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Editorial Resistencia milenaria frente a los estados coloniales en el siglo XXILa instauración de las repúblicas en América Latina traen consigo todos los rezagos de las estructuras coloniales, no solo en las concepción y sus políticas, que se ocultan tras la maquinaria institucional moderna, sino que es el establecimiento de la estructura política e ideológica de poder (del Rey) unipersonal y con todas sus deformaciones. Se trata de la implantación grotesca de toda una lógica. La lógica eclesial, de cruzadas, conquistas y codicia: fundamentos del sistema y de la lógica occidental. Esta lógica y este esquema de pensamiento se imponen, sobre una visión cósmica y holística. Visión milenaria que se manifiesta aún en vigencia, la misma que se constituye desde los principios de la convivencia de la comunidad humana y ésta con la Naturaleza. Estas mismas estructuras y estos sistemas lo suficientemente arcaicos, se trasladan en herencia a las aristocracias criollas de generación en generación. Pero este imperfecto legado, aún es una extraña deformidad y embrionaria, en nuestros territorios ancestrales y bondadosas que en la práctica, resultan ser instrumentos perversos de avasallamiento contra la generosidad de quienes practicamos la convivencia humana y la armonía con la Madre Naturaleza. En efecto, se trata del Estado, una construcción desde la óptica eurocéntrica y la lógica occidental que detenta los poderes absolutos, cuyo objetivo es imponerse a las civilizaciones originarias y a su institucionalidad milenarias, para así arrebatar los bienes materiales, culturales, históricos y engendrar la miseria desde su visión del desarrollo en este hemisferio. Esta subordinación institucional y el saqueo desesperado recaen drásticamente no solo a los pueblos originarios, sino a toda una sociedad de este continente, espacio territorial y geopolítico denominado desde nuestros orígenes como el continente de Abya Yala. Precisamente, esta complejidad institucional se implementa, como el marco de acción y administración de las actuales aristocracias y élites que responderán a una lógica y los intereses ya establecidos históricamente. Este sistema con directrices prediseñados vive un proceso acelerado de decadencia, es decir que, atraviesa una crisis secuencial y estructural profunda. Desde las condiciones de colonialidad y desde la codicia, sin embargo, se improvisa la gobernabilidad, en las que perviven los retrasos y los rezagos coloniales. Ante los anuncios y discursos de evolución (o revolución) aún son compatibles con las vivencias históricas y milenarias de procesos sociales actuales. Tanto la institucionalidad, o el aparataje estatal, como los gobernantes o las aristocracias, entumecidos por los dogmatismos, continúan siendo genéticamente herederos de los invasores, sanguinarios y genocidas de siempre. Los Estados “Latinoamericanos” se han caracterizado como instrumentos eficientes y de perfeccionamiento del proceso colonial y de exterminio en la región, a partir de la constitución en una entidad de justificación del desenfrenado reparto de los territorios de este continente, para constituirse en la estructura jurídico-político en función de asegurar la vigencia del esquema occidental y colonial, que sufre de la patología congénita: es un Estado uninacional, hegemónico, racista, excluyente, capitalista y colonial. En definitiva el Estado es la institucionalización del poder unipersonal de sometimiento a la sociedad. Por lo tanto, los gobernantes cuyas funciones son, las de dirigir el Estado, administrar la cosa pública, representar a toda ciudadanía, se rige y debe cumplir fielmente el espíritu de un sistema adquirido. Lo hacen obviamente desde este epicentro lógica, el eurocentrismo, desde los referentes occidentales. Es decir, desde una posición ideológica distante a la realidad histórica, cultural e identitaria de nuestros pueblos. Pues, para ser gobernante se debe cumplir con el requisito de despojarse de la pertenencia histórica y asumir una posición monárquica, unipersonal y ajena a los procesos sociales, para esforzarse a adoptar una identidad de sometimiento a referentes y paradigmas que ya han provocado la crisis global. La tradición de los gobernantes criollo, es revestirse de un poder absoluto, que para ello propician el fortalecimiento del aparato estatal de acuerdo a sus intereses o situaciones circunstanciales en función de someter a la sociedad. El día mundial del medio ambiente, 5 de junio del 2009, en Bagua, en el Departamento de Amazonas, Perú, se evidenció una vez más, la verdadera esencia y los fines de un Estado implantado sobre la base y cimientos coloniales, así como, la concepción, el esquema mental absolutamente colonial del gobernante de esta región henchido de rabia y codicia. Toda la faz de la tierra se ha convertido en testigo presencial de lo acontecido en la localidad de Bagua, Amazonía del Perú, acciones criminales y los niveles de violencia contra los hermanos indígenas que luchan por la vida, la Madre Naturaleza y la vida de todos los seres humanos. Son las acciones del Estado cuyo diseño responde a lógicas e intereses sellados y santificados desde un sistema establecido a sangre y fuego. Son hechos de barbarie, que reviven el genocidio en nuestros territorios, o las sangrientas cruzadas de antiguos reinados del viejo continente, que creíamos que la historia ya lo había sepultado. Es más, a esta tenebrosa creación humana (el Estado), institución que legitima la injusticia y los crímenes, se suma, la perversa mentalidad racista del gobierno peruano, característico en nuestra región frente a los Pueblos Indígenas, son monstruos conciencias teñidas de sangre del sacrificio nuestros pueblos. Como dijera Fray David Martínez de Aguirre Guinea, OP. Misión de Kerigueti. Perú “¿Acaso no son hombres? La barbarie, la sed de riquezas desenfrenada, el racismo y la prepotencia de aquellos conquistadores de antaño no difieren mucho delo que estamos presenciando en la actualidad en la Amazonía peruana. Han cambiado los rostros y las vestimentas, pero persisten las mentalidades y los métodos.” Testimonio presencial desde una visión universal y de compromiso con la vida. Este conflicto no es del día 5 de junio (Día Mundial del Medio Ambiente) o días posteriores, estos conflictos son históricos y cotidianos para los pueblos indígenas, ante el racismo y la codicia de quienes se apropian para sí el “poder”, convirtiéndonos en escoria, o que significamos el atraso, el “subdesarrollo”, que ellos mismos lo han importado hasta nuestras tierras. Desde la mente soberbia del gobernante del Perú, y, a través de los medios que lo secundan, gritaba con voz rabiosa a los hermanos de región Andina y la Amazonía peruana calificándoles de “perro de hortelano”. Este “gobernante” habla desde su propia condición, muerto de codicia y el desprecio al otro. ¿Cual es la culpa, de los Saranahua, Amahuaca, Ashiáninka, Matsiguenga, Yaminahua, Achuar y decenas de otros Pueblos, de estar asentados desde miles de años en estos territorios y defender a la Madre Naturaleza? Desde la presencia del aparataje político jurídico estatal y justifica su hegemonía absoluta, los pueblos indígenas parecemos extraños y mendigos en nuestros propios territorios milenarios. Lo que se hace, en el Perú y en toda la región es defender, con la sangre y con la vida la soberanía y la dignidad de todos los pueblos. Nuestros antepasados nos han legado las luchas de resistencia y no permitiremos la subasta de nuestros bienes naturales a través de los mezquinos contratos, tratados y negociados con las transnacionales y el sometimiento a recetas de las multilaterales o los grandes imperios como el ALCA, TLC con los Estados Unidos, Unión Europea, u otros. Luchamos contra ese desarrollo perverso basado en la extracción de los bienes (recursos) naturales, que significa no solo la depredación ambiental, sino el presente y futuro de la humanidad y la vida del planeta. 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