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Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año11, No. 124, Julio del 2009

Editorial

La cultura


La reflexión sobre el concepto de cultura ha sido histórica, va desde una preocupación filosófica hasta convertirse en un problema teórico específico al interior de las ciencias sociales.

Su reflexión ha generado concepciones muy diversas, los cuales siguen una estrecha relación con su práctica, lo más interesante es que muchos de estos conceptos históricos aún forman parte de la concepción de cultura en algunos sectores de la sociedad actual, inclusive aquellos que tienen como práctica de relación social, prejuicios de índole económica e inclusive racial.

Para nuestros días el término cultura, es otro, ha recorrido grandes trechos revolucionarios que dan cuenta de la humanidad, desde otras lógicas; la cultura actualmente responde ante todo al quehacer del ser humano, colectivizado en una determinada sociedad, que se diferencia de otra, por las formas de hacer y reproducir dicha sociedad.

Estas distancias conceptuales son necesarias de entender, pues la cultura es hoy un elemento de lucha y de reivindicación de varios pueblos en el mundo. Por ello creemos necesario caminar sobre los pasos teóricos que hicieron posible la construcción de la definición de cultura a lo largo de la historia.

El concepto de cultura más antiguo se refiere a la formación del hombre, su desarrollo y perfeccionamiento, ya sea en lo sensorial, en el campo psíquico, intelectual y espiritual, concepto propio de los griegos, quienes cultivaban “buenas artes" así llamaban, el quehacer sobre la poesía, la elocuencia, la filosofía, etcétera, prácticas que se reconocían como un valor esencial, para lo que el hombre es y debe ser, es decir la capacidad de formar al hombre verdadero, al hombre en su legítima y perfecta forma.

En este sentido la cultura fue para los griegos, la búsqueda y la realización de la verdadera naturaleza humana, concepto clásico de la cultura que excluía lo que se consideraba como actividad infrahumana, pues no debemos olvidar que los griegos eran una sociedad esclavista, donde las actividades laborales o el trabajo eran propias del esclavo, por lo tanto quienes se ocupaban de éstas, tomaban el mismo valor.

Los griegos concibieron a la cultura desde una perspectiva aristocrática, ya que se accedía a ella solamente al ser ciudadano, y para poder ser considerado como ciudadano, para la sociedad griega, era indispensable ser propietario, por tanto, no se debía ser esclavo, ni mujer.

Para la Edad Media, se siguió conservando el carácter aristocrático del concepto cultura, pero se transformó radicalmente el carácter naturalista de los griegos. El cultivo de la gramática, retórica, la dialéctica, la aritmética, geometría, astronomía y música que entonces se denominaron "liberales" constituyeron el preámbulo de la cultura medieval, cuyo fin, no obstante, fue la preparación del hombre para sus deberes religiosos y para la vida ultramundana, esto es para la vida auténtica después de la muerte.

La filosofía y en general la cultura fue considerada entonces como instrumento principal de esta preparación, ya que su deber, propio y específico, es hacer accesibles al hombre las verdades reveladas por la religión. Definición de cultura que Humberto Eco, ilustra magistralmente, en su obra “El nombre de la rosa”

….Cuando el hermano Guillermo de Baskerville, un monje de mediana edad, antiguo inquisidor, y miembro de la orden franciscana, es requerido por el superior de un importante convento para que descubra al autor de una serie de horribles muertes acaecidas en el lugar…

Durante siete días de terror apocalíptico, el asesino matará una y otra vez, mientras Guillermo y Adso, su fiel ayudante, investigan las complicadas relaciones entre los monjes que intentan penetrar en los secretos de la biblioteca, piedra angular del convento, donde se encuentran los más valiosos manuscritos de la cristiandad y entre cuyos muros, Guillermo sospecha que se encuentra la clave para aclarar los crímenes. Pues entre eso muros se guardaba celosamente un escrito elaborado por Aristóteles en donde habla de la capacidad humana de la risa.

Este texto es celosamente guardado por el monje guardián de la biblioteca al considerar que, al leer esta obra las personas perderán el temor de Dios y se observarán a sí mismo, se humanizarán.

Esta obra nos relata así, la lucha entre dos conceptos de la cultura, el concepto clásico y naturalista griego, simbolizado por la misteriosa obra de Aristóteles (la humanización de la cultura en la que el hombre es la medida de todas las cosas), y el guardián de la biblioteca acompañado por el inquisidor los cuales consideran que una Institución y su dogma deben ser los guardianes de la fe, las costumbres y los límites morales de la existencia humana.

El Renacimiento en su tentativa de redescubrir el significado genuino del ideal clásico de la cultura, quiso llevarlo de nuevo a su carácter naturalista y concibió la cultura como la formación, que permite al hombre vivir de modo mejor y más perfecto en el mundo que es suyo, donde la religión misma, desde este punto de vista, es un elemento integrante de la cultura, no porque prepare para otra vida, sino porque enseña a vivir bien en ésta.

El Renacimiento mantiene, no obstante, el carácter aristocrático de la cultura: ya que la sabiduría como tal, estaba reservada a unos cuantos. El sabio se separa del resto de la humanidad, tiene un status metafísico y moral propio y diferente de los demás hombres.

Esta concepción sigue siendo aceptada por intelectuales, funcionarios, artistas académicos y promotores culturales, que consideran que el “genio artístico o intelectual” es una cuestión innata que algunos cuantos afortunados poseen.

La primera tentativa para eliminar el carácter aristocrático de la cultura fue realizada por la Ilustración. Esta tuvo dos aspectos sustantivos:

En primer lugar intentó extender la crítica racional, a todos los posibles objetos de investigación y, por lo tanto, consideró como error o prejuicio todo lo que no pasara por el tamiz de esta crítica.

En segundo lugar, se propuso la máxima difusión y masificación de la cultura, lo que quiere decir “la expansión de la cultura Europea” considerándola instrumento universal de renovación de la vida social e individual.

"Ser culto" entonces ya no significaba poseer las artes liberales de la tradición clásica, sino conocer en cierta medida la matemática, la física, las ciencias naturales, además de las disciplinas históricas y filológicas en formación. El concepto de cultura, desde entonces, comenzó a significar "enciclopedismo", o sea conocimiento general y conciso en todos los dominios del saber.

Esta concepción es aún cotidiana para muchos intelectuales y responsables de programas e instituciones de gobierno, ha implicado políticas y prácticas culturales sustentadas en la idea de “llevar la cultura al pueblo”, organizar oficinas de “extensión” de la cultura, hablar de “bellas” artes, fundar palacios, construir distinciones explícitas entre música “culta” y “popular”, entre arte y artesanías.

La crítica principal a ésta concepción eminentemente europeísta (etnocéntrica dirían los antropólogos), es que se trata de una construcción discursiva en torno a la cultura “universal” que nuevamente nos lleva a una neo aristocracia, dando un supuesto sustento a una diferencia “sustantiva” que diferenciaría, por ejemplo, las manifestaciones artísticas de origen europeo (universal) y las manifestaciones artísticas de las culturas indígenas, rurales, nativas, negras, orientales, etcétera.

El discurso de la ilustración, hoy día, crea el sustento de la dominación, el racismo, la intolerancia y la marginación. Da pie a la idea de que los sistemas educativos formales, de corte occidental, sean la única vía del aprendizaje y la evaluación de la “calidad” del “arte universal”.

En el ámbito de la antropología, la cultura adquirió la concepción de "relativismo cultural". En donde la cultura es señalada como el conjunto de modos de vida creados, aprendidos y trasmitidos de una generación a otra, preservándose en una comunidad particular.

En este sentido la cultura no se concibe como la formación de un individuo o la madurez de valores específicos, sino como la vida colectiva y plural de un grupo social determinado, cuyos símbolos, lenguajes, productos y hechos sociales lo definen a sí mismo.

Para el punto de vista sociológico la cultura es un término, mediante el cual se puede designar la diversidad de formas de organización social, desde la más especializada y compleja, así como las formas de vida tradicionales, teniendo la ventaja de no conceder privilegio alguno a un modo de vida con referencia a otro.

El hombre para relacionarse con sus semejantes y con su medio crea símbolos que interpretan y comunican la realidad cotidiana, hechos y productos tangibles e intangibles que van desde una frase, un poema, un instrumento de trabajo, un cuento, una obra artística, una reconstrucción histórica, hasta una concepción moral, una práctica religiosa o un lenguaje o un pensamiento. Estos elementos constituyen la cultura, hechos a procesos determinados que se vuelven, y son históricos.

La cultura está inmersa en procesos sociales específicos, es el resultado de interacciones que van de lo simple a lo complejo; en lo económico, político, religioso, ecológico, alimentario, artístico, psicológico y filosófico.

Todos estos elementos que interactúan en un contexto social determinado dan sentido, identidad y pertenencia a una comunidad humana. Para entender entonces la cultura de una sociedad determinada demos poner atención en las esferas sociales observando sus especificaciones y diferencias, a la vez observando las interconexiones de lo social, lo productivo y lo cultural.

La cultura por lo tanto, hoy es fundamentalmente un proceso que en determinadas condiciones de existencia, es decir, que en determinado tiempo y espacio, da lugar a maneras y productos originales y distintivas de ser, actuar y de crear el mundo, de los individuos y de los pueblos; este proceso produce en ellos un sentido de pertenencia en un tiempo y en un espacio específico y a cierta comunidad social y, por ende, los hace relativamente distintos a individuos y grupos de otras épocas, de otros lugares y de otras sociedades.

Para los pueblos del mundo la cultura no es más que el conjunto de elementos y hechos humanos que se desarrollan en el quehacer político, económico y social, dentro y fuera de un espacio determinado, que tiene conexiones históricas y que además posee proyecciones culturales en el devenir del tiempo.

Estos elementos y hechos pueden ser tangibles e intangibles, y son los que nos permiten ser, reproducir y postergarnos en el tiempo.


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