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Boletin ICCI ARY-Rimay
Boletín ICCI-ARY Rimay, Año 6, No. 68, Noviembre del 2004

Editorial

Hay que entreteger una conciencia nacional de dignidad y de rebeldía


Desde que Lucio Gutiérrez traicionó las esperanzas del pueblo ecuatoriano, se entregó a manos abiertas al imperialismo y al sector oligárquico de Febres Cordero; cuando se enojaron los compadres y se determinó el enjuiciamiento al Presidente de la República, planteado por algunos sectores: la ID, MPD, Pachakutik; las acusaciones para el proceso de enjuiciamiento fueron: por peculado, por haber dispuesto de fondos, recursos y bienes públicos a favor de sus familiares y amigos; por haber atentado contra la seguridad del estado, por la importación de afiches desde México en el 2002; por involucrar al Ecuador en el Plan Colombia (en lo que a política exterior se refiere), por intrigar el origen democrático al haber insinuado que se enciendan las cortes, razones que se constituyeron en fundamentos de heho y de Derecho para el juicio político.

Pero Gutiérrez ha logrado sostenerse y mantenerse a varias crisis políticas, gracias al apoyo del gobierno norteamericano y de los grandes grupos de poder económico que a través del Congreso pugnan por repartirse el poder de una institucionalidad agotada.

El proceso del juicio al presidente fue un intento frustrado ya que el congreso no tuvo los votos requeridos para la destitución. Es decir que los intereses de los grupos económicos primaron.

La desesperada presión norteamericana para que el gobierno ecuatoriano se involucre directamente en el conflicto colombiano a cambio del apoyo estadounidense al gobierno, la directa intromisión de la Embajadora Kriste Kenney en los asuntos internos del país; la base Militar de Manta y la pretendida creación de otras bases en Loja y Esmeraldas que sin lugar a dudas serán utilizadas para atacar a patriotas colombianos como parte general de invasión Yanky; la concentración de tropas ecuatorianas para “proteger” la frontera colombiana a pretexto de incursiones guerrilleras; la presión para que se firme el Tratado de Libre Comercio y entregar la vida misma de los ecuatorianos y de las futuras generaciones al poder del imperio han sido los signos más visibles de la política globalizante del imperio en el Ecuador, que por cierto tiene un gran lacayo en el traidor y mentiroso de Gutiérrez.

Mientras esto ocurre no se da la importancia que merece la digna lucha de Sarayacu en su exigencia por la salida de la Compañía General de Combustible (CGC), las empresas BURLINGTON quienes mantienen conflictos con los Achuar y Kichwa, quienes defienden lo más sagrado que tienen, su tierra. La lucha de Sarayacu es una lucha antiimperialista y anticolonial.

La pobreza en el Ecuador bordea el 85% haciendo de los ecuatorianos más mísero y pordiosero; las instituciones se desmoronan mientras el país se sumerge en el pantano “democrático”; la lucha contra la corrupción no pasa de ser un simple enunciado.

Frente a estas realidades es hora urgente de ir forjando un gran movimiento social que recupere su memoria histórica, la dignidad y la soberanía. Hay que entretejer una conciencia nacional de dignidad y rebeldía.

Es hora urgente que las nacionalidades y pueblos del Ecuador, los sectores populares, democráticos, progresistas y revolucionarios, retomemos la perspectiva histórica de cambios y transformaciones profundas que el país requiere.

Es necesario ir edificando un poder alternativo que de al traste con el poder e institucionalidad creado por las clases dominantes, e instaurar el poder e institucionalidad de los pobres en este país.

No permitamos que en el Ecuador existan mas de doce millones de indignos, el derecho a organizarse y revelarse contra las injusticias es un derecho de los hombres que quieren ser libres.


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