|
Editorial El Código de la Producción o las formas del CapitalismoAvanza, se afianza y se mantiene. Como una aplanadora, sigue su curso y se lleva consigo a quienes por siglos han sido arrasados por la desigualdad. El Capitalismo es camaleónico, se sostiene en la creación de alienados, enajenados. Los empobrece y los mantiene así valiéndose de un complejo aparataje institucional. Entonces, prevalece, se fortalece y crea cortinas de humo que nos enceguecen. Cuando miramos alrededor nuestro, vemos los rostros de aquellos que son explotados, afectados y se han organizado para luchar, hombro a hombro contra la esclavitud al consumo y al trabajo. Nos encadenaron al trabajo, porque nos arrebataron el tiempo. Nos engañaron. Nos dijeron que el tiempo es dinero, y con eso nos despojaron de nosotros mismos. Y a través de la historia nos organizamos, nos abrazamos con los rostros que se nos parecen, con las luchas que nos encuentran en el sendero. Cuando miramos el camino que nos lleva hacia el horizonte por el cual luchamos, nos hallamos con las manos, ojos y bocas de obreros, campesinos, indígenas... los llamamos movimientos sociales. Los movimientos sociales han construido una vigilancia permanente ante el Estado Capitalista, lo que hace que se conviertan en su opositor. Mientras el Estado se siga sosteniendo en las formas de explotación, en la estrategia del incentivo al individuo para romper lo colectivo, lo comunitario, en promover la enajenación del tiempo y del cuerpo, se encontrará con un contrario que resiste y actúa. Ahora bien, es importante recordar que no luchamos solo contra las formas de explotación o contra la ruptura del colectivo o contra la enajenación del cuerpo y del tiempo. No luchamos en contra de las herramientas jurídicas que ha creado el Capitalismo, no es en contra de las leyes... esa lucha es enceguecedora y nos podemos perder en un túnel largo y oscuro que nos pone el Capital para distraernos y disolvernos. Por eso, cuando revisamos las estrategias del Estado para controlar y manejar el capital es importante no perder de vista contra qué estamos luchando. No existen leyes buenas o malas en un marco en el que hay un principio que corroe la comunidad, la integralidad, la complementariedad y la reciprocidad. Vivimos en un Estado capitalista, que se vale de múltiples mecanismos para sostener el sistema de acumulación, la tasa de ganancia. Nos encontramos frente a un gobierno que busca sostener este sistema, pero está consciente del fracaso del neoliberalismo como única herramienta de gestión. Hay que estar vigilantes ante todas las formas que adopte el Estado para mantener el régimen de explotación y acumulación. En noviembre del 2010, se empezó a debatir el Código de la Producción. Este código promueve la transformación de la matriz productiva, plantea la derogatoria de 13 leyes, y la alteración de 5 más, que tienen que ver con el sector productivo e industrial. Para la ejecución de esta nueva propuesta de normativa, el gobierno propone varias estrategias con el objetivo de dinamizar y transformar el aparato productivo, redistribuir la riqueza, diversificar las formas de propiedad y de organización, y otros aspectos más que, de aplicarse de acuerdo a lo establecido, se ofrecerían grandes incentivos a los empresarios, como la rebaja del Impuesto a la Renta, la exoneración del IVA en la adquisición de maquinarias con fines productivos, etc. Además, el código de la producción plantea una adecuación de la infraestructura estatal, lo que implica la construcción de vías, de mayor aparataje burocrático, ejes multimodales, etc. ¿Qué implica la arremetida del Código de la Producción para los movimientos sociales? ¿Cómo atentará contra el Sumak Kawsay de nuestros pueblos? Nosotros, los de cara oscura y rostro de páramo, de selva y de montaña, nosotros abrazamos el Sumak Kawsay para todos nuestros hermanos de lucha... y vemos con horror como se acerca la aplanadora del Capital, con todo su aparataje, con todas sus estrategias. Miramos atentos y gritamos. Gritamos que el Código impulsa una explotación hacia los trabajadores. ¿En qué medida la unificación salarial implica un cambio, si proviene del mismo sistema que nos destruye? No propone justicia, es un mover de fichas a los intereses de los más poderosos, vuelve a echar mano de la tercerización y todas las formas precarias de contratación. Establece Zonas Especiales de Desarrollo Económico (ZEDE), que son en principio Zonas Francas, en la que los empresarios e inversionistas tienen potestad de realizar sus propias reglas de juego, privando a los trabajadores de la posibilidad de organizarse, de obtener estabilidad laboral o de conseguir un contrato colectivo. Estas formas priorizan la inversión económica explotadora. Consejo Editorial: Subvencionado por: Con el apoyo de: Dirección: Teléfonos: (593 2) 2900048 © Los artículos del presente Boletín pueden reproducirse citando la fuente |