DIALOGO DE CULTURAS:
HACIA EL RECONOCIMIENTO DEL OTRO
Luis Macas
Revista Yachaikuna, No. 2, diciembre del 2001
Publicación Semestral, Instituto Científico de Culturas Indígenas, ICCI
http://icci.nativeweb.org
La lógica del sistema occidental capitalista, el
modelo económico neoliberal, la época de la globalización y la fuerza de la
transnacionalización ideológica que vive la humanidad, son los que con
agresividad han atentado contra la sobrevivencia y la resistencia de las
diversas entidades culturales, sociales, políticas e históricas originarias.
Por lo que es uno de los tiempos, históricamente el más violento que soportamos
las culturas originarias, pero el menos reconocido por la humanidad, por las
sociedades y los Estados nacionales con relación a los pueblos y naciones indígenas de nuestro continente.
No es menos cierto, que el sistema que atraviesa la
historia presente basada en modelos y patrones de vida viciadas de prejuicios
coloniales y esquemas totalmente enajenantes para los pueblos indígenas, son
los que provocan una rápida descomposición social y cultural de nuestras
sociedades con la agravante de la desaparición abrupta de identidades vivas, en
el mundo de la homogenización que genera la modernidad, paradójicamente,
reverenciada por casi todos nosotros.
Los Estados Nacionales en América Latina, que es la constitución de una
historia aún no esclarecida, vista y escrita desde el conquistador, versión
reproducida por algunos cientistas sociales actuales, en las que se refleja la
visión eminentemente eurocéntrica, la misma que establece la supremacía de la
cultura dominante sobre las culturas originarias. Esta visión limitada
constituye aún como el único recurso y fundamento válido, en la justificación y
explicación del desarrollo de la sociedad y cultural latinoamericana, con el
menos cabo absoluto de la existencia de la diversidad de sociedades y culturas
en América. El esfuerzo e
intencionalidad óptima ha sido, en el caso de la presencia de una cultura
diferente, plantearse la absorción
cultural y social o lo que prefieren llamar desde las agendas gubernamentales o
estatales, la “INTEGRACION” al proceso
de desarrollo de las sociedades del Estado nacional como un modelo ideal de
vida, cuando en realidad significa un proceso de exclusión y desaparición de la
diversidad de culturas y pueblos de estas regiones del mundo.
Este proceso
agresivo de pérdida de identidades y
por ende la desaparición de la identidad nacionales, hecho que conlleva a una
profunda crisis de valores y comportamientos, a la destrucción de instituciones
válidas que norman las relaciones sociales, especialmente en las sociedades
indígenas, como es el diálogo. Cuando la era de la expansión tecnológica y la
superposición de la escritura sobre la PALABRA en la historia del momento es
evidente, también el valor
INSTITUCIONAL del DIALOGO se ha convertido en el simple ejercicio mecánico de
segundo plano, especialmente en la concepción y cotidianidad de la cultura
occidental y las culturas dominantes
locales.
Tratándose de nuestras culturas, la institucionalidad
del diálogo imprime validez, por sobre los códigos escritos, otros signos como
los quipus inclusive; por tanto este sistema (por cuanto el diálogo para
nuestros pueblos, es considerado como un sistema y método de vida) constituye
verdadera autoridad, poder y sobre todo convocatoria, establece las relaciones
interpersonales y la reproducción de la cultura, la historia de generación en
generación, permite el reconocimiento de realidades diversas. Pero de ninguna
manera afirmaríamos la designación a las naciones originarias o pueblos
indígenas, de lo exclusivamente orales en la comunicación.
Al introducirnos al tema del DIALOGO de culturas, es
importante hacer algunos señalamientos puntuales que son necesarios desde
nuestro punto de vista:
Es que el contexto del análisis y debate de las
Ciencias Sociales, adquiere una configuración y dinámicas diversas,
particularmente en las dos últimas décadas y a partir de la emergencia y
evolución del movimiento indígena como sujeto histórico y como actor social y
político en las Américas. Este hecho, permite la modificación de métodos y
esquemas establecidos en función de admitir forzosamente conceptos y categorías
nuevas y acceder a la comprensión de
dimensiones distintas, de visiones milenarias pero vigentes, las mismas que
significaron un aporte permanente a la cultura universal y que ahora
contribuyen hacia el enriquecimiento
del universo de las Ciencias.
La conceptualización de la interculturalidad, la
plurinacionalidad, el reconocimiento de la diversidad cultural en América
Latina y el Continente, entre otros, ha sido el resultado del ejercicio y la
acción implementada desde los pueblos y las naciones indígenas. Este
tratamiento, en su verdadero contenido, son temas que se profundizan en las décadas
del ochenta y noventa; es cuando ha
cobrado una inusitada evolución cualitativa, hacia a las formas colectivas de
aporte a las culturas y ciencias universales, como son las prácticas y
reflexiones desde las identidades locales y originarias, en el marco de la
búsqueda a superar el clima y
coyunturas adversas generadas por la crisis global que vive la humanidad y por
la sobrevivencia de las identidades locales.
Sin duda alguna, estas categorías y conceptos, como
lo han calificado algunos pensadores de subyacentes; obviamente nace desde las
experiencias de lucha e iniciativa de cambios de nuestros pueblos, pero desde
un análisis y reflexión colectiva en consenso con otros sectores sociales y
populares, alcanzadas ya sea en contextos nacionales como también a nivel
internacional. Por lo que, nos atrevemos a decir, que las dos décadas han sido
ganadas para los pueblos indígenas, en cuanto a la concreción de sus luchas por sus derechos y los cambios
suscitados hacia una redefinición del Estado y la sociedad .
EXPERIENCIA
NACIONAL
Los
acontecimientos políticos y sociales que registra la historia
ecuatoriana, a lo largo de las dos últimas décadas, está patentada por la
irrupción y surgimiento de un movimiento social más importante de los últimos
tiempos, la presencia activa de las nacionalidades y pueblos originarios, o
indígenas como nos hemos denominado.
Este acontecimiento protagónico, se desenvuelve en
un contexto cotidiano de
contradicciones entre los pueblos indígenas y el Estado, hechos que suscita en
cualquier parte del mundo: En un país donde prevalecen los prejuicios sociales,
la exclusión, la negación en los legítimos derechos de nuestros pueblos es
común; la pobreza y la miseria se agudizan insosteniblemente; la corrupción y
la impunidad están al orden del día; la ingobernabilidad es propio del sistema
político en nuestro país; una crisis de valores en su máxima expresión. Situación insuperable, por cuanto el “modelo
ideal de vida” ha llegado a su total
desmoronamiento. Entonces, el concurso de otros actores fundamentales de la
sociedad, como los pueblos indígenas, es muy importante desde nuestro entender.
El escenario difícil y de alto riesgo para los
intereses de la gran mayoría, arranca con una gran despliegue de fuerzas cuyo
objetivo es la de organizar y fortalecernos procurando una dinámica hacia
lograr una constitución estructural y orgánica desde lo local hasta construir
una estructura organizativa nacional, el mismo que se constituye en un espacio
adecuado de todas las doce nacionalidades y trece pueblos que conformamos la
Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador CONAIE. En esta realización, concurren algunos ejes
temáticos de reivindicación que articulan el movimiento indígena: desde el
cuestionamiento a una estructura de Estado y el sistema político; la exigencia
al Estado por el reconocimiento de los derechos sociales y políticos de
nuestros pueblos; por ejemplo el reconocimiento de la diversidad social y
cultural de nuestro pueblo, la implementación
de la reforma estructural del Estado, entre otras, a partir de iniciativas y propuestas y abrir espacios de
debate, consensos y una gran concertación nacional a través del dialogo.
La tarea de la construcción de la unidad estructural
del movimiento indígena gira también alrededor de estos ejes, necesariamente
estará orientada a un gran reencuentro histórico de los pueblos; es decir que,
progresivamente la búsqueda de un eje que exprese la constante o el mínimo
común para todos ha sido la meta. En este propósito, se instaura lo que hemos
dado en llamar LA MOVILIZACION PARA DIALOGO, dando el valor original de
nuestros pueblos a la institución del dialogo, y es el espacio donde se produce
el análisis y el debate interno de las Nacionalidades y Pueblos, es donde se
logran los consensos, es la reproducción de la cultura e historia de los
pueblos, se norman y legitiman acuerdos. Estos procesos milenarios son los que
se ponen en juego, cuando decimos que las propuestas tienen validez, que el
avance cualitativo del movimiento indígena es tal, en tanto en cuanto, sea
capaz de catalizar y principalice en sus acciones, PROPUESTAS GLOBALES y
estructurales de cambio.
En este contexto, el PRIMER CONGRESO DE LAS
NACIONALIDADES Y PUEBLOS, del mismo modo que, LOS LEVANTAMIENTOS DE LOS NOVENTA,
constituyen los hechos significativos por el reconocimiento de las identidades
vivas y los derechos fundamentales, la revisión de una estructura y sistema
inapropiados. Una lucha que ubica a un
país en una situación difícil: atrasado, subdesarrollado, cargada de
prejuicios, su institucionalidad y su sistema político cuestionada; pero la
sabiduría milenaria y la hazaña de los hombres, mujeres, niños y ancianos, en
sus luchas en plazas, carreteras, ciudad y campo, han sido siempre
propositivos, y en función de establecer la práctica del diálogo en nuestro
país, ha sido la meta de la PROPUESTA INDIGENA.
Además la incidencia significativa de estas luchas
en la sociedad nacional que radica en una toma de conciencia sobre su
identidad, una transformación cultural acelerada de la sociedad nacional; es
decir que, la presencia y lucha indígena en los últimos tiempos ha suscitado un
remezón en la práctica y concepción de la realidad histórica y cultural hacia
el reconocimiento de la sociedad ecuatoriana como tal, (como sociedad mestiza), un gran paso en el
camino a instaurar el proceso de dialogo de culturas, que se reconoce como un
problema estructural.
En el contexto de un dialogo de las culturas, es
necesario señalar como premisas que son irrenunciables:
El reconocimiento de la diversidad cultural, social,
regional; es decir, que prevalecerá la
aceptación de que somos distintos pero que propugnamos objetivos comunes;
El respeto mutuo para el establecimiento y
sostenimiento del diálogo;
La importancia profunda de los valores endógenos de
las culturas, como CONTENIDOS y sustentación del diálogo;
Un proceso de diálogo estará dirigida por una unidad
colectiva, lo que significa que en nuestro país necesariamente funcionará un
liderazgo colectivo, es decir, la
fórmula de los consensos.
La movilización indígena que posibilita su UNIDAD,
está encaminada hacia el DIALOGO y la búsqueda de la unidad en la diversidad,
los levantamientos que procura definir y sustentar una PROPUESTA GLOBAL,
estarán basados en contenidos reivindicativos y generales fundamentalmente
hacia lograr el consenso con otros sectores de la sociedad, pero que no se ha
logrado implementar las condiciones necesarias para ese dialogo intercultural,
que posibilite la sustentación de propuestas comunes en el escenario nacional
frente al Estado, la sociedad y la cultura dominante.
Precisamente, la aceptación y el tratamiento de una
dimensión distinta, LA DIVERSIDAD, se ha convertido, hoy por hoy, en un
verdadero conflicto para el Estado y en un sector de la sociedad cuya práctica
y concepción está viciada de prejuicios y radica aún la visión
eurocéntrica de la homogeneidad de la
sociedad, de la cultura, de los valores, de los conocimientos y de las formas
de vida en general; menos podemos pensar, en la voluntad de admitir la
presencia real de la diversidad de culturas y la posibilidad de avanzar en un
proceso serio de diálogo de culturas desde la iniciativa indígena, o la
búsqueda de condiciones que permitan el inicio, de lo que denominaríamos, LA INTERCULTURALIDAD
de los pueblos.
Empero de aquello, para los pueblos indígenas, estas
luchas por instituir la práctica del dialogo, una herencia histórica milenaria
que procura arribar a acuerdos, resolución de conflictos, consensos y
concertación, este prolongado aprendizaje al interior del mundo indígena ha significado el verdadero reencuentro y el
reconocimiento en nuestros principios y valores; alcanzando a institucionalizar
esta práctica, cual es LA CULTURA DEL DIALOGO, cuyos resultados advierten en
nuestras agendas diarias: el control social, la transparencia, la tolerancia,
el respeto mutuo. Pero sobre todo, el diálogo en base a un contenido real; se
ha convertido en una bandera de lucha para nuestras nacionalidades y pueblos.
Las propuestas de LA CONSTRUCCION DE UN ESTADO PLURINACIONAL, LA
TERRITORIALIDAD, LA AUTONOMIA, entre otras, datan de una construcción en base
ha ejercicios permanentes de la reflexiones y consensos entre todos los pueblos.
Esta escuela, con una riqueza permanente de sabidurías
y experiencias ha dado lo que los quichuas denominamos: CAUSAYMANTA RIMANAKUY,
dialogo para la vida, o la vida en diálogo.
EL DIALOGO Y
LA INSTITUCIONALIDAD
En un contexto, del desconocimiento deliberado de la
realidad, esquemas de pensamiento aún coloniales, la PRACTICA Y LA CULTURA DEL
DIALOGO se traslada a la institucionalidad misma del Estado. Esta evolución
cualitativa del movimiento indígena, significa romper los dogmas, esquemas y
mitos; y forzar la voluntad política de los representantes del poder y de los
sectores dominantes, en función de converger hacia la instauración de la
práctica del diálogo. La experiencia concreta, nos ha dado enseñanzas, que sin
la presión social, a través de los
levantamientos, donde la barbarie de una represión inhumana, ha sido el
lenguaje de los gobernantes, poco o nada se ha logrado como saldo positivo e
cuanto a la práctica del dialogo. No existe hasta el momento indicios hacia el
aprendizaje de un dialogo social en nuestro país y no se avizoran las condiciones
ni remotamente en procura de concretar un dialogo cultural e histórico
precisamente por los problemas estructurales que viven nuestras
sociedades.
Por las características que entraña este proceso,
hemos dado en llamar LEVANTAMIENTO PARA EL DIALOGO, porque en las experiencias
vividas, lo primero ha sido el lenguaje del levantamiento para luego sentarse
en la mesa del diálogo. La gran convocatoria para el diálogo desde la sabiduría
milenaria, siempre encuentra un eco, la unidad en la movilización indígena a
partir de una propuesta y dado que el contenido de la propuesta es
controversial provoca convergencias y divergencias, consensos y disensos, es
decir que, lo rescatable en cada uno de estos eventos es que el Movimiento
Indígena instrumenta una iniciativa, LA PRACTICA DEL DIALOGO con el Estado y ha
dejado marcada una demostración fehaciente de que las condiciones y capacidades
desde el movimiento indígena para incidir en el diálogo aún que sea momentáneas
son perfectamente realizables desde la unidad y la sustentación de la
propuesta.
El salto cualitativo de la protesta a la propuesta,
creemos que es importante reflexionar
en tanto en cuanto la lucha coyuntural y puntuales no signifiquen la
dispersión de la lucha estratégica, pero tampoco estas sean minimizadas en su
tratamiento. Los planteamientos indígenas recogen desde las luchas
reivindicativas propias, la tenencia de la tierra, educación intercultural
bilingue, hasta propuestas de carácter político: reforma constitucional,
convocatoria a una Asamblea Constituyente, la Construcción del Estado
Plurinacional, entre otros. Lo importante en el tratamiento de los temas son
los resultados, sin descuidar la práctica del diálogo que creemos que ha sido
el único sector social que ha luchado por la realización de ésta práctica como
institución, que lo recatamos así:
La iniciativa indígena se convierte en una lección y
enseñanza sobre el dialogo para el Estado y los sectores que ostentan el poder;
La presencia y la movilización indígena, rompe el
silencio y la indiferencia histórica en tiempos de la modernidad, para imponer
el dialogo;
La propuesta indígena, logra los consensos con
diversos sectores sociales e instituciones progresistas del país;
El Movimiento Indígena se constituye en el actor y
protagonista fundamental del proceso de dialogo en el país;
El diálogo, es válido para la resolución de los problemas nacionales en
tanto existan voluntades, pero fundamentalmente para el reconocimiento en
nuestra realidad histórica y cultural en el proceso de fortalecimiento de la
identidad nacional;
No se resuelve el tema de la interculturalidad, si
no se fomenta la cultura del dialogo, la controversia del tema de la diversidad
y la aceptación a lo distinto, es decir el reconocimiento del otro está
presente.
UNA PROPUESTA
PARA EL DIALOGO
Frente a los acontecimientos que la historia
registra, frente a los conflictos, crisis y confrontaciones, hemos privilegiado
la vía del DIALOGO y la PROPUESTA, la utilización de nuestros propios
mecanismos de lucha. Esto es, el
tratamiento sostenido de una AGENDA propia, con el propósito de orientar
siempre hacia el cambio, o la menos incidir en cambios más profundos del
sistema. En este marco, y a lo largo de las dos décadas, se han obtenido
algunos resultados del diálogo social y la presión a los gobernantes:
Reforma constitucional a través de la Asamblea
Constituyente con participación de representantes indígenas, cuyo producto
final es la inclusión y legislación de los DERECHOS COLECTIVOS. Un hito sin
precedentes en la historia Constitucional de nuestro país, aunque no reflejan
réditos esperados, en los cambios políticos, sociales, económicos y culturales
a nivel global.
Otro hecho de singular acontecimiento, es la
institucionalización de la educación intercultural bilingue. Esta propuesta
desde los pueblos indígenas hacia a convertir el sistema educativo del país en
un modelo alternativo, fue dirigida prejuiciadamente a la población indígena
únicamente, donde el impacto es limitado, para los propósitos de avanzar en el
reconocimiento de la identidad nacional.
En el levantamiento y la toma de Quito, el
Movimiento indígena demostró que fue lo suficientemente capaz de establecer
políticas y estrategias de lucha a fin de detener los condicionamientos del
Fondo Monetario y las pretensiones del Banco Mundial, cuya boracidad estaban
dirigidas a la privatización de las áreas estratégicas y los recursos
naturales; por todas estas razones, el movimiento indígena y la CONAIE ocupa un
lugar de mucho respeto y credibilidad en la sociedad.
El saldo positivo, de este largo recorrido evidencia
un acercamiento desde las direcciones sociales y polulares. El reconocimiento
hacia dentro, está marcado por la aceptación de la diversidad y
consecuentemente, se admite la existencia y presencia del otro, lo que no
sucede desde la dimensión del poder, dejando en tela de duda el mundo
unidimensional, de la verdad absoluta y de
creencias y formas de vida homogéneas.
La dinámica del reencuento, ha tomado cauce en el
mundo indígena desde las prácticas del diálogo. El desafío en la época de la globalización y en tiempos de la
modernidad, es precisamente transformar la historia y el establecimiento de la
armonía entre nosotros y la madre naturaleza. El diálogo debe convocarnos hacia
el reencuentro de pueblos, sociedades y culturas. Si quinientos años hemos
vivido juntos pero de espaldas, es necesario mirarnos de frente y reconocernos
en el diálogo.
De todas maneras, a pesar de que la modernidad se
nos viene como un torbellino arrasante contra las culturas indígenas o
distintas a la occidental, el proceso de reconstrucción debe estar en proceso
de fortalecimiento y su cobertura por todas las Américas, y cumplir la misión
de indianizar América. Si tomamos en
cuenta la óptica del Norte, nuestra América es india; la única transformación
que ha sufrido durante los quinientos años y más, es un proceso de aculturación
en mayor o menor grado.