorio de nadie; uno de los representantes más importantes de las élites, el ex Presidente de
la República, Galo Plaza Lasso, llegaría a afirmar que "el oriente ecuatoriano es un mito". El
sistema de hacienda no había logrado penetrar en la Amazonía e incorporar nuevas relaciones de
poder en ese territorio.
La Amazonía ecuatoriana atraviesa un proceso de valorización con el descubrimiento del petróleo
y su explotación a partir de los años setenta. Las nacionalidades de la Amazonía más que una
pertenencia a la tierra bajo dimensiones económicas, vislumbran a su entorno como un territorio
que debe estar bajo su control. Su noción básica será justamente la noción de territorio, un
concepto cultural fundamental para definir una nación.
Ahora bien, el encuentro de estos dos procesos históricos, implica una serie de rupturas y
transformaciones; de estas rupturas pueden desprenderse dos de las categorías políticas más
importantes que se han generado en el Ecuador contemporáneo, aquella de la plurinacionalidad y
la interculturalidad.
La reivindicación de la plurinacionalidad requiere, de hecho, una reforma política del Estado, así
como de sus sistemas de representación política y las formas procedimentales de la democracia.
El reconocimiento de la necesidad de la interculturalidad implica una transformación de las
sociedades en función de la relativización de los contenidos civilizatorios y la aceptación de la
diferencia.
Pero el proceso de transformación organizativa interna de la CONAIE tiene que resolver un
conflicto que existe desde su constitución. Si la CONAIE es una organización de nacionalidades y
pueblos indígenas, entonces sus niveles de representación deben articularse a la concepción
original de nacionalidades y pueblos. Se hace necesaria una transformación de la organización de
tipo gremial y con bases geográficas basadas en la división territorial del Estado, hacia un nuevo
tipo de organización política, en la que el criterio fundamental sea precisamente el de la
nacionalidad. Para asumir esta responsabilidad, es necesario definir en primer lugar qué se
entiende por nacionalidad y empezar un proceso de recuperación de la memoria ancestral, es
decir, recuperar las formas originarias mediante las cuales los diferentes pueblos y naciones
resolvían sus diferencias culturales.
Para poder organizar a la CONAIE desde la noción de nacionalidad y pueblo, es necesario un
proceso de reconstrucción de esas nacionalidades y pueblos. Este es un proceso que empieza
desde los primeros años de la década de los noventa y que presiona a las actuales estructuras
organizativas y a la forma de entender y asumir la representación política al interior de la
CONAIE. De ahí que el reciente Congreso de la CONAIE (octubre de 2001) haya sido
denominado como Primer Congreso de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas del Ecuador. Se
trata de un proceso inédito, cuyos horizontes se van dibujando conforme los actores cobran
conciencia de sus prioridades, y cuya agenda está aún por definirse. Quizá ello pudo evidenciarse
en la serie de conflictos que se suscitaron cuando las representaciones de pueblos y nacionalidades
duplicaban en funciones y en delegación a las representaciones por organizaciones indígenas
provinciales.
A más de los conflictos de procedimientos, se evidenciaron conflictos más profundos y que aún
no han sido resueltos. Si se constituyen las organizaciones desde su referente de la nacionalidad,
¿cuál es entonces el futuro de las organizaciones provinciales?, ¿cómo asumir un proceso de
convocatoria, de organización y movilización que se ha realizado desde la organización de tercer
grado, hacia un tipo de organización todavía nuevo?, ¿cómo empatar los tiempos de pueblos y
naciones que tienen muy avanzado su proceso de reconstrucción histórica y política, con aquellos
que están aún en sus inicios?, ¿cómo evitar la sobre representación de pueblos y de naciones?, ¿de
qué manera constituir un Consejo de Nacionalidades y Pueblos que tenga real influencia en el
Consejo de Gobierno de la CONAIE? Son inquietudes que se suscitan dentro de este proceso que
está en plena conformación.
Uno de los retos del movimiento indígena es el de abrir los espacios de la discusión y el debate
sobre las nuevas formas de representación, sobre la significación que tendrá este nuevo tipo de
organización política para los pueblos indígenas así como para toda la sociedad ecuatoriana.
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